Un estudio realizado por Elige Educar, iniciativa público-privada que funciona al alero de la Universidad Católica, reveló que existe un déficit importante de docentes en el país. Se estima que para el próximo año 2025 faltarán cerca de 26 mil docentes, y de no mediar cambios importantes, para 2030 faltarán 33 mil.

Esa escasez afectaría principalmente a la Enseñanza Media (32%) con déficit en áreas como Historia y Geografía (44%), Ciencias Naturales (40%), Inglés, Tecnología y Música y Educación Básica.

El tema no es nuevo, pero hay que considerar que hasta 2020 se proyectaba un déficit de 13.630 docentes, lo que ya era un escenario complejo. Por lo mismo, el año pasado el Ministerio de Educación convocó a una primera mesa de trabajo para la atracción de jóvenes a las carreras de pedagogía. De ella nacieron algunas propuestas que ya se encuentran en fase de implementación, como la Beca Vocación de Profesor para licenciados y profesionales.

De acuerdo con el estudio de Elige Educar, los principales aspectos que afectan la dotación y la necesidad docente son la deserción laboral, que alcanza, en promedio, el 4,1% anual.

Lo cierto es que en 2018 el conjunto de las universidades chilenas tenía matriculados 18.700 estudiantes de pedagogía, y este año, los alumnos son un poco más de 9.000. Hay un déficit actual y proyectado de profesores y así no se puede garantizar el derecho a una educación de calidad. El bajo interés por estudiar pedagogía es una tendencia que se arrastra marcadamente desde hace más de cinco años, y si bien ha habido mejoramientos de remuneración e incentivos, al parecer no han sido suficientes.

Si le dieran a elegir hoy entre tener tiempo o dinero, ¿qué elegiría?. Sin ser expertos en encuestas, tal vez podríamos suponer que 70 de 100 personas optarían por el dinero, 20 preferirían el tiempo y el otro 10 por ciento de indecisos dirían: "depende"...

Para quienes creen que sus problemas se solucionan con dinero, la mala noticia es que el alivio es de corto plazo, ya que este recurso con el tiempo se acaba. Y para quienes piensan que el tiempo lo soluciona todo, tal vez tengan razón, pero en el largo plazo.

Como sea, ambos recursos son escasos, pero combinados, seguramente construyen esa sensación de seguridad y felicidad a la que la gran mayoría de los ciudadanos aspira.

¿Podemos ser productivos y felices al mismo tiempo?

Según la encuesta Gallup, en países como Estados Unidos, Japón, Francia, Brasil, Suecia, Alemania y Corea del Sur, entre otros, solo el 20% de los empleados se declara motivado, el 61% no está motivado y el 19% está tan insatisfecho, que trabaja en contra de su empleador.

Esta permanente desmotivación está conduciendo a las empresas y servicios a la deshumanización de su personal, caracterizada por un agotamiento emocional, la pérdida de empatía y del desempeño personal, con un incremento de problemas de salud mental, todos situados en una espiral en cuyo extremo se encuentra el estrés laboral o burn out.

¿En qué momento perdimos el foco?. Algunos analistas apuntan a la Revolución Industrial de 1920, cuando en condiciones similares a las actuales se construyeron máquinas para facilitar los procesos de fabricación, cuya promesa era disminuir las horas laborales debido al aumento de la productividad.

Ahora, en la era de la Revolución Tecnológica y Digital, se ha producido una disminución significativa de los puestos de trabajo operativo en contraste con el aumento exponencial de los puestos administrativos, lo que se traduce en una inercia productiva a gran escala y que amenaza con llevarnos de regreso al individualismo y al estancamiento.

A riesgo de convertirnos en un ejército de hombres y mujeres grises, despersonalizados, descontentos e improductivos, sería bueno recurrir a nuestra inteligencia emocional y ver en qué punto de la curva de inflexión nos encontramos.

Tal vez aún estamos a tiempo de desaprender un par de pasos si nos desconectamos un poco de las pantallas y volvemos a conectar con nuestras emociones y las de los demás, nos bajamos del auto y caminamos de regreso a casa, a la naturaleza, a cultivar nuestros sueños y a vivir de nuevo la vida simplemente.