Hasta hace un tiempo una noticia era un suceso, un hecho excepcional digno de ser comunicado. Pero como se sabe, esto fue degenerando hasta convertirse en un vulgar bombardeo de crónicas policiales (en Santiago obvio, a menos que corra más sangre en alguna otra comuna de Chile); los mismos delincuentes haciendo más de lo mismo, todo salpicado con chismes de rubias patéticas y animadores neuróticos. Y por supuesto, reportajes insulsos y otros rellenos, además de futbol y el "informe del tiempo", también el de la capital del reino (como si a los atacameños o magallánicos les fuera muy útil saber la temperatura de los próximos cinco días en Santiago)

En fin, diariamente tres noticieros por cinco canales -15 en total- y cada uno de 60 minutos, son 900 minutos diarios, además de los canales CNN y 24 Horas. ¿Y a pito de qué pobre introducción acerca de los patéticos noticieros chilenos? Bueno, a pito de ver cómo este carísimo aparataje comunicacional está siendo usado por sus líneas editoriales para dar empleo a un gran número de periodistas, algunos muy chillones o mal educados (especialmente cuando entrevistan a autoridades) los que además se dan el lujo de opinar y manejar la noticia.

¿Manejar la noticia? Listo, aquí si se avinagra el artículo. Si la enorme minoría de ciudadanos ya estábamos hasta la tuza con esta falta de rigor y "exceso de excesos", hoy simplemente es intolerable ver cómo manipulan la información.

¿Manipular la información? ¿Y qué es mostrar hasta el cansancio a Carabineros defenderse y jamás mostrar cuando son atacados? ¿Qué es entrevistar a la familia de los saqueadores como si ellos fueran víctimas? ¿Qué es hablar con tanta preocupación de la salud de los encapuchados con amplio prontuario? ¿Qué es hablar casi confirmar "Nueva Constitución" como si esto fuera un hecho?

¿Por qué no entrevistan con la misma vehemencia a los encapuchados en bicicleta o a los que lanzan molotov o a los "Nerones chilensis"? ¿Qué pasaría con estas marchas violentas si "no salieran en la tele"? ¿O si le dieran los mismos minutos a las verdaderas víctimas?...Mejor leer el diario local...¿Usted qué opina?

Vivian Arend

En reiteradas ocasiones hemos abordado la importancia de la participación ciudadana, ya que, entendemos, es la mejor forma de proteger la democracia de nuestro país. Vivir en sociedad no es solo reclamar derechos, sino que es también asumir deberes y el cuidado del sistema. Implica nutrirlo desde dentro, ayudando a formar ciudadanos comprometidos con su entorno.

Variados estudios realizados en nuestro país al respecto, dan cuenta que los chilenos, en general, valoran la participación ciudadana, la que incluso consideran un deber, aunque una mayoría no la ejerce. Al menos no a través de instituciones donde su actuar genere cambios sociales, emita opinión política o contribuya a alguna causa. Se trataría de una expresión más del doble estándar nacional, según el cual se dice una cosa y se hace otra. Y es probable. Sin embargo, la experiencia invita a escarbar algo más profundo y preguntarse por qué existe esa diferencia de apreciación.

Un estudio elaborado por Acción RSE determinó que el 34% de los entrevistados se siente lejos de la toma de decisiones generales del país y casi un 70% alude a lo mismo respecto de la marcha de las instituciones donde trabaja. Es decir, habría una falta de sentido real para la participación, una idea instalada respecto de la inutilidad práctica de ella, que contrasta con la necesidad (y obligatoriedad legal, en algunos casos) de su existencia. En otras palabras, la sensación que existe es que las decisiones finales son tomadas por algunos que "escuchan, pero no hacen caso".

Las anteriores elecciones parlamentarias dejaron en evidencia que para los chilenos participar no es solamente acudir a sufragar cada cierto tiempo. La verdadera participación comienza en cada unidad, en la junta vecinal, en el centro de padres, en las instituciones sociales, profesionales, gremiales, deportivas, recreacionales, etcétera. Hay que superar la desconfianza y pensar que cada uno puede aportar para que cada entidad sea mejor, porque todo eso contribuirá para que seamos mejor como sociedad.