La misión que nació tras un parlamento en la reducción de Quilacahuín en 1793
El 21 de agosto de ese año se realizó una junta en el sector donde se acordó fundar un recinto religioso a orillas del río Bueno, en el sector llamado Pindamapu. Fue la misión de San Bernardino de Siena de Quilacahuín. Funcionó en ese paraje hasta 1805, cuando la trasladaron a su actual ubicación en una loma de la ribera norte del río Rahue.
Si bien el Tratado de las Canoas, celebrado el 8 de septiembre de 1794 cerca de la confluencia de los ríos Damas y Rahue, es bien conocido en la historia nacional, ya que posibilitó la repoblación de Osorno, no fue el primero que se realizó por aquellos días en la zona. Un año antes, el 21 de agosto de 1793, se formó una junta en la reducción de Quilacahuín, donde quedó bien establecida la fundación de misiones católicas en terrenos eminentemente huilliches, impenetrados hasta entonces por religiosos y soldados de la corona española. En aquella cita, poco conocida, participaron autoridades coloniales hispanas e indígenas: asistió fray Francisco Javier de Alday, el comisario de naciones Francisco Aburto, además de dos militares de la plaza de Valdivia. Y por los huillliches estaba el cacique Colun, Huayquipaz de Champulli, el cacique principal de Dallipulli, Juan Calvugur, el de Collico, Aucagun, y Paillapán, de Los Juncos. En ese encuentro se suscribió un tratado de varios artículos, muy similar al de Las Canoas.
Lo esencial fue que los indígenas autorizaron a los padres misioneros en sus tierras, para lo cual les concedieron un espacio "en parajes competentes. La extensión de la misión sería toda la dependencia del cacique principal". Originalmente la reducción de Quilacahuín no era una localidad como hoy en día, sino una zona amplia donde tenía jurisdicción el cacique Colun. La misión, entonces, tuvo el mismo alcance territorial.
También aceptaron entregar a sus hijos menores para el bautismo "y en tiempo oportuno para la instrucción cristiana; todos los solteros debían casarse por la iglesia católica"; y que "en adelante no se machituarán (no harán machitunes), sino que se curarán con hierbas, como los españoles".
A orillas del río Bueno
En el mismo tratado, reuniones que por lo general duraban varios días, el cacique cedió para la misión las tierras llamadas Pindamapu, a orillas del río Bueno, en la ribera sur, a dos leguas al oeste del actual Trumao. En aquel terreno se construyó y fundó un año después la misión dedicada a San Bernardino de Siena (el 22 de octubre de 1794), recinto que se mantuvo en ese lugar hasta 1805, cuando fue trasladada a su actual ubicación.
En la inauguración de la nueva misión también participó Francisco Aburto y el fraile Javier de Alday (que estaba a cargo de la misión de Dallipulli, cerca de Rapaco), Francisco Hernández Calzada, de la misión de Cudico; y los dos frailes fundadores de la misión de Quilacahuín, los hermanos Joaquín y Manuel Jayme, ambos españoles del Colegio de Chillán, al igual que los demás franciscanos presentes en las misiones del territorio.
En el acta se reitera el ofrecimiento del cacique a la cesión de la tierra para el uso de los padres, pero se reserva la propiedad. Y en caso que faltasen los misioneros o la misión era cerrada, las tierras volvían a su poder. Lo mismo se hizo en la misión de Coyunco, en Osorno, pero el gobernador de Chile, Ambrosio O'Higgins, reparó en que las cesiones debían ser a perpetuidad para los religiosos.
La nueva misión de Quilacahuín debía atender a una población de 550 indígenas adultos y 102 mocetones. Como todas las misiones de aquella época, los padres Jayme hicieron una casa rústica, de troncos redondos, con techo de paja y piso de tierra. La mitad de aquella improvisada construcción se usó como capilla y el restante fue la vivienda de los misioneros. Tal vez por lo precario de las instalaciones y la crudeza del clima sureño en aquel paraje lejano, los frailes duraron poco tiempo. Joaquín Jayme falleció el 17 de enero de 1796, producto del rigor de los elementos y las malas condiciones de vida. Su hermano Manuel murió al año siguiente, pero en Chillán, seguramente afectado en la salud durante su estadía en Quilacahuín. Ello confirma que los misioneros estaban expuestos a peligros y condiciones extremas, sin comodidades para realizar su labor evangelizadora en medio del territorio indígena. Se instalaban en zonas sin caminos, llenas de bosques y con mucha humedad, lejos de cualquier centro urbano. Ambos fueron relevados por Francisco Galaez, también español, a quienes le sucedieron varios misioneros.
Traslado de lugar
En 1805 se hizo cargo de la misión fray Juan Theniente. Debido a que las tierras de Pindamapu (la misión original) se inundaban con las crecidas del Bueno, lo que dificultaba la labor de los misioneros, el padre Juan le pidió al cacique Colun un cambio de terreno, ante lo cual le cedió el lugar llamado Putofo, ubicado en una altura en la ribera norte del río Las Canoas (actual Rahue), que es la actual ubicación de la misión de Quilacahuín. Aquel traslado fue autorizado por un decreto firmado por el superintendente de Osorno Juan Mackenna, en junio de 1805.
