Un llamado de alerta frente a las medidas de ciberseguridad que se están tomando en el país debería constituir lo acontecido con el hackeo sufrido por el Estado Mayor Conjunto. Más de 400 mil correos electrónicos, con sus respectivos datos adjuntos, fueron expuestos por el grupo identificado como Guacamaya, el cual los publicó el pasado 19 de septiembre, pero los obtuvo en mayo.

En palabras simples, ingresaron ilegalmente a los servidores de la Defensa Nacional aprovechando una debilidad del sistema y extrajeron la información sensible que después divulgaron, dejando en evidencia tanto la vulnerabilidad tecnológica como la responsabilidad humana: la posibilidad de un ataque había sido advertida en julio de 2021, pero no se tomaron los resguardos necesarios que eran bastante sencillos: aplicar "parches" predeterminados apenas se evidenció el problema; materiales que los mismos proveedores tienen disponibles, porque las fallas son habituales, pero hay que estar atentos y diligentes para corregirlas. Si no ocurrió así en este caso, lo determinarán las investigaciones en curso.

¿Qué se puede aprender de esta experiencia? Para los académicos del Instituto de Informática de la Universidad Austral de Chile Christian Lazo (director) y Carlos Melo (docente), lo más importante es la urgencia de actualizar legislación, protocolos inversiones y capacitaciones. Los especialistas plantearon que Chile había avanzado con lentitud en esta materia y ahora los procesos debieran acelerarse tanto para la protección para lo Estatal, como en las empresas y a nivel de personas.

También hicieron hincapié en la preparación técnica y en el aporte de las instituciones de educación.

Es posible abrir el diálogo en torno a la ciberseguridad; algo que ahora se hace urgente y que los parlamentarios han impulsado al apoyar la nueva ley promulgada en junio de este año -tras tres años de tramitación- a la luz de la suscripción del Convenio de Budapest (2017), que establece reglas internacionales frente a la ciberdelincuencia.

El mismo día que muere la reina de Inglaterra, le dieron el Premio Nacional de Literatura a Hernán Rivera Letelier. El viejo pampino que porfiadamente devino en escritor, sonreía contento desde Antofagasta y, como otras veces, bromeaba cuestionando sus merecimientos.

Valioso gesto del Estado para quien recrea uno de los mundos fundamentales para entender Chile, y que además ha hecho leer a tanta gente. Pero valioso también el gesto de la pura contingencia, pues como recordó una periodista radial ese día, la Reina Isabel es también una vieja meretriz y regenta de prostíbulo, en el imaginario del escritor antofagastino.

Esta significativa coincidencia y su repercusión, permiten hacer un punto acerca de lo que escogen transmitir los noticiarios de la televisión abierta, y cómo esa elección, coincide con los aspectos más conservadores del ámbito social-nacional, que con tanta propiedad se manifestó en el plebiscito del 4 de septiembre pasado.

En corto, los medios de comunicación influyen en la producción de referencias sociales, y esas referencias movilizan el acontecer de distintas maneras, luego de pasar por el cedazo de la agencia de las y los sujetos. Desde ese punto de vista, si bien el escritor (y con él la reina que cantaba rancheras), apareció en los medios y se habló algo de él y su obra; el deceso de la monarca europea generó un interés desmedido, y de algún modo vergonzoso, de los noticiarios de televisión abierta, que dedicaron largos minutos a destacar el brillo de una institución anacrónica y cargada de una historia colonialista.

Si hay acuerdo en que la televisión abierta debiera ejercer con responsabilidad su capacidad de influenciar masivamente en la formación de ciudadanía, nos parece que realzar esos referentes es a lo menos confuso, y más precisamente dañino, pues termina validando una comprensión de lo social, en donde la existencia de súbditos y señores se naturaliza, se conserva.

En uno de los trances sociopolíticos más determinantes de nuestra historia reciente, una obra como la de Rivera Letelier, puede ser un aporte, ya que nos recuerda lo que hemos sido, y por tanto, nos ayuda a pensar lo que somos y podemos ser. La monarquía inglesa, no.

Manuel Escobar Maldonado, antropólogo investigador Ceder