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evaluaron", relató Gabriela Villarroel.
El primero en llegar a su hogar fue Vicente, quien en ese tiempo tenía apenas 3 meses de vida, lo que revolucionó a su familia, porque era volver a criar, despertar a medianoche o de madrugada para alimentarlo o cambiarle el pañal.
"Lo tenemos hace un año y medio aproximadamente, mientras que la Pascal llegó hace unas dos semanas aproximadamente. Ellos no son hermanos, vienen de lugares diferentes, pero como familia quisimos realizar esta aventura de poder ayudar. Y si bien ha sido complicado, porque son muy pequeños, estamos contentos de entregarles amor. Estamos todos involucrados en el cuidado de ambos", dijo.
Desde lo económico no ha sido fácil, porque Gabriela es dueña de casa y tiene que estar al cuidado finalmente de cuatro niños, mientras que su marido trabaja en un taller de hojalatería. Aunque reciben una pequeña subvención por cada uno, ello no alcanza para cubrir todas las necesidades de ambos.
"Si bien recibimos una subvención al menos por Vicente, la verdad no me alcanza para cubrir los pañales y la leche. Hay un gasto familiar importante. Los medicamentos me los entregan en el hospital, pero sin duda hay un gasto que hemos podido sobrellevar, ya que no les puede faltar nada, deben vestirse y comer", explicó Gabriela.
Sobre el vínculo y el desapego que forma parte de estos programas de cuidado, la osornina dijo que están conscientes de que al momento de la partida de ambos pequeños sufrirán, algo que han conversado con su marido y sus dos niños.
"La vida siempre trae consigo despedidas, momentos de sufrimiento, pero tenemos que estar preparados. Nosotros ahora sólo pensamos en darles la mejor calidad de vida a estos dos pequeños y esperamos que ellos puedan estar bien en el futuro. Además, nos gustaría seguir apoyando y formar parte del programa, recibir más adelante a algún otro niño", manifestó la cuidadora.
Apoyo
En julio de este año llegó a la casa de Nora Terán, en la población Quinto Centenario, un adolescente de 16 años que se llama Braian, quien es precisamente compañero de curso de su hijo mayor en un colegio de la comuna.
Fue su hijo quien le habló del caso del joven y de las complicaciones que tenía, dado que llegó en febrero de este año desde Chiloé. En un comienzo lo invitaron a su casa para compartir, conversar sobre su situación y vieron de qué manera lo podían ayudar.
"Él nos contó su realidad, lo que había vivido y que estaba bajo el alero de este programa, por lo que nosotros le preguntamos si quería vivir con nosotros y dijo que sí. Nos integramos como familia de acogida. Yo vivo con mi marido y mis dos hijos. Todos estuvimos de acuerdo en que él se pudiera venir a vivir con nosotros y ha sido una muy buena experiencia", señaló Nora Terán.
En este proceso ha tenido altos y bajos, sobre todo porque al adolescente le faltaba mucho cariño y preocupación, aunque indica que ha salido adelante porque tiene buenas notas, un buen comportamiento e incluso ahora se integró a una agrupación folclórica donde asiste todos los viernes.
"Hay días que está bien y otros donde está más desanimado, pero también es por todas las situaciones negativas que le ha tocado vivir. Acá somos una familia muy cariñosa, que entrega mucho afecto y preocupación, por lo que se siente a gusto y protegido. Con mis hijos se lleva muy bien y eso es muy importante también, por lo que espero que pueda seguir así", apuntó Nora Terán.
Agregó que la experiencia de ser familia de acogida ha sido muy positiva, porque ayudar y entregar amor a un niño que lo necesita ha sido muy gratificante. "Hay muchos niños que no lo están pasando bien, que sufren o que se ven afectados por situaciones de su vida, entonces si uno pueda ayudar, bienvenido. Ojalá más familias lo puedan hacer", enfatizó la cuidadora Nora Terán.
"La vida siempre trae consigo despedidas, momentos de sufrimiento, pero tenemos que estar preparados. Nosotros ahora sólo pensamos en darles la mejor calidad de vida a estos dos pequeños y esperamos que ellos puedan estar bien en el futuro".
Gabriela Villarroel, Cuidadora