Además de la posible ocurrencia de accidentes, hay otro riesgo que trae Fiestas Patrias para las familias chilenas: el endeudamiento. Claramente no provoca el mismo daño severo, irreparable e inmediato que una tragedia carretera; pero sí puede afectar la calidad de vida de las personas en el largo plazo, debido a falta de recursos, incapacidad de pago o nueva contratación de créditos para saldar los morosos, generando una red difícil de soltar.

Los aguinaldos de septiembre en promedio se acercan a los 60 mil pesos para los trabajadores activos y $21 mil para los pensionados. De acuerdo un análisis de Chiledeuda.cl dado a conocer hace pocos días, un 25% de quienes reciben un bono especial en estas fechas destinará ese monto a cancelar compromisos que antes no lograron cubrir.

Pese a esa voluntad, muchos otros sí optaron ya (las fiestas inician técnicamente hoy) por créditos, uso de tarjetas y avances en efectivo para financiar viajes o celebraciones. La expectativa es superar el consumo del año pasado, cuando los gastos promedio por familia en el feriado bajaron en un 41% respecto de 2019. La disminución se debió a las restricciones de la pandemia; ahora, con más libertades debiera revertirse. En la región se espera, por ejemplo, un aumento del 70% de visitas turísticas.

Para quienes realizarán gastos, el consejo es que no excedan los presupuestos definidos, que coticen antes de comprar y que procuren que los montos totales que contraigan no superen el 10% de sus ingresos. También, que planifiquen las cuotas para devolver los préstamos; así ellas no se sumarán a las que vengan en Navidad, en las próximas vacaciones de verano y en marzo, mes que llega siempre con una alta carga de desembolsos.

La invitación es, entonces, a celebrar con moderación. También en este ámbito.

Hoy en día son escasas las personas que dudan de la veracidad en relación con uno de los conceptos que más han dado que hablar en el ámbito de la psicología y la medicina del siglo XXI: el impacto que tiene el estrés en la vida de la gente.

Más aún, si se considera el efecto multiplicador que ha tenido la pandemia por covid-19 en todo el mundo: aumento de los niveles de estrés y suicidios, ansiedad, angustia, miedo al contagio, insomnio, entre otros graves efectos.

El estrés se ha convertido en uno de los responsables directos de una serie de enfermedades físicas y psicológicas más comunes -y mortales- que afecta a la gente, especialmente, cuando se "asocia" con ciertas condiciones, tales como el sedentarismo y una dieta equivocada, dando como resultado graves trastornos en salud: infartos, diabetes, cáncer, hipertensión, depresión, pérdida de memoria e, incluso, envejecimiento prematuro.

Las teorías acerca del estrés presentadas por los fisiólogos Walter Canon y Hans Selye en el siglo pasado, se han convertido en evidencia científica. De otra forma: ¿cómo se explica que un trabajador se quite la vida debido a presiones laborales? ¿Por qué algunas mujeres enferman de cáncer, luego de sufrir una tragedia como la pérdida de un hijo? ¿A qué se debe que personas que no fuman, no beben y que llevan una vida sana, mueren de un infarto, tras vivir por años bajo altos niveles de estrés?

Lo cierto, es que ante cualquier vivencia de estrés, el sistema nervioso central, el eje hipotálamo-hipofisario, el sistema cardiovascular, el metabólico y el inmune responden de inmediato, y el precio que paga cada persona por tratar de adaptarse a situaciones estresantes, es lo que el Dr. Bruce McEwen llamaba "carga alostática"; es decir, el desgaste producido como respuesta a las tensiones. Por lo tanto, combatir las consecuencias de vivir bajo tensión se convierte en el principal objetivo, si se desea proteger la salud física y mental.

Algunas medidas que han demostrado su eficacia: actividad física, relajación, meditación. Hoy se sabe que la actividad física es anti-estrés, anti-cáncer, anti-diabetes, anti-hipertensión, anti-obesidad, etc. ¿Qué más se puede pedir?

Dr. Franco Lotito, profesor del MBA de la UACh