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"Ser policía hoy"
Las policías son fundamentales en toda sociedad, pero muchos no entienden la función que cumplen. Primero, Carabineros tiene un rol preventivo y la PDI un rol eminentemente investigativo.
Para cumplir sus delicadas funciones, ambas instituciones forman a sus oficiales en cuatro años, y al personal de apoyo en dos años. Conforme a la ley, los oficiales reciben un título profesional y los no oficiales un título de técnico de nivel superior, pero aparte de lo anterior, las citadas instituciones cuentan con profesionales en una diversidad de áreas.
Lamentablemente, ser policía en Chile es muy complejo. Primero, el sistema penal es exacerbadamente garantista. Muchas veces por cumplir con su deber pasan de víctima a victimario y con ello una desprotección total. Por lo mismo, es necesario que puedan tener una legítima defensa privilegiada. Y claro que ella será usada de forma profesional y no de forma arbitraria, como un sector del país piensa.
Hoy la ciudadanía cree y confía en las policías. Es por ello que la PDI es la segunda institución más creíble y confiable del país. El trabajo profesional avala su desempeño. Es evidente el reconocimiento ciudadano. Pero además, para que las policías puedan tener un mejor desempeño y con ello una mayor y mejor seguridad ciudadana, se les debe entregar mayores potestades de actuación, posibilitar una respuesta inmediata y no requerir ante situaciones graves, en las que la inmediatez es altamente necesaria, órdenes o autorizaciones de otras instituciones, sin la burocracia que hoy existe.
La ciudadanía necesita seguridad, y las policías, garantías de seguridad en sus actuaciones, privilegiando con ello el bien superior.Alberto Contreras Silva
Subsidiariedad
La palabra subsidiariedad viene del latín subsidium que significa "ayuda, auxilio". La subsidiariedad ha sido definida como la no absorción de las sociedades menores por parte de las mayores y como la autonomía de los cuerpos intermedios entre el hombre y el Estado.
El principio de subsidiariedad supone la aceptación del derecho de propiedad privada y de la libre iniciativa en el campo económico. El Estado debe permitir a los ciudadanos asociarse, actuar y desarrollarse libremente y favorecer la iniciativa privada.
El Estado debe actuar en su ámbito propio, sin invadir el campo de los cuerpos intermedios. Sin embargo, cuando a éstos no les interesa, no quieren o no pueden desarrollar ciertas actividades que son necesarias para la comunidad nacional, el Estado debe actuar en subsidio.
La subsidiariedad y la solidaridad, lejos de ser conceptos antagónicos, son totalmente compatibles entre sí. Tal dicotomía no existe: un Estado puede perfectamente ser solidario y subsidiario a la vez. El bien común exige respetar el principio de subsidiariedad.
El despegue económico de Chile se produjo al circunscribir al Estado a sus funciones propias -dejando de ser empresario e interventor- lo que permitió la liberación de la fuerza de los privados que había estado reprimida por el dirigismo y la hipertrofia del Estado y despertó el espíritu empresarial de los chilenos.
Adolfo Paúl Latorre
Trastorno bipolar
Caracterizado por un estado de ánimo fluctuante entre dos polos opuestos, entre la manía (euforia, exaltación) y la depresión (tristeza), el trastorno bipolar es un estado de salud crónico y recurrente cuya prevalencia es de 2,2% en la población nacional. Este trastorno es diagnosticado entre los 18 y 22 años, siendo una condición que acompaña durante toda la vida a las personas con altibajos emocionales; en el transcurso de años deben navegar en un escenario personal, social e institucional, que la mayoría de las veces, está acompañado de soledad, discriminación e incomprensión.
Pero ¿qué hay más allá de la persona que padece este trastorno? ¿qué podemos ver a su alrededor? Familia, colegio, amigos, estudios, entretenimiento, pareja y trabajo.
De acuerdo con el Ministerio de Salud de Chile, hay un factor hereditario muy relevante, así como cambios hormonales y neurológicos, que facilitan la aparición de su sintomatología. Pese a lo anterior, también cabe preguntarse cómo el ecosistema en el cual se desenvuelve la persona tiende a ser un potenciador o inhibidor de esta condición. En tal caso, el cuestionamiento sobre nuestra capacidad social, cultural y tecnológica recae en una responsabilidad que tenemos con la salud mental en particular y la diversidad en general. La deuda y el desafío histórico está en cómo generar y promover circunstancias y estrategias que permitan incluir e incorporar la diversidad en la vida cotidiana, en colegios, instancias sociales y en el trabajo. Es decir, mirando lo individual como una problemática social, tenemos que considerar cómo las diversas organizaciones y sistemas sociales pueden generar o no problemáticas de salud mental.
Respecto a esto último, la capacidad productiva cobra una gran relevancia, ya que existen presiones sociales y políticas que invitan a instalar la discusión en el plano público y privado. Es importante, entonces, empujar los cambios culturales para la integración de la diversidad en los distintos contextos en los cuales se desarrollan y trabajan las personas con trastorno bipolar. Al respecto, la ley 21.015 de Inclusión Laboral de Personas con Discapacidad es una interesante estrategia para avanzar por este camino. Pero, no se trata de cumplir con una vacante en una empresa, si no de implementar un adecuado programa de integración cultural, farmacológico y organizacional a los puestos de trabajo. De esta forma, considerar al colaborador como un ser íntegro, es un factor clave para la motivación y estabilidad sicológica de cualquier persona.
Como sociedad debemos avanzar en concientizar y educar sobre la importancia de la diversidad, ya que la enriquece y hace florecer lo humano.
Marcelo Jara Ruiz, sicólogo y académico UCEN