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Luego de la controvertida ceremonia con que el ex obispo castrense tomó posesión de su cargo en la diócesis de Osorno, monseñor Juan Barros Madrid decidió hablar en las afueras de la Casa de Ejercicios Betania, en el sector de Pilauco, donde llegó para participar en un almuerzo junto a los religiosos que asistieron a la actividad realizada en la Iglesia Catedral.
Allí, el nuevo pastor diocesano enfrentó por primera vez todas las preguntas de la prensa, particularmente en relación a su vínculo previo con Fernando Karadima. Un tema que antes sólo había abordado en extenso a través de una carta fechada el 16 de marzo, donde se dirigió a los sacerdotes, diáconos, religiosos y fieles de la diócesis.
Respecto de sus declaraciones previas sobre el tema, explicó que "en la carta que le envié a los sacerdotes y feligreses traté de expresarlo más claramente posible. Yo no tengo un equipo comunicacional que me diga qué responder; soy un sacerdote y me dedico a cumplir esa labor. Llegué a la parroquia (Sagrado Corazón de El Bosque, donde Karadima era párroco) siendo colegial, ya que el San Ignacio -donde estudié- quedaba cerca de allí. Iban mis hermanas y también mis compañeros de colegio me invitaron. Habían varios sacerdotes y hacíamos misiones; yo era el jefe del grupo de hospitales y vivimos un tiempo lindo ahí".
Agregó que "después me ordené sacerdote y ocurrieron las cosas que ha condenado la Santa Sede. Y desde el primer momento adherí absolutamente a esa condena, y les digo delante de Dios que me está escuchando que a mí nunca se me pasó por la mente que ocurrían esas cosas. Cuando eso pasó yo ya era sacerdote y estaba trabajando con el cardenal Fresno".
"NO SOY SU AMIGO"
¿Nunca supo ni vio nada?
-No, gracias a Dios. Y no lo hubiera aceptado por ningún motivo.
-¿Usted es amigo de Fernando Karadima?
-Yo no soy amigo de Fernando Karadima. Hoy día no tengo ninguna relación con él. Desde que la Santa Sede decretó lo que decretó, no he tenido ningún contacto con él. Y ya antes estaba distanciado.
-¿Pero fue cercano a él?
-Por supuesto que fui cercano. Pero me fui distanciando; y no porque supiera sobre las denuncias, sino por su mal genio. Se empezó a poner muy rabioso y entonces yo me fui distanciando. Se los repito delante de Dios, jamás siendo secretario del cardenal Fresno supe de estas cosas tan trágicas. Pero me duele enormemente el dolor de las víctimas y ruego por quienes llevan este dolor hasta hoy. Y esa es la verdad que les puedo decir.
-¿Qué le dice concretamente a los denunciantes de Karadima?
-Reitero lo que dije en el corazón. Me duele enormemente el dolor que ellos llevan. Esa es mi verdad.
-¿Cómo toma el rechazo que ha generado su llegada entre sacerdotes locales?
-Fue muy provechoso que cuando venía llegando del extranjero (tras un retiro espiritual de un mes en España) vine a saludarlos. Hablamos inmediatamente con monseñor Chomalí, para venir acá. Dialogamos y yo los escuché. Antes de hablar me dijeron todo lo que ellos sentían. Entonces fue algo positivo. Y creo que así se van a ir dando pasos.
-¿Le duelen las palabras de monseñor Alejandro Goic que dijo que "hubiera preferido otra cosa" para Osorno?
-No había escuchado esos dichos. Pero aquí estoy, y en la Catedral se lo dije a un periodista: ayúdenme ustedes para construir algo lindo y positivo. Todos tenemos limitaciones, defectos, nos podemos haber equivocado en algún momento de la vida, no haber reaccionado de forma rápida de acuerdo a lo que supimos, nos dimos cuenta. Ayúdenos a salir adelante.
Llamado a osorninos
-¿Cuál es el llamado a una comunidad osornina dividida por su llegada?
-Que tengo la esperanza más linda que con la gracia de Dios, la buena voluntad de todos y la ayuda de la Virgen María vamos a salir adelante. Y que tengamos esa comprensión de irnos escuchando, valorando y ustedes también (los medios de comunicación), ayúdenme a eso.
-¿Cómo va a enfrentar las primeras misas?
-No, la misa no se enfrenta, la misa se celebra. Y tengo que hablar con los sacerdotes, para hacer un plancito de visitas a las parroquias. Si estoy recién llegado...
-¿No siente que nominaciones como ésta hacen daño a la Iglesia por las divisiones que provocan y lo ocurrido en la Catedral de Osorno?
-Yo pude conocer al Papa personalmente y siento que él tiene una luz especial muy grande, que no tenemos nosotros. Y si él ha querido mantener mi nombramiento, siento que Dios puede ir regalándonos algo muy bonito.
-¿Es la cruz más difícil que le ha tocado llevar en su vida sacerdotal?
-Obviamente este no es un momento para decir que salió todo bonito. Pero la cruz no es el final de nuestra fe. Por la cruz se llega a la resurrección. Y eso es fundamentalmente lo que nos mueve a nosotros.