Correo
Emprendimiento sostenible
En un mundo cada vez más consciente de los desafíos ambientales y sociales, el concepto de sostenibilidad no es una moda pasajera, sino que una necesidad urgente para el desarrollo de los territorios.
Hoy nos enfrentamos a complejos problemas como el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, la falta de empleo y la inequidad social, los cuales requieren soluciones innovadoras y comprometidas con el bienestar de las generaciones presentes y futuras.
En Chile, un país diverso en paisajes y culturas, el emprendimiento sostenible puede jugar un papel fundamental en el impulso económico y la mejora de la calidad de vida de las personas, ya que no solo busca rentabilidad económica, sino también social y ambiental.
Como nación tenemos el potencial de convertirnos en líderes regionales en emprendimiento sostenible, ya que contamos con recursos naturales abundantes y una población emprendedora en ascenso. Sin embargo, el camino no está exento de desafíos.
Se requiere del compromiso de las autoridades y la sociedad civil para abrir nuevas oportunidades para innovar y colaborar en la construcción de un futuro más próspero y equilibrado y políticas públicas que incentiven la inversión responsable, de educación para promover la cultura emprendedora y de alianzas estratégicas entre diferentes actores del ecosistema emprendedor.
Juntos podemos hacer de la sostenibilidad no solo un objetivo, sino una realidad palpable en cada rincón de nuestra querida Patria.Roberto Cervela
Educación y crisis ambiental
Enfrentamos una crisis ambiental sin precedentes, por lo que la educación emerge como un pilar fundamental para lograr un golpe de timón y avanzar hacia una sociedad más sustentable y respetuosa con nuestro gran hogar común. Sin embargo, educar en tiempos de crisis es un desafío en sí mismo.
Nuestra evolución nos ha llevado a dominar la naturaleza de manera asombrosa, aunque, paradójicamente, también nos ha alejado de ella. La adaptación ya no se limita a la sobrevivencia en un entorno dinámico, sino en cómo cambiar nuestra relación con el entorno. Necesitamos adaptarnos a un modelo de desarrollo sostenible, donde el bienestar humano y el cuidado del planeta vayan de la mano.
Las especies que mejor se adaptan son las que colaboran entre sí, asegura la reconocida bióloga Lynn Margulis, argumentando que la vida en la Tierra no se desarrolló principalmente a través de la competencia como creía Darwin, sino más bien a través de la cooperación entre diferentes organismos.
La colaboración se presenta como otra pieza clave en este rompecabezas educativo. La crisis ambiental es un problema global y requiere soluciones globales. Ya no podemos permitirnos actuar de forma aislada; necesitamos trabajar juntos, desde la comunidad local hasta la escena internacional.
Nuestra capacidad para adaptarnos nos ha permitido prosperar, pero esta adaptabilidad se ha convertido en un arma de doble filo. Entonces, ¿cómo enseñamos a las futuras generaciones el impacto de nuestras acciones?.
Reflexiones como ¿puede funcionar un centro médico si no cuento con agua potable? ¿podré construir edificios si no cuento con áridos que son extraídos de los ríos o materiales que nos provee la naturaleza? nos llevan a pensar en la necesidad de revisar y adaptar las mallas curriculares de las carreras para incluir contenidos que preparen a los estudiantes para enfrentar los desafíos del cambio climático.
La formación debe ser inclusiva, colaborativa y transformadora. Inclusiva, para que todos tengan acceso a una educación de calidad que promueva la consciencia ambiental; colaborativa, para que las y los estudiantes cuenten con herramientas para trabajar en redes; y transformadora, para que la educación se convierta en una herramienta de cambio social y ambiental.
El Día de la Tierra nos invita a reflexionar sobre estos desafíos y a comprometernos con la educación como una vía para construir un futuro más justo y sostenible. Tenemos un solo planeta y, lamentablemente, el tiempo para actuar se agota.
Lesly Orellana, Universidad Andrés Bello
Ley de las 40 horas
El 26 de abril se inicia la implementación progresiva de la reducción de jornada laboral, pasando de 45 a 44 horas semanales, para alcanzar las 40 horas en 2028. De todos modos, nada impide que las empresas adelanten la implementación y, de hecho, existen más de 5.400 donde ya se está aplicando y han postulado al "Sello 40 Horas".
Este cambio, que viene a satisfacer una aspiración histórica, permitirá una mejor calidad de vida y bienestar para los trabajadores y sus familias. En esa perspectiva, se complementa con la Ley de Conciliación de la vida personal, familiar y laboral, ambas iniciativas promovidas por el gobierno en virtud de nuestro firme compromiso con el trabajo decente.
La reducción de jornada no puede implicar una disminución de remuneraciones. Además, el empleador que no respete la norma se expone a multas administrativas por parte de la Dirección del Trabajo.
Otro aspecto relevante es que se elimina el uso del artículo 22, inciso 2° del Código del Trabajo. Desde ahora sólo quedarán excluidos de la limitación de jornada quienes ejerzan labores de alta gerencia y quienes trabajen sin fiscalización superior inmediata en razón de la naturaleza de las labores desempeñadas.
La ley de 40 horas constituye un triunfo del diálogo constructivo y los acuerdos, tanto en el mundo laboral como en el Congreso Nacional. Hacemos votos para que el mismo espíritu se proyecte al abordar importantes desafíos pendientes como la Reforma Previsional.
Ricardo Ebner Torres, seremi del Trabajo y Previsión Social
Red de ciclovías
Osorno es una ciudad privilegiada en cuanto a ciclovías. Tiene una red bien construida que une los dos extremos: se puede ir en bicicleta desde René Soriano hasta la avenida Argentina, al final de Rahue Alto, además de muchas calles intermedias. En ciudades vecinas le recortan un pedazo a la calzada para crear miniciclovías poco funcionales. En la imagen se ve el tramo de avenida Mackenna.