Nueva "normalidad"
Producto de la pandemia provocada por el covid-19, el 91% de los estudiantes de al menos 188 países hoy no están asistiendo a la escuela. Chile no está ajeno a esta situación.
Para muchos niños, la educación que están recibiendo es limitada. La crisis ha puesto de manifiesto y agudizado las desigualdades socioeducativas y las disparidades. Numerosas escuelas no están preparadas para usar la tecnología online. Algunos docentes no tienen experiencia ni conocimiento sobre clases de este tipo. Asimismo, muchos niños no cuentan con condiciones de acceso.
Es fundamental proteger la salud de nuestros hijos, pero al no ser de riesgo directamente, sólo hay que cuidarlos con los resguardos necesarios. En ese sentido, es de suma importancia que no queden vacíos en su educación, que no pierdan el año, tomando las medidas de distancia y sanidad correspondiente. Países como Alemania y Francia ya lo están adoptando con cifras de fallecidos que duplican las de Chile. Nadie dice que volvamos a la "normalidad", porque eso ya no es posible, sólo un retorno lento y paulatino a nuestro nuevo estilo de vida.
Francisco Alcalde
Encierro y estrés
Padres y madres siempre hemos deseado estar más tiempo en casa, compartiendo con nuestros hijos, llevando a cabo proyectos domésticos o simplemente disfrutándola. Pero de la forma que nos obligó esta pandemia, posiblemente no era la que deseábamos.
La casa de un día para otro se convirtió en un espacio distinto, las habitaciones en oficinas y el comedor en una sala de clases multinivel. Padres e hijos deben compatibilizar las responsabilidades laborales o académicas con los quehaceres que trae consigo una casa, que si bien son dos actividades que se realizan a diario, cuando se juntan en un mismo espacio pueden provocar estrés.
El estrés es inherente al ser humano y los niños no están exentos de esto. Primero, debemos preguntarnos cómo estamos llevando este encierro, pues la respuesta va a ser gatillante en el comportamiento de los niños. También debemos identificar nuestras redes de apoyo y contención, para hacer uso de ellos cuando nos sintamos sobrepasados.
En segundo lugar, mantener algunas rutinas, con los niños, rutinas que no son transables; higiene personal, horas de sueño, de comidas y el cumplimiento de las tareas escolares, estas actividades llevan al equilibrio, ya que el orden externo trae orden interno. También debemos respetar las horas de ocio y tiempo libre para que realicen una actividad que les sea personalmente placentera, así les enseñamos que todo tiene su tiempo y que el esfuerzo se premia.
Por último, crear instancias para reencontrarse como familia, agradecer el poder estar juntos y darles la esperanza que vamos a salir de todo esto.
Paula Fuentes Sicóloga académica Facultad de Educación, U. de Las Américas
Futuro del "modelo"
El ministro de Hacienda Ignacio Briones y el presidente del Banco Central, Mario Marcel, abordaron el debate en torno al "modelo" chileno una vez superada la tormenta pandémica. "Algo que no se adapta termina por perecer", dijo el primero y "me parece muy difícil que volvamos exactamente a lo que hacíamos en septiembre del año pasado", dijo el segundo.
Se ha enfatizado por un importante abanico de actores sobre la importancia estratégica de la ciencia y la tecnología para el desarrollo nacional, cuestión que en sí no es muy novedosa. La economía del desarrollo del siglo XXI ha puesto énfasis en la importancia, para las estrategias de desarrollo de los países, de la política industrial, pero entendida esta ya no, por ejemplo, como la del limitado ISI chileno (1939-1975) o la de un fracasado Gran Salto Adelante (1958-1962), sino como la de una política industrial, tecnológica y científica al mismo tiempo (al estilo taiwanés). De ahí la importancia en esta literatura de los sistemas nacionales de innovación.
La pregunta fundamental sería: ¿estaremos ad portas de la reforma y perfeccionamiento de nuestra política económica a la luz de estas extraordinarias circunstancias? Cualquiera sea el caso, la reorientación de las instituciones de nuestro capitalismo debe asumir los éxitos de la actual estrategia, pero mover el cerco de lo posible en cuanto a instrumentos de desarrollo imaginables y consensuados. El Estado, en estrecha colaboración con el sector privado, puede proveer la institucionalidad, las herramientas y los recursos para nuestros innovadores tecnológicos, es decir, formular política. Con todo, esta discusión no se da en el vacío: parte de la base de una economía frágil y debilitada por una estrategia que muestra signos de agotamiento -tras haber instalado sólidos cimientos- y debe operar en las posibilidades de unas alicaídas finanzas públicas. Estamos en una coyuntura donde las ortodoxias no nos traerán las respuestas, ni nos volverán a hacer crecer significativamente.
Camilo Barría-Rodríguez Historiador