El Resplandor
Hace unos días tuve la oportunidad de ver la adaptación cinematográfica de "Dr. Sueño", novela de terror del afamado Stephen King. La base argumental muestra a unos seres malvados en forma humana que se alimentan de la energía de los niños y deben ser enfrentados por Abby y Danny (el mismo de "El Resplandor" ahora adulto). Coincidentemente, la semana pasada tuve la oportunidad de compartir y escuchar a Carolina Pérez Stephens autora de "Secuestrados por las pantallas" y no fue difícil encontrar un punto analógico de encuentro.
Los villanos de la película seleccionaban a niños y niñas especiales, lo que sin duda era siniestro, pero bastante menos que la vida real, en la que todos los niños y adolescentes corren el riesgo de aletargar su creatividad con paradigmas construidos a través de las aplicaciones y videojuegos.
¿No les parece curioso que en los últimos 15 años hayan aumentado situaciones de violencia, acoso, depresión, ataques de pánico y tantos otros diagnósticos de salud mental en menores? No se trata de seres fantásticos, ni conspiraciones alienígenas, pero claramente hay una suerte de pandemia encubierta que tiene sumidos en la más profunda adicción audiovisual a chicos y chicas que son víctimas de quienes, inescrupulosamente, diseñan modos atractivos de cautivarlos y robarles no sólo su tiempo, sino también sus deseos por disfrutar el mundo real.
En promedio, los niños chilenos pasan entre 5 y 6 horas diarias frente a las pantallas. ¿No será demasiado? ¿Qué alternativas tienen las familias si durante todo el día están separadas por la jornada laboral y escolar? ¿En qué más podrían entretenerse los niños que hoy poseen un equipo que les ofrece "diversión" inmediata a través de contenidos desregulados y juegos que promueven antivalores propios de una sociedad en decadencia?
El conflicto no sólo es entre el bien y el mal, sino que trasciende a una pugna entre el conocimiento y la ignorancia. Como educadores y padres, es nuestro deber evitar que el resplandor de los niños y adolescentes se reduzca a una pantalla brillante atada a una mente apesadumbrada. Debemos cuidar su natural energía por querer hacer, investigar, resolver desafíos, expresar ideas de manera creativa y respetuosa, construir iniciativas de cambio en relación al medio ambiente, entre tantos que podría mencionar.