Este domingo 12 de enero se realizará una Consulta Ciudadana en Osorno, similar a las realizadas en varias comunas del país en el pasado 15 de diciembre. La Consulta tiene el objetivo de "conocer la opinión de los vecinos de Chile respecto a temas que son relevantes para avanzar hacia una sociedad más justa de cara al futuro." Habrá 3 papeletas: una Institucional (relativo a la nueva Constitución y restitución del voto obligatorio); una Social (relacionado a demandas surgidas a nivel país), y; una Comunal (respecto a Essal y proyectos a nivel local), la cual no es, en el marco estricto, vinculantes, pero vienen a ser la opinión de los y las ciudadanas que no se han logrado transmitir, aparentemente, por los medios establecidos de la política pública y los mecanismos de la política del Estado.

"El despertar de Chile" ha puesto en evidencia, ante los ojos de los y las ciudadan@s de Chile, así como de ciudadan@s del mundo, que los procesos vinculantes son, cada vez más, necesarios y efectivos instrumentos para acoger la voluntad del electorado. Esto, puesto que la democracia representativa pareciera haber cumplido un ciclo, por lo menos, bajo las estructuras vigentes (no solo en Chile y en América del Sur).

Habrá procesos de consulta que recogen tendencias que agraden a algun@s pero que también desagraden a otr@s, sin embargo, la consulta (así como algunas encuestas) tiende a proporcionar una oportunidad de aclarar y de difundir preferencias que, por otros formatos, no se pueden medir. Recordar, también, que puede ser manipulado, dependiendo de lo que se incluya o excluya de la papeleta, pero el electorado de hoy está mejor informado que antes.

Es un instrumento perfectible, que no determinará los elementos precisos del proceso que se viene en el país, pero orientará, tal como las consultas de diciembre, la voluntad de gran parte de la población. Para los temas urgentes de nuestro entorno (no solo en términos de la política estatal), la Consulta Ciudadana del 12 de enero, puede ser tanto o más vinculante que los programas políticos que se aprueban por medio de las elecciones del próximo noviembre.

James Park Key, director Ceder

El comienzo de un nuevo año representa siempre la oportunidad de revisar cuál es la situación en que se encuentra cada país, así como los focos que deberían ponerse en la gestión pública y privada para enfrentar aquellos puntos en que se está al debe, especialmente pensando en los más postergados de cada sociedad.

Y aquello es especialmente relevante para Chile, ya que enfrentó un fin de año complejo derivado del estallido social que se expandió por Santiago y las regiones a partir del 18 de octubre pasado.

A ello se ha sumado la petición de sectores políticos y sociales de abordar cambios constitucionales, lo que a través de un amplio acuerdo político se acordó que se dirimirá en el plebiscito que se realizará el 26 de abril.

Un buen insumo para una adecuada contextualización es el Informe sobre Desarrollo Humano 2019, que hace unos días presentó el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (Pnud), con los datos del año 2018 para 189 países y territorios reconocidos por las Naciones Unidas.

El Índice de Desarrollo Humano (IDH) es una medida que se utiliza para evaluar el progreso a largo plazo en tres dimensiones básicas del desarrollo humano: una vida larga y saludable, el acceso al conocimiento y un nivel de vida digno. Chile obtuvo un valor de 0,847 en el IDH, que lo sitúa en el lugar 42 de entre los 189 países y territorios estudiados y dentro de la categoría de desarrollo humano "muy alto", así como el país de Latinoamérica y el Caribe mejor ubicado en el IDH.

Es un hecho que el Pnud pone el foco en su informe global y específico para nuestro país en un factor sobre el cual ha alertado ya hace bastante tiempo, como es la desigualdad.

Naciones Unidas advierte que las desigualdades del desarrollo humano dañan las sociedades y debilitan la cohesión social y la confianza de la población en los gobiernos, las instituciones y sus congéneres, además de deteriorar las economías al impedir que las personas liberen todo su potencial en su vida personal y profesional y dificultan que las decisiones políticas reflejen las aspiraciones de toda la sociedad.