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nacional tenemos 48 años. Y consiste en la búsqueda de familias que estén dispuestas a asumir el cuidado provisorio de niños y adolescentes que han sido vulnerados y han sido separados de su núcleo familiar. Este cuidado se extiende por un plazo de 18 meses, con el objetivo de habilitar nuevamente a los padres para que los niños tengan el derecho a vivir en familia, evitando así el ingreso a alguna residencia del servicio".
Las familias que desean sumarse a este programa también son evaluadas por un equipo que trabaja bajo el alero del programa, para verificar si cumplen con todas las condiciones necesarias para apoyar y así darles un hogar cálido a los niños y jóvenes que necesitan, sobre todo, mucho amor y contención.
"Estamos trabajando con 63 familias, de las cuales 15 han sido reclutadas por nuestro programa. Todas las familias que tienen interés en participar son evaluadas de manera voluntaria durante un mes y después asisten a una capacitación que dura otro mes. Recién ahí quedan habilitados para asumir el cuidado de niños y adolescentes. La experiencia ha sido positiva y gratificante, porque hemos logrado que muchos pequeños vivan en un ambiente familiar", indicó Cristian Bravo.
Para un futuro mejor
La vida de la osornina Pilar Bustos siempre ha estado marcada por la entrega de apoyo y ayuda en diferentes causas sociales, como onces navideñas por ejemplo, pero siempre quiso aportar y formar parte de algún programa que le permitiera dar amor, preocupación y mostrarle a algún niño que haya sido vulnerado en sus derechos que la vida no es solo como ellos la han experimentado.
"Comencé a averiguar y llegué a este programa de familias de acogida donde uno puede hacerse cargo de algún niño o adolescente para entregarles amor y las herramientas para que puedan tener un mejor futuro. Entonces me integré y tuve que pasar por un proceso de evaluación para que los encargados del programa pudiesen conocerme y también si cumplía con los requisitos para ser una familia de acogida", indicó Pilar Bustos, a quien en algún momento le indicaron que por el hecho de no tener hijos podía tener al cuidado a un menor de hasta 8 años.
Sin embargo, en septiembre llegó a su hogar en el sector de Las Quemas una menor de 11 años que se llama Nayareth, quien necesitaba estar en una familia de acogida para así evitar ser derivada a algún hogar o centro de menores, porque nunca había estado en uno, lo que podía afectarla de manera negativa.
"Una semana antes de recibirla me habían llamado para ver si podía cuidar a un niño de Puerto Montt que presentaba algunos problemas conductuales y personalidad autodestructiva, pero que estaba en tratamiento. Yo había aceptado, pero finalmente el papá de este niño se arrepintió y quiso quedarse con él. Tras ello llegó Nayareth", dijo.
Pilar Bustos indicó que la menor con la que vive hace dos meses es una niña muy cariñosa, receptiva y que se siente muy a gusto en su casa, porque cree que tiene todo lo necesario para estar bien y salir adelante.
"Por lo que me comenta el personal del programa, Nayareth podría estar como un año y medio a dos años conmigo, porque tiene un tiempo establecido, ya que no es una adopción. La idea es que al tiempo pueda volver a vincularse con su familia, pero en este tiempo quiero entregarle las herramientas para que pueda hacerlo. Nos preparan también para que llegado el momento afrontemos de buena manera su partida, porque sin duda que se genera un vínculo de amor y cariño", expresó.
Pilar le propuso a los asistentes sociales del programa cambiar de establecimiento a la menor, para que así reciba una mejor educación y, posterior a su partida, seguir en contacto con ella y apoyarla en todo el proceso educativo.
Dos pequeños
En el sector de Francke vive la cuidadora Gabriela Villarroel junto a su marido y sus dos hijos de 15 y 12 años. Desde hace un año y medio forma parte de este programa de familias de acogida.
En su hogar tienen a dos pequeños niños. Se trata de Vicente de un año y 8 meses, y Pascal de 3 años y medio, quienes tienen algunas complicaciones de salud, porque fueron vulnerados desde la etapa de gestación, no obstante, gracias al amor y la preocupación que les entregan, han podido salir adelante.
"Una día mi marido me propuso la idea de que pudiésemos apoyar a algún niño. Justo esto se dio cuando se quemó el hogar de menores Catalina Keim hace unos años atrás, entonces nos surgió la necesidad de ayudar, porque si bien no podíamos cambiarle la vida a todos esos pequeños, podíamos al menos mejorar su experiencia por un tiempo a uno. Así comenzamos a averiguar y llegamos a este programa de familias de acogida. Llenamos un formulario, nos contactaron y
"La experiencia ha sido positiva y gratificante, porque hemos logrado que muchos pequeños vivan en un ambiente familiar".
Cristian Bravo, Director del Programa FAE El Quillay