En tiempos donde hoy reinan el descrédito y la desconfianza, la figura de los héroes del pasado aparece con más fuerza y contenido, al repasar los episodios de quienes ofrendaron sus vidas al servicio de la nación. Este 21 de mayo se homenajeó la figura de Arturo Prat y de aquellos marinos que en 1879 murieron en la rada de Iquique, donde la valentía y las convicciones superaron el amargo momento de un combate desigual.

El abogado Arturo Prat, capitán de la Esmeralda, es recordado junto con toda esa tripulación, por la forma valiente como encabezó el abordaje del monitor peruano Huáscar. La Armada se siente depositaria del legado de heroísmo, valentía y entrega a la Patria dejado por Prat y de los marinos que lo acompañaron al ofrendar sus vidas. Esta fecha tiene un significado especial, pues es un reconocimiento a quienes desde los primeros días de la independencia vislumbraron lo que la dilatada costa podía significar para el país.

La importancia del Chile marítimo se debe también a aquellos visionarios que supieron aquilatar, en la distancia del tiempo, lo que significaría. Cada mes de mayo, la invitación es a que los chilenos se den el tiempo de valorar el mar y la condición de nación marítima, así como de incentivar la necesidad de conocerlo, cuidarlo y aprovecharlo. No en vano, casi un 95% del comercio exterior, incluidas exportaciones e importaciones de bienes, se realiza por vía marítima, estimulado por acuerdos de libre comercio.

A la Armada se le ha encomendado la misión del resguardo de la navegación, de la policía marítima y del combate contra la contaminación. En los últimos años, ha habido un interesante debate acerca del necesario equilibrio que debe existir entre la explotación de los recursos marinos y su preservación. La extracción regulada y con valor agregado son aspectos clave para la sustentabilidad de los recursos y para incrementar el valor de las exportaciones. En este sentido, el Mes del Mar debe ser un foco de iluminación, para tomar conciencia de la importancia de las extensiones marítimas y de la preservación de sus recursos. Es bueno mirar lo que hicieron los héroes navales de forma silenciosa y sin pedir nada a cambio. El espíritu y legado de Prat y sus marinos sigue vivo y representa un ejemplo.

El giro ecológico en las ciencias sociales se debe en gran medida a la comprensión de que no existimos desvinculados de lo ambiental, sino que somos también parte y que tanto somos afectados como afectamos y producimos fenómenos de transformación socio ecológica, derribando así la idea de lo natural y la naturaleza como procesos de generación espontánea. Una vez aquí ya no avanzamos por carriles diferentes, sino que por completo imbricados medio ambiente y sociedad, en otras palabras, nos reconocemos parte del problema y desde allí podemos comenzar a hablar de sustentabilidad socioambiental como una vía de mitigación, reparación o solución.

La relación entre sociedad y medio ambiente enfrenta un punto de inflexión que con el paso del tiempo se ha vuelto más agudo y donde el modelo de desarrollo -a nivel global- se contrapone a los ritmos y ciclos biológicos humanos y no humanos. Este desencuentro ha provocado un impacto significativo en las formas de vida y vinculación de las sociedades con el medio en el que viven, generando diversos tipos de impacto, entre ellos, pérdida de identidad, aculturación, migración ambiental, aumento de los niveles de pobreza, segregación y acceso a oportunidades entre muchos otros. Así las cosas, es posible reconocer la necesidad de las ciencias sociales en general y del trabajo social como disciplina del conocimiento y la transformación en estas fronteras por lo general difusas, creando tanto estrategias para hacerles frente como puentes para avanzar hacia mayores estándares de justicia social.

Como sabemos, el trabajo social ha tenido un desarrollo histórico al amparo de políticas vinculadas a garantizar el acceso de las personas a los diversos programas y beneficios estales, sin embargo, la profesión ha tenido diversos giros, hemos pasado de la filantropía a la asistencia social y de allí al trabajo social, de la educación popular a la tecnocracia y nos hemos adaptado a la única certeza del mundo social: el cambio. Sin embargo, ahora, este año que se cumplen 50 años del informe de los límites del crecimiento que anunciaba justamente límites y cambios que hemos visto suceder a lo largo de estas décadas y que han implicado este nuevo giro, plantearnos la sustentabilidad socio ambiental como campo de investigación, reflexión e intervención para el trabajo social parece más que lógico una responsabilidad ética con las personas y los principios de justicia social.

Galicia Stuardo Ruiz, directora de Licenciatura en Trabajo Social Universidad Santo Tomas