PSU
La Prueba de Selección Universitaria (PSU), objetivamente, constituye una batería de pruebas estandarizadas, cuyo propósito es la selección de postulantes para la continuación de estudios universitarios. Desde una perspectiva subjetiva, constituye una experiencia de tensión, debido a que implica una respuesta a una demanda externa, de la que depende gran parte del futuro profesional proyectado. Representa una fuente estresora, que implica respuestas altamente emocionales, las que se pueden expresar en diferentes grados de ansiedad.
Estudios plantean que un grado leve o moderado de ansiedad puede cumplir una función útil o favorecedora para al individuo, en cuanto genera un estado de alerta y de tensión que puede mejorar el rendimiento. Por el contrario, altos niveles de ansiedad pueden conducir a errores sicomotores o intelectuales, debido al compromiso en los procesos de memoria, dificultad en la concentración y, en general, a la alteración del funcionamiento sicológico.
El manejo de la ansiedad es uno de los aspectos relevantes para lograr los resultados deseados. Para esto, son importantes los niveles percibidos de certidumbre, ya que mientras se tienen mayores certezas sobre el proceso académico e institucional asociado a la prueba, la ansiedad tiende a niveles bajos y moderados. No cabe duda que el contexto actual de cuestionamiento de la PSU representa un escenario de incertidumbre que altera las respuestas tradicionalmente sugeridas para el momento de rendirla. Frente a esto, una de las certezas con que cuentan los estudiantes se refiere al desempeño expresado en los contextos particulares de enseñanza aprendizaje, medidos a través del ranking de notas y el NEM. Por otro lado, las creencias de autoeficacia representan un factor protector de las experiencias de estrés, que implican altos niveles de esfuerzo y persistencia para afrontar los desafíos y obtener los resultados deseados.
Jorge Vergara Académico Escuela de Sicología Universidad de Las Américas
Gobernadores desconocidos
El nuevo cargo de gobernador regional está contra las cuerdas. No solo por la incertidumbre que aún pesa sobre sus hombros, pues no existe claridad de funciones, competencias u otros. La ley corta, de pretendida aprobación para marzo, mantiene la incerteza. La última encuesta Cadem pareciera dar el golpe de knockout. Un 73% sabe poco o nada de las atribuciones del nuevo gobernador regional y un 65% está de acuerdo con aplazar sus elecciones.
Una seguidilla de errores, desaciertos e infortunios tiene colgando de un hilo uno de los escasos proyectos de descentralización del país. Es tiempo de que el país adopte un compromiso serio con el desarrollo de sus regiones y de una vez por todas trabaje enfocándose en ello.
José Luis Trevia
Políticas de medicamentos
Hoy existe un cierto consenso en que la política de bioequivalencia no ha tenido el impacto que se esperaba en relación a la baja de precios. Esto ha sido ratificado por distintas instituciones y ex autoridades, entre ellas el ex subsecretario Jaime Burrows, quien señaló que la Ley de Fármacos 1 "no tuvo impacto en disminuir el gasto de bolsillo, porque la promesa que se hizo no tenía asidero. Al poner la exigencia de la bioequivalencia, asegura un estándar de calidad, pero no baja el gasto". Algo similar se prevé en relación a la Ley de Fármacos 2, ya que estamos en un momento crucial de la discusión, donde todo lo expuesto y discutido en el legislativo puede tener un "nuevo rumbo" en la Comisión Mixta, algo que ya ocurrió en la discusión de la Ley de Fármacos 1 donde se modificó todo lo acordado en materia de prescripción por nombre genérico y su obligatoriedad (pese a estar avalado por la literatura y por la OMS).
Las políticas públicas deberían estar basadas en evidencia. No por un anhelo tecnocrático, sino más bien para resguardar que estas respondan a lo que requiere y se ha demostrado mejor para los objetivos de la política pública: La ciudadanía.
Necesitamos urgentemente una Política Nacional de Medicamentos real, no un listado de medidas acotado, sino más bien una hoja de ruta hacia donde avanzaremos como país: ¿Requerimos producción nacional de medicamentos? ¿promoveremos el uso de medicamentos genéricos en la población y en la prescripción? ¿modificaremos el sistema de farmacia actual desde un retail a un real centro de salud? ¿necesitamos estándares de acreditación para farmacias que entregan medicamentos GES?, entre otras…
Es hora de preguntar hacia dónde vamos y qué camino tomamos. Nosotros desde la academia esperamos que sea por medio de la evidencia y el diálogo, ya que ha demostrado ser la mejor manera de crear políticas públicas como políticas de Estado, que no se vean mermadas por los vaivenes políticos.
Jorge Cienfuegos Silva Académico Escuela Química y Farmacia U. Andrés Bello