Por supuesto, superamos con creces la teletón, damos hasta la camiseta para la reconstrucción en terremotos, incendios e inundaciones.

¿Solidaridad? Sin duda, un empresario es capaz de aportar miles de millones de pesos a una buena causa, una animadora que gana muchísimos sueldos mínimos ayuda anónimamente, según propias palabras. Los jugadores de fútbol, con sus sueldos incomprensibles, tienen sus fundaciones.

Sin embargo, cuando las crisis terminan, todos a sus puestos y rutinas y nuestro país sigue con las mismas diferencias en salud, educación, sueldos y pensiones.

¿Solidarios? Sí, para la foto. Sin embargo, otra cosa es con guitarra y hoy, en medio de esta pandemia, acabamos de descubrir que existen ciudadanos con vocación dispuestos a hacer las cosas bien.

Ante esos "solidarios tan criteriosos" que portando el virus se van de carrete, aparecen cientos de militares cuidando los puntos más sensibles como el agua, la luz, etcétera. Ante los "solidarios irresponsables" que insisten en viajar a sus segundas viviendas, surgen nuestros Carabineros y PDI instaurando orden y tranquilidad. Ante "la exactitud científica" sobre el origen del virus, asoman cientos de ciudadanos que siguen yendo a trabajar para que tengamos pan para mañana o retirando la basura de nuestras casas. Ante la "solidaria abundancia de información periodística", bomberos al pie del cañón están listos para salvarnos de alguna tragedia. Ante los "solidarios opinólogos", siempre tan prolíferos que pretenden saber lo que no se sabe a ciencia cierta, se presentan nuestras autoridades poniendo paños fríos y responsables soluciones. Ante los "solidarios" que llenan supermercados, ahí están, como siempre, "los chilenos de blanco", hombres y mujeres, trabajadores de la salud, desde el portero en el hospital hasta el ministro, dejando el alma en su trabajo, callados, lejos de sus familias, agotados y aún así haciendo más de lo que se les pide. Todos ellos, anónimos y generosos. Ni grandes sueldos ni pliego de peticiones, sólo chilenos, verdaderos solidarios con sus millones de gotas de amor al prójimo, para que usted y yo sigamos viviendo.

Vivian Arend

Este mes entró en vigencia la ley de trabajo a distancia, concepto conocido también como teletrabajo, y que hasta antes de decretarse la pandemia había registrado un débil avance en el país.

A partir de la crisis sanitaria por el coronavirus hubo una obligación mundial por acelerar esta modalidad, que en términos prácticos permite que las personas puedan realizar sus funciones laborales vía Internet, sin tener que acudir presencialmente a sus lugares de trabajo.

La regulación establece la obligación de suscribir un contrato a quienes presten servicios fuera de la empresa y, adicionalmente, si un trabajador ya cuenta con una relación laboral, de carácter presencial, podrá acordar con su empleador el cambio total o parcial a la modalidad de trabajo a distancia o teletrabajo, combinando así de mejor forma las responsabilidades laborales con las familiares y su vida social, sin que ello signifique una rebaja en sus salarios y beneficios. La ley considera una norma que es innovadora en Latinoamérica, pero que recoge estándares europeos, como el derecho a doce horas de desconexión del empleado, respetando su tiempo de descanso, permisos y vacaciones, así como su intimidad personal y familiar. A la vez, obliga a los empleadores a suministrar todos los recursos necesarios para cumplir funciones en forma remota.

La iniciativa cobra relevancia frente a la emergencia sanitaria generada por el coronavirus, en momentos en que se ha planteado la necesidad de evitar las aglomeraciones de personas y mantener distancia preventiva para evitar contagios.

De acuerdo a estudios internacionales, más de la mitad de las empresas no tenían una estrategia formal para el espacio de trabajo digital.

Además, se presentan también algunos desafíos: como no es un trabajo presencial, las relaciones a distancia no son tan fáciles como las que existen en el cara a cara.

Por ello, se requiere de los líderes un estudiado plan de acción, que deje en claro los objetivos y las metas. El desafío del teletrabajo es grande si se quiere avanzar en su aplicación de forma exitosa.