El guilmén que fue sepultado en la capilla de Misión Coyunco
Se trata de Ramón Ayelef, un cabeza de familia huilliche de las inmediaciones de la misión en Osorno, infiel católico, que tuvo el mérito, bastante inusual para un indígena, de ser enterrado al interior del templo. Un caso único en Chile.
En la Misión de Coyunco (situada en el actual sector de Los Boldos, al final de Francke), desde su apertura el 23 de octubre de 1794, se realizaron numerosos matrimonios, bautizos y otros sacramentos católicos a la población indígena que estaba presente en su jurisdicción.
Era parte de su labor fundamental, la razón de ser de aquellos recintos religiosos emplazados en zonas con alta población aborigen, ya sea cerca de las ciudades o en lugares distantes.
Fue así como hasta los hijos del cacique Caniu, legendario líder huilliche de Osorno que estuvo presente en el Tratado de las Canoas, contrajeron nupcias católicas en el templo misional.
De aquello existe actualmente un detallado registro escrito de puño y letra por los mismos franciscanos misioneros en el "Libro de Matrimonios y Defunciones". Se trata, sin duda, de los documentos originales más antiguos de la provincia y que se encuentran contenidos en el archivo del Obispado de Osorno.
Sobre las nupcias de la hija de Caniú, el fraile Francisco Frau escribió textual:
"Día treinta de noviembre de mil ochocientos y tres, en esta misión, corridas la proclamas en los días trece, veinte y veinte y siete festivos del mismo mes, y no habiendo resultado impedimento alguno, yo el infrascrito pregunté del mutuo consentimiento antes habido, solemnemente por palabras de presente a Francisco Queupuan, hijo de Murahual y de Callfithai, natural de Cuyunco, y a Manuela, hija del cacique Caniú y de Quinsunaiglen, de Piulu, y los casé, estando presentes los testigos Santiago Gonsález y Pascuala Guzmán, de que doy fe. Fray Francisco Frau".
Entierro atípico en Chile
Si bien la Misión de Coyunco, al igual que todas las misiones de la zona sur, tenía un cementerio anexo en sus terrenos para dar "cristiana sepultura" a los fieles, en Coyunco ocurrió un hecho en extremo raro, muy inusual en las misiones, que fue el entierro de un guilmén huilliche al interior de la misma capilla misional. Lo común era que los mismos religiosos fueran enterrados en las iglesias, como sucedió en las misiones de Quilacahuín, San Pablo, San Juan y Trumao. El privilegiado fue Ramón Ayelef, cabeza de familia de las inmediaciones de Coyunco, de seguro una figura importante de la zona en aquel momento.
Para explicar la decisión de enterrarlo dentro de la capilla misional, fray Francisco Frau escribió en el libro de "Matrimonios y Defunciones" parte de las virtudes humanas y religiosas del huilliche que, aunque no era católico, estuvo muy allegado al quehacer de la misión y colaboró estrechamente con los frailes Mariano Ramis y Frau.
A continuación incluimos una transcripción del acta, fechada en 1808.
"Dios (quiso) remunerarle el bien que hacía a muchos, entendía de remedios y los daba muchas veces sin interés alguno. En varias ocasiones hizo limosnas a los pobres y era compasivo. No permitía que en su casa se matase carne en la cuaresma, para no poner en ocasión de comerla a los cristianos; en la semana santa hacía ayunar a todos el viernes y sábado santo, hasta las mujeres que tenía, aunque infieles. Cuando sus hijos cristianos por algún motivo no oyan misa los días de domingo, les mandaba que arrodillados rezaren para suplirla; y después los aconsejaba algunas veces para que fuesen buenos cristianos. Este ejemplo, que es bien raro, que dio el difunto a su buen corazón, debe servir a los fieles de norma para cuidar a los que tienen a su cargo. Dios premió al mencionado Ayelef con los auxilios que le concedió hasta conseguir la gracia del Santo Bautismo. Sea Dios Bendito. Fray Francisco Frau".
Salir a recogerlos
Salvador Sanfuentes, intendente de la provincia de Valdivia en los inicios de la era republicana independiente, visitó las misiones de Osorno en 1846 y emitió un informe sobre el funcionamiento de estos recintos religiosos.
"Cada misión tiene a su cargo una o dos reducciones de indíjenas, de las cuales la que menos individuos cuenta, tiene de doscientos a trescientos, i la que más apenas de dos mil. Casi todos ellos viven dispersos por los campos i para doctrinarlos hai la práctica de que el capitán de amigos, con que está dotada cada misión, salga todas las semanas a recojerlos en número de seis u ocho hombres i otras tantas mujeres, que vienen a la misión a aprender el rezo y confesarse. Por lo regular permanecen en ella una semana, pero en algunas partes se ha solido detenerlos hasta quince días o un mes, cuando la rudeza no han aprendido en los seis días lo necesario".
Tierras no devueltas
Con la disolución de la Misión de Coyunco en 1851, decisión tomada por el padre Feliciano de Strevi, las tierras fueron devueltas por los capuchinos italianos (que se hicieron cargo de las misiones a inicios de 1849) al Estado de Chile, que fueron recepcionadas por el gobernador de Osorno en la época, Juan Renouf. No obstante, las autoridades estatales jamás se las devolvieron a sus dueños originales, los descendientes del cacique Caniú, tal como estaba estipulado en el Tratado de las Canoas de 1793 una vez que hayan finalizado su misión los padres franciscanos.
Aquello está contenido, y claramente expresado, en una copia de la copia de un documento sacado del archivo del Colegio de Misioneros de Chillán en 1853 (el original estaba en el Archivo de Gobierno de Valdivia, fechado 26 de septiembre de 1793):
"El día 10 de septiembre de 1793, los caciques Iñil y Cañiu, acompañados de algunos mocetones, nos llevaron a pasear a la tierra que habían cedido al Rey (de España) y de nuevo a nombre de todos renovaron la cesión. Asimismo, el cacique Cañiu cedió para los padres misioneros las tierras llamadas Junta Lelvum, cuyos linderos son por el Este el estero llamado Cuinco, por el Sur el Río de las Canoas, y por el Oeste y Norte la montaña. Pero el padre comisionado, fray Francisco de Aldai dijo al dicho cacique en presencia de todos que solamente podía recibir y recibía a nombre de Dios y del Rey el uso y no la propiedad de las tierras que le asignaba para el establecimiento de los padres. Y el cacique respondió que desde luego reservaba para él la propiedad de las expresadas tierras, como dueño legítimo de ellas, y que si por algún acaso faltaban de allí los padres misioneros, entraría a gozarlas él o los herederos que representasen su acción. Y que para que conste lo firmamos en Osorno a 11 días del mes de septiembre de 1793 Julián Pinuer, frai Francisco de Aldai, frai Manuel Ortiz y Francisco Aburto, comisario de naciones, Lucas de Molina y frai Francisco Pérez".
Las autoridades chilenas desconocieron completamente el acuerdo sellado en la repoblación y pusieron a disposición el predio para el recién iniciado proceso de colonización alemana a mediados del siglo XIX. Así, las tierras y lo que ya habían instalado en ellas los franciscanos (caminos, pozos y espacios para el cultivo) fueron traspasados a los germanos recién llegados.
La tumba de Ayelef y el cementerio del recinto se perdieron en el tiempo, así como la presencia de la antigua Misión de Coyunco, de la que sólo quedan algunas descripciones y el libro original de "Matrimonios y Defunciones".