Hoy en día, con los tiempos que corren, son muy pocas las personas que pueden asegurar que jamás en sus vidas han tomado una píldora para poder dormir.
De acuerdo con una encuesta realizada en 2018 en 13 países de América Latina por la compañía tecnológica Philips, con ocasión de la celebración del Día Mundial del Sueño, bajo el lema: "Mejor sueño, mejor salud", los resultados indicaron que menos de la mitad de las personas mantenía horarios de sueño estable, en tanto que sobre el 60% de los adultos presentaba algún tipo de trastorno del sueño. (Mantengamos presente que este estudio se realizó antes de que se produjera el estallido social, hecho que elevó en Chile los índices de trastornos en salud mental: depresión, ansiedad, crisis de pánico, insomnio, etcétera).
En esta preocupante realidad de país insomne, el estilo de vida que llevamos ejerce una gran influencia, ya que el exceso de luz, el uso de computadores, celulares, televisores, sumado al exigente y acelerado ritmo de vida, está afectando gravemente el conciliar el sueño y descansar de manera adecuada, siendo los trastornos más recurrentes el insomnio, los ronquidos y la apnea del sueño. Estos dos últimos son los más peligrosos para la salud, porque pueden causar infartos cardíacos y cerebrales.
Al filtrar las cifras y hacer un estudio por separado, se determinó que quienes se llevan la peor parte son las mujeres, con más del 50% de personas afectadas, de las cuales el 31,3% consume fármacos para dormir algunas horas.
Los principales factores que afectan a las mujeres están asociados a embarazo y síntomas físicos y emocionales propios de esta etapa (dolores, calambres en las piernas, acidez, movimientos del feto, ansiedad); dolores de cabeza y cambios de ánimo en los días previos al ciclo menstrual; tener una pareja que ronca o que sufre de apneas o síndrome de la pierna inquieta; tener hijos adolescentes que se acuestan muy tarde, lo que afecta el sueño de ambos padres.
A lo anterior es preciso agregar los siguientes factores que afectan el sueño -tanto en hombres como mujeres-, asociados a períodos de crisis e inestabilidad de diversa naturaleza: preocupaciones de tipo laboral y económico, una separación traumática, duelo por la pérdida de un ser querido, problemas de salud, sufrir depresión o cuadros de ansiedad, violencia intrafamiliar, sentir inseguridad, entre otros.
Dr. Franco Lotito C. Académico, escritor e investigador (PUC-UACh)