Navidad, oportunidad para la fe y la esperanza
El nacimiento de Jesús es una de las fiestas más importantes de los cristianos: es el nacimiento del Hijo de Dios. Para San Francisco era la "fiesta de las fiestas", y este año la pasamos restringidos en las posibilidades de celebrar.
La pandemia que afecta a todo el mundo es la invitada de piedra y marca nuestro contexto. La debemos tomar muy en serio, con responsabilidad, y aceptando que de ésta "nadie se salva solo", como lo ha recordado en diversas ocasiones el Papa Francisco, ante los signos de individualismo y de falta de solidaridad en diversas partes del mundo. Además, en Chile, estamos en el marco de un movimiento social que también nos ha remecido. Por lo mismo, cultivar la unidad ante las adversidades y frente a los desafíos es un verdadero imperativo.
La realidad fuerte e intensa que vivimos, con una especie de silencio prolongado a causa de las restricciones, nos dan una oportunidad para pensar y reflexionar, para hacer revisión, examen de conciencia y autocrítica, sin la cual constantemente le echamos la culpa a Dios y a los demás de todo lo malo que nos sucede. Todos tenemos algo de responsabilidad en lo que nos pasa; y si no lo vemos así, si pensamos que no tenemos responsabilidad en el origen de los problemas, sí la tenemos cuando podemos optar por ser o no los buenos samaritanos de los que sufren, y también al momento de pensar y buscar la superación de las dificultades. Pensar, reflexionar, hacer oración y cambiar es necesario para ponernos de pie, para luchar y mejorar.
El pensar y reflexionar, algo tan propio de nuestra condición humana, nos pueden permitir descubrir o acercarnos a la necesidad de la luz de la fe y de la esperanza para, a su vez, descubrir el valor y el sentido de las cosas, de lo que tenemos y de lo que nos sucede. Fe y esperanza son un kit de herramientas poderosas, gratuitas y al alcance de todos, capaces de hacernos levantar cada día, emprender con novedad, caminar, sonreír y soñar.
Es cierto, esta Navidad nos pilla complicados como mundo, como sociedad chilena, como instituciones en general, en todo sentido, en la economía, en la política, en la salud. Complicados, pero no abatidos; con inseguridades e incertezas, pero no desamparados ni desesperanzados.
Lo que hoy recordamos es el gran acontecimiento Jesús, que vino a nosotros en María (cfr. Gál. 4,4) hace más de dos mil años, como una luz en un mundo en tinieblas (cfr. Jn 1, 1 - 10; 8, 12), y encendió en los corazones la esperanza de un mundo nuevo, marcado por el amor a Dios y al prójimo, por la verdad, por el perdón, la justicia, la paz … Y puso en movimiento el sueño de un mundo nuevo….
El mismo Jesús sigue diciéndonos: "yo estoy con ustedes todos los días hasta el final de los tiempos" (Mt 28, 20); sigue animándonos en las actuales circunstancias de la vida. Por nuestra parte, no tengamos miedo de poner en Él nuestra confianza y de poner Su Evangelio como núcleo esencial de nuestras convicciones y en el horizonte de nuestras vidas, y desde ahí contribuir a que nuestro mundo sea mejor.
Dios envió a su Hijo, quien nació de la Virgen Madre en Belén, y su luz iluminó a la humanidad y la vida entera. La fe y la esperanza son fuerza para vivir con amor, en unidad, y para enfrentar adversidades y desafíos que aún nos esperan.
Hermanos y hermanas, amigos y amigas, el Emmanuel, "Dios-con-nosotros", es fortaleza para todo aquel que lo invoca. les deseo una serena y feliz Navidad, en familia, junto a sus seres queridos y un bendecido año 2021.
Esta Navidad nos pilla complicados como mundo, como sociedad chilena, como instituciones en general, en todo sentido, en la economía, en la política, en la salud. Complicados, pero no abatidos; con inseguridades e incertezas, pero no desamparados ni desesperanzados.