El lunes 4 de junio de 1928, la casa comercial Saelzer & Schwarzenberg inauguró sus nuevas dependencias anexas al edificio del Banco Osorno y La Unión, ubicada por calle Eleuterio Ramírez esquina Manuel Antonio Matta.

Esa casa comercial, fundada por los hermanos Federico y Enrique Schwarzenberg, se había convertido en una de la más importante en su rubro, abriendo por primera vez sus puertas en nuestra ciudad el 24 de abril de 1897 en calle Figueroa, que en la actualidad corresponde a Los Carrera, siendo sucursal de la existente en Valdivia.

Y volviendo a 1928, el extinto diario La Prensa de Osorno destacó que la inauguración fue todo un acontecimiento social, asistiendo las autoridades políticas e invitados especiales, quienes comprobaron el notorio progreso alcanzado por esa casa comercial, que en sus inicios en Osorno se ubicada en un caserón de dos pisos y, ahora, se instalaba en una sólida y moderna edificación de cemento.

En el primer piso se encontraba lo referido a mercería, en el segundo los clientes adquirían artículos para el hogar y cocina. Al subir al tercer piso, se exhibía la cristalería, plaqués y porcelana. Y para bodegas se habilitó el cuarto piso y un subterráneo.

La apreciada cantidad de productos que ofrecía eran de marcas de reconocido prestigio nacional e internacional, donde destacaron aquellas provenientes de Alemania.

Con ascensor

Y un hecho que concitaría un verdadero e inusitado interés de quienes visitaban los diversos pisos de la casa comercial Saelzer & Schwarzenberg, fue la instalación de un ascensor que resultó ser toda una verdadera novedad para la época en Osorno.

El elevador era de la marca Schindler de Suiza y fue el primero en funcionamiento en Osorno y en el sur de Chile. Se desplazaba desde el subterráneo hasta el cuarto piso y su cabina se manejaba con botoneras, trasladando hasta cuatro personas con una carga total de 300 kilos, a una velocidad de 0.65 metros por segundo.

La osornina Carmela Soriano Bórquez fue conocedora de ese ascensor: "Ese negocio era muy conocido por su buena atención y los productos que vendían, todos de primera calidad. Y claro que fue muy novedoso para Osorno ese ascensor, porque sólo se veía en las ciudades grandes como Santiago o en las películas … los chicos y gente joven eran los más entusiastas en subirse y había que hacer filas para ocuparlo. A las señoras bien mayores les daba miedo subirse y usaban mejor las escaleras por miedo a quedarse encerradas o que se cayera el ascensor. Había algunos que entraban al negocio solamente para andar en el ascensor, entonces los dueños se pusieron más estrictos y solamente la gente que compraba tenía derecho a subirse al ascensor".

Aquella inauguración de la casa comercial Saelzer & Schwarzenberg, incluido su ascensor, era una demostración más de la solvencia económica que gozaba la ciudad de Osorno, que en esos tiempos se consolidaba como la capital agrícola y lechera del sur de Chile.