Según los registros, los deslindes del nuevo terreno fueron: "la ribera sur del río Rahue; al este Chihuén; al norte las alturas de Champulli; y al oeste una quebrada que desciende hasta el río y finaliza en Cahuincura". La extensión de aquel terreno era más grande que la de hoy.
El padre Juan Theniente construyó primero la casa misional, con madera de alerce, donde destinó una habitación para la capilla. Se volvió a repetir el patrón anterior: el padre Juan murió en Valdivia en 1809, 4 años después de iniciar su trabajo en Quilacahuín. Lo reemplazaron otros dos misioneros y en 1811 llegó fray Agustín Palma. Con la consolidación de la independencia de Chile en 1820, los franciscanos españoles se retiraron de las misiones, salvo Palma, que era chileno. Permaneció en Quilacahuín hasta 1826, cuando murió y fue sepultado en la misma iglesia.
Un grupo de frailes hispanos se refugió en Chiloé, desde donde llegó fray Antonio Hernández Calzada (de origen español) a reemplazar a Palma en 1826. Tenía un gran punto a su favor: dominaba la lengua chezungún de los huilliches. Incluso escribió un texto bilingüe para la evangelización de los indígenas llamado "Chilidugu". Fue este misionero quien introdujo los cantos y bandas rogativas. Se valió de este recurso para evangelizar de mejor forma a los indígenas.
Hernández Calzada construyó la primera iglesia formal de la misión de Quilacahuín, hecha de alerce, aunque de tamaño pequeño. Se ubicaba en el mismo lugar que la actual. Hernández Calzada no sólo estaba a cargo de Quilacahuín, sino también de la misión de San Juan (que fue creada en 1805) y esporádicamente atendía la misión de Coyunco en Osorno (en el camino a Los Boldos).
Hernández Calzada estuvo hasta 1838, cuando se trasladó a Chiloé para asumir un cargo en la isla, pero volvió en 1842 a Quilacahuín, donde finalmente falleció en 1847. Fue enterrado al interior de la iglesia que él mismo construyó.
Labor religiosa
El trabajo evangelizador de los misioneros partió con el bautismo de los niños huilliches, donde el primero se hizo el 27 de diciembre de 1794. Una vez al año llevaban a la misión a los indígenas ya bautizados para la instrucción religiosa, que duraba entre 15 días y un mes. En esta tarea eran ayudados por los "capitanes de amigos", que eran funcionarios con poderes especiales nombrados por el gobierno. Hablaban fluidamente castellano y la lengua de los indígenas. De un capitán de amigos desciende hoy en día una afamada comunidad huilliche de San Juan de la Costa.
Los registros indican que hasta 1833 fueron bautizados 2.058 indígenas, la mayoría niños; se realizaron 672 matrimonios y sepultadas con el rito cristiano 617 personas. Como en todas las misiones, también se instalaron cementerios, tanto en la ubicación original en Pindamapu, como frente al río Rahue.
En la imagen secundaria se observa el acta de bautizos y casamientos de la misión, donde se informa: "Día veinte y dos de mayo de mil ochocientos veinte y ocho, en esta Misión de San Bernardino de Quilacahuín casé y velé a Thomás Callvúgúr, natural de Cusumpuilli, hijo del cacique Antinecul y Chihuay, infieles, con Francisca Huentén, natural de Curimahuida, hija legítima de Mariano Théniún y Gregoria Llancúnagh; fueron testigos Esteban Rodríguez y Francisca Xaviera, viuda de Josef Payllaqueún. De que doy fe. Fr. Antonio Hernz. Calzada".
Franciscano italianos
En 1838 se produjo un cambio de congregación. El padre Zenón Badía (franciscano de Chiloé), autorizado por el Presidente de Chile, Joaquín Prieto, viajó a Roma a pedir que se destinen franciscanos desde Italia para atender las misiones de la zona. Fue recibido por el Papa Gregorio XVI y el ministro general de la orden franciscana, quienes autorizaron la venida de sacerdotes y hermanos de la orden. Llegaron a cargo del padre Diego Chuffa y se instalaron en la ciudad de Castro, donde establecieron el Colegio de Castro, que asumió la atención pastoral de Chiloé y de las antiguas misiones de Osorno y Valdivia. Fue así como en esta fecha llegó a la misión de Quilacahuín fray Apolinar Gandini, quien inició la era de los franciscanos italianos no sólo en Quilacahuín, sino también en las misiones de Coyunco y San Juan. Por la misma época también fundaron el Convento Franciscano en Osorno frente a la plazuela Yungay, la actual iglesia San Francisco.
el grabado muestra el emplazamiento de una misión del siglo xviii (la imagen es de cudico).
acta de casamientos de la misión fechada el 22 de mayo de 1828.