Desastres ambientales
La Región ha asistido en las últimas semanas a una serie de incidentes que terminan contaminando el mar. Así como debe extremarse la capacidad fiscalizadora de los reguladores, las empresas tienen que mejorar la prevención.
En un nuevo episodio de la lamentable seguidilla de accidentes o negligencias que han desembocado en la contaminación de los cuerpos de agua de la Región de Los Lagos que se han producido en los últimos meses, 200 sacos que contenían 302 toneladas con alimento para salmón terminaron en el fondo de las aguas del mar en Calbuco, luego que colapsara el muelle en el que se estaba realizando la operación de carga en una barcaza, en el puerto de Cabo Froward. Para dilucidar las causas de este desastre medioambiental que ha sacudido a Calbuco, la Fiscalía inició las pesquisas con las que busca dar con los responsables, para lo que ya encargó las primeras diligencias a la Brigada de Delitos Ambientales de Valdivia y al Laboratorio de Criminalística de la PDI de Puerto Montt.
Tristemente, esta calamidad viene a coronar la serie de episodios de daño medioambiental que comenzó hace unos dos meses con el masivo escape de salmones en la zona de Caicura, en el Seno del Reloncaví, y que siguió con un suceso similar en el lago Llanquihue, y el hundimiento de un pontón de la industria acuícola en el sector de Quillaipe. De esta cadena de infortunios sólo se puede colegir que la industria que depende del mar en la zona, en su más amplia gama, debe introducir urgentes mejoras en sus procesos, procedimientos y políticas de prevención para evitar este tipo de incidentes de tanto daño al ecosistema, como también que la autoridad ambiental, la portuaria y la de pesca y acuicultura pongan en revisión sus sistemas de fiscalización.
En lo que se refiere específicamente a la actividad salmonícola, ya hubo un avance sustantivo en los últimos días, al conocerse que producto de escapes anteriores de salmones, la Subsecretaría de Pesca y Acuicultura impuso nuevas exigencias a la industria, al ordenar la certificación semestral de sus centros de cultivo. Estos deberán demostrar que son capaces de soportar, por ejemplo, las inclemencias climáticas de la zona (algo que, no obstante, es un hecho de la causa con anterioridad a la instalación de cada centro). Prevención en la base y fiscalización debiesen estar en el alma de toda industria que se vincule de forma tan estrecha con el medio ambiente, sobre todo en la Región de Los Lagos.