El tema del empleo y la necesidad de tener ocupaciones de calidad, ha sido complejo en los últimos años. Se afectó durante la crisis por el estallido social, cuando muchas empresas tuvieron que cerrar sus puertas, y luego recibieron el fuerte golpe de la pandemia de covid 19. En la actualidad, la crisis económica ha seguido afectando la actividad.

En su reciente reunión de Política Monetaria de abril, el Banco Central señaló que el desempleo subió a 8,4% a nivel nacional y que la percepción de los hogares y de las empresas sigue en niveles pesimistas, aunque ha mejorado en parte respecto de los meses previos. Es decir, el empleo en Chile se mantiene estancado, y aún no alcanza a recuperar los puestos de trabajo destruidos por la pandemia. Asimismo, los despidos por necesidad de la empresa continúan en alza.

Diversos analistas y dirigentes han cuestionado lo que consideran carácter regresivo del empleo que se está creando en nuestro país, al decir que el crecimiento de los trabajadores por cuenta propia no solo resulta preocupante como expresión de la tendencia a la informalidad laboral sino que es una alerta respecto del tipo de ocupaciones que se están creando, sin protección social, de salud, y muy probablemente sin cotización para una futura pensión.

Hay que recordar que hace unos días fue aprobada la ley 40 horas, que reduce la extensión de la jornada laboral para mejorar la calidad de vida de los trabajadores que se rigen por el Código del Trabajo. Una de las características de esta legislación es la reducción de horas laborales y su aplicación gradual. Como sea, hay que considerar que el mercado del trabajo ha tenido y seguirá teniendo importantes cambios.

Una semana atrás participé en la reunión regional preparatoria al Momento de Balance de Sistemas Alimentarios 2023, organizada por FAO en la ciudad de Santiago, en paralelo a la Sexta Reunión del Foro de Países de América Latina y el Caribe sobre Desarrollo Sostenible. En la oportunidad se ahondó en la importancia de abordar las brechas productivas, sociales y ambientales que desafían al mundo rural.

Las experiencias dadas por la Corporación de la Carne y SAGO A.G. fueron totalmente congruentes con la visión de los países participantes. Entre los temas, la importancia de los alimentos de origen animal para el desarrollo territorial y social es compartida por varias economías de la región.

Favorablemente, y en paralelo, la semana pasada FAO ha liberado un documento tremendamente importante, en el que destaca, a partir de investigación reciente, la importancia del consumo de alimentos de origen animal, (TASF en inglés) como es el caso de la carne, para la adecuada nutrición humana.

Además de la densidad de nutrientes que ya conocemos, FAO destaca la presencia de micronutrientes, ej: hierro y zinc, presentes en alimentos de origen animal en una forma biodisponible. Es importante, ante la deficiencia de ambos para poblaciones en estudio.

Los ácidos grasos y vitaminas originarias de fuentes animales tienen una relación importante con la forma en que los animales han sido alimentados. FAO recomienda incluso que en la población que no consume cantidades significativa de alimentos del mar, la carne contribuiría al consumo dietario de Omega3.

Nuevamente, podemos sentirnos orgullosos de la ganadería de Chile. Porque en diversos modelos de producción de carne nacional, INIA ha medido interesantes niveles de Omegas. Ello se debe al enorme nivel de alimentos voluminosos que consumen nuestros animales. Para el Dr. Stephan Van Vliet, académico de la Universidad de Utah invitado por Corpcarne a Chile en 2022, la cantidad de Omegas presentes en la carne también es un indicador de la sostenibilidad del sistema productivo de origen. La carne no es reemplazable, tampoco los alimentos de origen vegetal. Son complementarios, pero nunca intercambiables.