La votación realizada el domingo en todo el país para definir a los candidatos a gobernadores y alcaldes, fue la última de los procesos electorales de 2020. Sin embargo todavía quedan seis jornadas de sufragios y ocho pasos relacionados con candidatos para desarrollar entre enero de 2021 y junio de 2022.

El calendario inicia el 11 de enero con la inscripción de postulantes para la Convención Constituyente. El 11 de febrero comienza la propaganda electoral para los convencionales, los candidatos a alcaldes y a gobernadores regionales. La elección para esos tres cargos será en una jornada conjunta, el 11 de abril. Las posibles segundas vueltas de los gobernadores regionales -donde corresponda- serán el 9 de mayo.

El 24 de mayo asumen los alcaldes electos. El 10 de junio tomarán su puesto los gobernadores, hecho que será un hito en la administración del país.

En mayo asumen los miembros de la Convención Constituyente. También un paso histórico. De acuerdo a la ley, el grupo debe ser paritario entre hombres y mujeres, además de garantizar representación de pueblos originarios.

El 4 de mayo deben inscribirse los candidatos a primarias presidenciales, que se desarrollarán el 4 de julio, junto a las de parlamentarios. El 23 de agosto deben inscribirse las candidaturas oficiales a esos cargos, además de los postulantes al Consejo Regional (Core). La elección de todos ellos será el 21 de noviembre. El 19 de diciembre será una eventual segunda vuelta presidencial y en marzo de 2022 asumirá el nuevo gobierno. En junio de ese año debiera realizarse el plebiscito de salida de la Nueva Constitución.

Si todo sigue según está programado, en total serán 14 hitos seguidos, que mantendrán al país y a la región en una constante agenda política y democrática; desafiante, pero no sencilla de seguir por la ciudadanía, pues se mezclan varias decisiones y la posibilidad de confusión será alta. Además, probablemente también se vea cruzada -como todo indica- con rebrote y permanencia de la pandemia de coronavirus.

Por lo mismo, serán necesarios múltiples esfuerzos, para que la participación sea significativa y que pueda darse en las mejores condiciones.

Chile tiene hoy una baja carga tributaria. Esta bordea el 20% del PIB, que es bastante menos que la carga de los países OCDE - del 34% cuando éstos tenían un ingreso per capita similar al de nuestro país.

¿Es suficiente la carga tributaria actual? La pregunta se repite de manera insistente. A juicio de expertos y aficionados, ésta no parece ser suficiente para enfrentar las urgencias del presente y los desafíos del futuro que esperan al país.

La materia no reúne consensos. Si bien hoy existe cierto consenso respecto de que es necesario fomentar la calidad de vida, respetar el medio ambiente y garantizar los derechos de las personas y comunidades antes que privilegiar un crecimiento económico que sólo sabe de cifras, y que quienes poseen más deben pagar más, hay quienes sostienen que renunciar al modelo actual sólo generaría problemas para nuestra economía y que las reformas en materias de impuestos no pueden oprimir a quienes generan riqueza.

Hoy la discusión sobre este tema se centra en una serie de cuestionamientos. ¿Hay que subir los impuestos de manera pareja para todos? ¿Será preferible diferenciar los impuestos por tramos y aumentar la carga a quien tiene más? ¿Debemos revisar la institucionalidad para lograr una recaudación efectiva de impuestos sobre el patrimonio? ¿o bastaría con cambiar la norma para que el Servicio de Impuestos Internos tenga acceso a las cuentas que hoy están protegidas bajo secreto bancario?

Nadie está apuntando a presentar propuestas expropiatorias, que desincentiven la inversión o que establezcan castigos para los más ricos.

Lo que hemos planteado en más de alguna ocasión -y a más de un ministro del área económica- es la idea de una reforma que mantenga ciertos niveles de equidad en la recaudación, bajo la convicción de ésta no puede beneficiar sólo a quienes gozan de todos los privilegios de la economía de mercado. Debe alcanzar, fundamentalmente, a quienes se ubican en la base y en la parte media de la pirámide.

En la medida en que las clases medias y los sectores más vulnerables se sientan más aliviados, la economía también se dinamiza. Esto, los "súper ricos" de los países desarrollados también lo tienen muy claro y por algo han promovido ellos mismos un aumento de impuestos para financiar inversión social. En Chile, lamentablemente, parece que todavía estamos lejos de ese tipo de razonamiento.

Rabindranath Quinteros, senador Región de Los Lagos