Desde 1992 en Chile se realizan actividades para promover la lactancia materna y desde 2019 el país cuenta con una ley (la 21.155) que promueve y protege el derecho de todo niño y niña a ser amamantado, como el de las madres a hacerlo en todo lugar y momento que estimen necesario.

Una de las actividades más difundidas en esta materia es la Semana de la Lactancia Materna, que se desarrolla a nivel internacional los primeros 7 días de agosto, por invitación de la Organización Mundial de la Salud y la Unicef (Naciones Unidas para la Infancia). Por ello, desde esta semana el tema es analizado en diversos espacios, aunque la pandemia ha impedido realizar eventos públicos como se hizo hasta 2019. Lo que sí se hace es dar a conocer los beneficios de esta práctica, que debe mantenerse desde el momento del nacimiento hasta los 6 meses de vida como alimentación exclusiva de los bebés y como complementaria hasta los 2 años de edad.

Entre esos aportes se cuenta el valor nutricional, generar apego, transmitir anticuerpos, asegurar el normal desarrollo de la salud física y emocional; además de ayudar a las mamás a prevenir el cáncer, recuperarse y enfrentar la depresión postparto.

También, en medio de la crisis sanitaria, es preciso informar para derribar algunos mitos, especialmente los que se han tejido en torno a la lactancia y la vacunación. Lo primero es aclarar que recibir las dosis contra el covid-19 o la de la influenza no afecta a la calidad, ni cantidad de la leche materna. Al contrario. La protección se traspasa a los pequeños.

Existen iniciativas para estimular la lactancia materna hace varios años. En diversos centros asistenciales de las comunas, hay programas de acompañamiento e información. Además, se han formado voluntariados y profesionales especializadas como monitoras que pueden ayudar en proceso natural y bello. Sobre todo porque necesita fomento cultural y resguardo social; más todavía en condiciones de emergencia como las actuales. En ese contexto, hace mucho sentido el lema 2021 de la Semana: "Proteger la lactancia materna: un compromiso de todas y todos".

De acuerdo con un estudio realizado por los investigadores españoles Dr. José Fernández y la Dra. Isabel Cantón el 2017, tener éxito se identifica con lograr estatus social y económico, ser reconocido y respetado, tener poder o sentirse admirado, tener prestigio, ser un visionario, ascender en la jerarquía empresarial o académica.

Si bien es cierto que el hecho de nacer en el seno de una familia de profesionales con título universitario representa una ventaja, ello no significa que el éxito esté asegurado, tal como lo demuestran miles de ejemplos de la vida real, ya que son tantos los problemas emocionales que causa en algunas personas el hecho de "heredar" una vida exitosa y brillante por parte de sus padres, que ello impulsó a un grupo de personas a crear una asociación internacional llamada "Hijos de Jefes" ("Sons of Bosses"), con el propósito de entregar consejos prácticos a los perturbados hijos de estas personalidades tan exitosas.

Otra investigación consigna que cuando se les pregunta a las damas por el motivo del éxito que han tenido otras mujeres en la vida, ellas tienden a atribuirlo -por lo general- a la "suerte", mientras que si se trata del éxito alcanzado por los hombres, consideran que dicho éxito se debe a las capacidades de los varones.

Asimismo, este estudio sacó a la luz que las mujeres son más proclives a sentirse culpables y a caer en la "auto recriminación" cuando fracasan en algo. Por otro lado, los hombres entrevistados para este estudio -en función de una forma inversa de pensar y percibir las cosas- atribuían sus fracasos a la "mala suerte", en tanto que las mujeres atribuían sus fracasos a su propia "incapacidad".

En síntesis: los hombres -motivados por el éxito- se las ingeniaban para no ver lastimado su orgullo masculino ante el fracaso, en tanto que de forma casi invariable, las mujeres se sentían avergonzadas por su propio fracaso, sin buscar explicaciones tales como el azar, el destino o la mala suerte.

Digamos, finalmente, que desde una visión más integradora, el éxito es definido como el logro de la felicidad individual, el que debe considerar cuatro dimensiones: la personal, la profesional, la empresarial y la familiar.

Dr. Franco Lotito, profesor del MBA de la UACh