Es de conocimiento público que las micro, pequeñas y medianas empresas tuvieron momentos críticos durante los últimos años, acumulando deudas tributarias con altos montos a costas, a raíz del inestable escenario económico nacional.

Sin embargo, y en el contexto de buscar subsanar poco a poco este angustiante proceso, el Gobierno está ofreciendo una opción, que consideramos valorable, a través de la Ley 21.514 o Ley de Alivio Deuda Tributaria que busca beneficiar a más de 180 mil MiPymes a nivel nacional mediante el otorgamiento de créditos para la inversión y el capital de trabajo, además de créditos para permitir el refinanciamiento de deudas.

Esto, sin duda, como Cámara de Comercio de Osorno nos parece muy importante y positivo, porque entrega posibilidades reales de condonación y convenios a contribuyentes que han agotado muchas opciones en su búsqueda por subsistir y permanecer, y que en esto ven una salida confiable y segura ante la estrechez de liquidez que atraviesan.

Todo esto, además, resulta ventajoso considerando que las deudas tributarias adeudadas hasta el 30 de junio de 2022 serán suscritas directamente con la Tesorería General de la República y, mediante ella, también se podrá acceder a programas como Fogape Chile Apoya.

Es necesario recordar que este beneficio estará vigente hasta el 30 de abril de este año para todas aquellas MiPymes que cumplan con los requisitos para acogerse al régimen de tributación Pro Pyme o quienes se hayan acogido al régimen de renta presunta.

Dicho lo anterior, como gremio reiteramos y extendemos el llamado a todas las micro, pequeñas y medianas empresas, asociadas y no asociadas, a informarse oportunamente a través de la página web del Servicio de Impuestos Internos (SII) para hacer uso de este importante beneficio y, así, lograr acogerse al pago de deudas sin interés ni multas.

Sin duda, esta solución ofrecida se volverá algo relevante y de gran proyección para acciones futuras de cada contribuyente, el cual va de acuerdo a la realidad de cada uno y al alero del reconocimiento que todos realizamos respecto de la contribución que las empresas de menor tamaño aportan al progreso del país y su economía.

Tal como ocurre en las tantas otras ciudades del sur, aquellas donde los meses de bajas temperaturas se extienden en el año y donde, por lo tanto, las familias requieren garantizar un sistema de calefacción hogareña que les permita hacer frente al frío, el acceso a algún tipo de combustible es un aspecto fundamental. Sin él, o con una disposición inadecuada o errática de él, la calidad de vida se deteriora al punto de arriesgar enfermedades mayores.

Por decenas de años, la leña constituyó la variable casi única para que las familias del sur calefaccionaran su vivienda, hasta que la introducción de nuevos sistemas, alentada por el mercado y por las restricciones de las emergencias ambientales por la contaminación, hicieron que la matriz se fuera diversificando hacia alternativas más amigables, aunque a un costo mayor. Aquí es cuando -hace poco tiempo- entró a jugar el pellet, recurso dendroenergético que muchas familias hicieron para sí, tanto por la comodidad de la calefacción, como por sus bajas emisiones.

No obstante, tal como lo vivenciaron numerosas familias en Osorno y otras ciudades, el pellet comenzó a exhibir una acentuada escasez en los últimos dos años, al punto que fue habitual que en pleno invierno se viera a consumidores haciendo largas filas afuera de centros comerciales, a la espera de la llegada de stock. Ahora, tanto desde la cartera de Energía como de los propios productores se ha dicho que este año ya no habrá escasez, por una mayor oferta de empresas como de más insumo (triste recuerdo de los incendios del verano), en lo que será una prueba de fuego para que la comunidad encuentre garantías en caso que a corto o mediano plazo decida por hacer el tránsito desde la leña al pellet.

Del otro principal recurso dendroenergético, y por lejos el principal todavía en el sur, la leña, se está observando un incremento sustantivo de su precio, lo que complicará enormemente a familias que tratan de sortear la inflación. Aunque las autoridades han advertido, y con razón, que no hay margen para la fijación de precios, sí se ha extrañado, al menos públicamente, un mayor interés por generar condiciones para el fomento de mayor producción de leña. Ya hay una nueva Ley de Biocombustibles, pero el reglamento está empezando a penar.