Alberto Dougnac, subsecretario de Redes Asistenciales, se ha referido a las exigencias a las que se ha visto sometido el sistema de salud desde el comienzo de la pandemia, hace casi un año y medio, si se considera que desde que se detectó el primer caso confirmado de covid-19, en marzo de 2020, el 8,3% de la población chilena ha desarrollado la enfermedad, lo que equivale a un millón 620 mil personas, muchas de las cuales han requerido de hospitalización e internación en unidades de cuidado intensivo.

La tendencia sostenida a la baja en los contagios que se advierte en el país y en Los Lagos permite dar un respiro a la red asistencial y a los funcionarios que durante todo este período han tenido una gran carga de trabajo. Esto ha permitido también ir disminuyendo el número de camas críticas destinadas a pacientes contagiados y acentuar la atención en los enfermos no covid.

Esta situación positiva que se vive en las últimas semanas se debe al exitoso plan de vacunación y a la aplicación de las medidas sanitarias para evitar los contagios. No obstante, la aparición de la variante delta hace necesaria la aplicación de una tercera dosis, a manera de refuerzo, que comenzó esta semana para parte de los adultos mayores.

Tal como en su oportunidad señalaban los expertos, el control del virus se lograría una vez que se alcanzara la vacunación de alrededor del 80% de la población objetivo. Resulta notorio que quienes hoy están ocupando camas en los hospitales debido al virus son mayoritariamente personas que se resistieron a la vacunación, de las cuales el 70% no están vacunadas. Ese es, precisamente, el costo de los negacionistas que hay en cada ciudad.

Los epidemiólogos también han advertido de la amenaza que significan las variantes delta y gamma, un escenario que genera preocupación, no sólo porque Chile atraviesa un buen escenario epidemiológico, sino porque también se aproximan las Fiestas Patrias. Los expertos coinciden en que la buena situación epidemiológica que hoy presenta el país debe mantenerse aparejada con incrementar el número de personas vacunadas y seguir manteniendo las medidas sanitarias, especialmente frente a los primeros casos de transmisión comunitaria de delta.

Rescatamos de 15 meses de pandemia la "forzada digitalización" a la que vimos sometidas nuestras actividades cotidianas. Ya que, de acuerdo con estudios, el proceso de transformación digital de las empresas y servicios se vio optimizada en un 7% respecto de su desarrollo tendencial histórico.

Entendemos que, durante la primera fase de la crisis, reconocida como de "de choque" o "de resistencia", esta forzada digitalización ha permitido mantener la actividad de las organizaciones, así como vínculos e interacciones sociales en un contexto general de confinamiento.

A la hora de hacer frente a la situación en las entidades, lo digital ha jugado un papel fundamental, ya que ha sido el elemento de soporte de muchas de sus respuestas. En numerosos casos, esta situación ha implicado toda una serie de aprendizajes que deben ser correctamente aprovechados, para que influyan positivamente en el proceso de la futura transformación digital de las organizaciones.

Organizaciones que, por cierto, ya contaban con incipientes sistemas digitales, no sólo se apoyaron en ellos desde un punto de vista pragmático y circunstancial, como puede ser atender a unos niveles de comunicación repentinamente superiores, sino también desde un enfoque estratégico, adoptando una visión de carácter innovador a más largo plazo.

Vimos que, entidades tradicionalmente verticales, se reacomodaron en estructuras horizontales organizadas en torno a células, funcionando en red. Modalidad que permite una rápida reacción ante los cambiantes y variados escenarios que hasta hoy no dejan de sorprender.

Lo sorpresivo de la crisis ha demandado una reinterpretación de la situación, de tal manera que las organizaciones que han sabido combinar la necesidad y la oportunidad, saldrán fortalecidas y dotadas de nuevas estructuras y habilidades.

Se nos quedan pegados en el barro de una burocracia anclada desde hace casi un siglo en nuestras estructuras administrativas, entidades análogas que resisten con todas sus fuerzas la digitalización, tal como el conocido caso del conservador de bienes raíces de Osorno.

Ponemos nuestras esperanzas en el proceso Constituyente, tomándolo como una oportunidad para fortalecer y dar mayor visibilidad a la modernización del Estado.

Andrés Angulo, arquitecto presidente CChC Osorno