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pueden llegar a superar los $100 mil.

Margarita, dirigenta de un campamento de Osorno, explicó que del acceso a los servicios básicos (agua, luz y alcantarillado), el más complicado es sin duda el manejo de las aguas servidas.

"Es un tema complicado, porque mientras más antiguo es el campamento, más pozos negros tienen en los terrenos. Es difícil que se compartan, a menos que sean dos familias emparentadas entre sí, porque los pozos negros son finalmente los baños para hacer nuestras necesidades. Es un tema muy personal. Además, si muchas familias usan el mismo pozo al final se llena más rápido. El problema es el invierno, el olor y el riesgo, aunque el municipio apoya, pero tenemos ese problema todos los campamentos", expresó la dirigenta que optó por mantener en resguardo su apellido.

Estos hoyos tienen un metro y medio de profundidad por ochenta centímetros de ancho, los cuales no tiene ningún tipo de revestimiento o impermeabilizante que evite que los lodos orgánicos, mezclados con aguas residuales, se filtren en la tierra y eventualmente lleguen a las napas de aguas subterráneas. Algunas familias (muy pocas) han logrado comprar una fosa séptica plástica, cuyos precios superan los $300 mil más el costo de instalación, lo que en total supera los $500 mil.

Marcos, habitante de un campamento (también opta por mantener en reserva su nombre completo) precisó que las letrinas sólo evidencian la precariedad de vivir en tomas y asentamientos.

"Incluso a quienes vivimos en campamentos no nos gusta reconocer que estamos en condiciones de pobreza extrema y qué peor que no tener un baño, sino un pozo negro a sólo metros de las casas que están conectadas al alcantarillado. El agua se soluciona con camiones o conexiones de arranques comunitarios, la luz está habilitada, pero el alcantarillado no es tan fácil de resolver. Llevo hartos años viviendo en campamentos y doy fe que ahora, que la limpieza municipal es más frecuente, tenemos un poco menos de dramas, porque antes en el invierno, con las lluvias, los patios eran puro excremento flotando", relató el adulto mayor.

En tierra de nadie

El alcalde Emeterio Carrillo explicó que durante la pandemia el municipio compró un camión limpiador de fosas, con el objetivo de generar este apoyo sanitario fundamental en campamentos y algunos sectores rurales e incluso urbanos que aún no cuentan con alcantarillado.

"Esto permite mantener limpios los pozos negros para evitar riesgos sanitarios mayores. Es un grave problema que enfrentan los campamentos y es por eso que se evita que las familias lleguen a estas situación extrema, porque si algunos piensan que vivir en campamento es lograr una casa propia más rápido, están muy equivocados. Ahora nuestra responsabilidad como autoridades es apoyar a las familias que están en estas condiciones con agua, apoyo social, con la limpieza de pozos, mejoramiento de caminos, entre otros servicios", dijo Carrillo.

El camión municipal limpiador de fosas permitió terminar con las listas de espera, ya que antes el servicio era externalizado y, por lo tanto, requería de disponibilidad de las empresas para realizar las operaciones. Este camión tiene capacidad para 10 metros cúbicos (10.000 mil litros) con una manguera de 50 metros de largo que le permite acceder a lugares más complicados, de los que abundan en los campamentos. La limpieza se hace al menos una vez al año y durante los meses previos al invierno se hace una verificación para que los pozos queden vacíos.

Los residuos extraídos son depositados en la Planta de Tratamientos de Suralis (ex Essal) con quienes tienen convenios para abordar este tipo de situaciones.

El riesgo sanitario y medioambiental es enorme, ya que muchas de estas letrinas están conectadas como forma de desagüe a cursos de agua como esteros o canales (como ocurre en el llamado Triángulo Ferroviario de Ovejería), siendo una de las fuentes de contaminación.

El Minvu, a través de sus distintos servicios, cuenta con líneas de apoyo a familias en campamentos, pero ninguna que esté directamente ligada a resolver esta problemática. Su rol apunta más bien a buscar soluciones habitacionales definitivas e iniciar el plan de cierre de los asentamientos, que considera clausura de pozos negros, limpieza y desinfección de terrenos, entre otros aspectos sanitarios.

Se realizaron las consultas al ministerio, pero declinaron hablar, ya que el problema no es de su competencia directa. Situación que se repite en otras carteras estatales, ya que en la normativa vigente no hay detalle alguno que normalice o regule esta situación irregular.

1.266 familias viven en los 20 asentamientos irregulares ubicados en distintos sectores de la comuna de Osorno, siendo la cifra más alta de la región.

2019 la comuna de Osorno registraba 6 campamentos con 594 familias viviendo en ellos. La cifra en tres años se incrementó en 233%, llegando a 20 asentamientos con 1.266 familias.

Una vez al año como mínimo requieren ser vaciados los pozos negros creados de forma irregular en los campamentos, los cuales miden un metro y medio de profundidad y 80 centímetros de ancho.