A cuidar el planeta
En el marco de la conmemoración del Día Internacional de la Tierra se plantea una serie de desafíos para proteger el entorno. Es fundamental tomar conciencia del problema en el que estamos involucrados y asumir compromisos individuales y colectivos.
El miércoles se conmemoró el Día Internacional de la Tierra. Su instauración tuvo como finalidad crear conciencia sobre las dificultades del planeta en cuanto a la contaminación, conservación de la biodiversidad y otras inquietudes ambientales.
El calentamiento global del planeta que hemos generado es la mejor prueba de que el hombre ha sido el causante del deterioro progresivo de la tierra. Ya está bastante socializado que el daño causado es gigantesco. Aguas y territorios contaminados, además de grandes emisiones de gases de efecto invernadero que tienen a nuestro hábitat en un cambio con insospechadas consecuencias. El aumento de las temperaturas es un efecto de ello, pero también una causa para otros sucesivos golpes de conclusiones apenas percibidas, como aumento del nivel del mar, probable desaparición o mutación de numerosas especies, modificaciones de la geografía, cambios que eran insospechados en el clima y que han sido detallados por los científicos.
Y nuestra Región no escapa a ello, cuando se analiza la contaminación del aire, de los ríos y lagos, etcétera. Por ello, es fundamental tomar conciencia del problema en el que estamos involucrados y asumir compromisos individuales y colectivos que garanticen la sobrevivencia. El asunto es muy delicado y exige acciones concretas para comenzar a remediar los perjuicios y transformaciones ocasionados, porque las futuras generaciones así lo exigen.
Todo hace parecer que hoy la conciencia ecológica crece. Así también se desprende de los movimientos sociales que han puesto de relieve estas discusiones. En nuestro país, el tema energético ha estado relacionado en el último tiempo con eventuales daños a la naturaleza. Sin embargo, más allá de los grandes temas medioambientales, existen aquellos particulares o menores, pero no menos importantes, confinados a las comunidades, en los que la conciencia ecológica no existe. Están desde quienes lanzan basuras a los ríos, lagunas o al mar, o incluso quienes tiran a diario sus desperdicios en las calles, sitios eriazos o en las playas.
En la medida en que cada adulto actúe en forma responsable en este tema, irá formando a sus hijos en esa misma cultura.