Correo
Potencial de la laguna Trinidad
Es conocido por todos los profundos cambios que en forma paulatina comienza a experimentar nuestro planeta desde el punto de vista ambiental, lo que conlleva para el Estado y el sector privado una serie de desafíos que se deben alcanzar mediante una gobernanza organizada y potente, que busque proteger las fuentes de agua, los bosques, la fauna y, por cierto, nuestras culturas originarias en la provincia de Osorno.
Ese es precisamente el trabajo que como Corporación Nacional de Desarrollo Indígena (Conadi) de Osorno, en conjunto con la Universidad de Los Lagos, Conaf, FAO, el Sernatur Provincial y las municipalidades de San Juan de la Costa, San Pablo y 10 comunidades huilliche, estamos realizando a través del proyecto "Enfoque territorial para la conservación y puesta en valor de los bosques de pantano del estero Pucopío y laguna Trinidad".
Durante el año pasado, y en un trabajo con una metodología participativa junto a dirigentes huilliches, se está reforestando el bosque nativo con especies autóctonas en la subcuenca del estero Pucopío y la laguna Trinidad, cuerpo de agua de unas 200 hectáreas en cuyo entorno conviven especies como el huillín y una gran cantidad de aves.
En ese contexto natural existe un creciente interés de las comunidades por realizar actividades vinculadas al turismo sustentable, como la construcción de senderos o navegación no motorizada en la laguna, ideas surgidas de una gira técnica financiada por Conadi a la zona de Panguipulli.
Otro aspecto relevante, y mediante un convenio, fue la investigación de la calidad de agua de ese lugar realizado por la Universidad de Los Lagos, actividad que contó con participación activa de los vecinos.
Durante el último Trawun efectuado en diciembre del año pasado, junto a los servicios públicos y comunidades, la conclusión fue seguir avanzando con la Mesa de Gobernanza que incluirá definir una figura de protección ambiental para el espacio de la subcuenca.
La subcuenca es hoy por hoy un entorno de suma fragilidad, desde el punto de vista medioambiental, pero está la convicción de que proyectos como el mencionado fortalecen la protección del bosque nativo, los recursos hídricos, la biodiversidad, la cosmovisión, sus prácticas y las culturas ancestrales que guarda la subcuenca del estero Pucopío y la laguna Kusrrupuyewe (Trinidad) y que son fundamentales en el contexto de cambios que hoy experimenta nuestro planeta.
Marcela Urbano González, directora regional (S) Conadi Los Lagos
Estatua de Amador Barrientos
Podría asegurar que si se les pregunta a los chilenos quién fue Amador Barrientos Adriazola, ni el 1% daría la respuesta correcta.
Lo anterior, con la salvedad de que la encuesta se haga en Osorno, aunque, a decir verdad, los osorninos en su gran mayoría responderían que es una calle de la ciudad.
La sureña localidad fue cuna de un par de glorias del deporte. El destacado futbolista y seleccionado chileno, ya fallecido, Rubén Marcos, con cuyo nombre fue bautizado -con justicia- el estadio donde Provincial Osorno juega como local. Mayor renombre aún tuvo el gran boxeador Martín Vargas, todavía vivo. Quienes ya tenemos algunos años, mantenemos vivo el recuerdo de sus triunfos y disputas de títulos mundiales y del legendario aliento de sus hinchas: "Pega Martín, pega".
Con seguridad el oriundo de esta ciudad con mayores laureles guerreros es el verdadero "León de Tarapacá", el comandante Eleuterio Ramírez, quien durante la guerra de 1879 luchó como un león y hasta la muerte en la quebrada del mismo nombre.
La historia de Amador Barrientos es notable y poco conocida. El osornino se integró a la Armada con escasos 17 años y a los 19 ya era guardiamarina embarcado en la goleta Covadonga. En 1870 fue transbordado a la Esmeralda. Cinco años después ascendió al grado de teniente.
Participó en el Combate de Angamos en octubre de 1879, cuyo resultado fue la captura del Huáscar por parte de Chile, hecho vital para el triunfo definitivo de las armas chilenas en esa guerra, ya que significó el dominio nacional en el Pacífico.
Pero su mayor gloria la consiguió en noviembre de 1879, durante el desembarco de Pisagua, considerada mundialmente como la primera operación anfibia de la historia. Los historiadores emulan esta acción con el desembarco de Normandía el 6 de junio 1945 durante la segunda Guerra Mundial. En esa acción se dispusieron botes a remo al mando de Barrientos para llevar a bordo a los soldados del batallón Atacama y desembarcarlos en la playa para el asalto y toma de Pisagua. Dicho sea de paso, ya dominado el mar por parte de Chile, este desembarco fue de vital importancia para que la tropas de infantería y caballería chilenas avanzaran hacia el norte, con sendos y épicos triunfos que culminarían con la toma de Lima. Como se decía anteriormente, los soldados del Atacama fueron los primeros en poner pie en la costa peruana de Pisagua y, liderados por Barrientos, quien fue el primero en pisar tierra enemiga en la playa del lado norte (Playa Blanca) con nuestra bandera en sus manos y, bajo una lluvia de balas, que le desgarraron su uniforme. Y no sólo eso, desafiando a los fusiles enemigos, corrió hacia un promontorio y plantó el pabellón patrio en suelo enemigo, lo que se considera un hito trascendental en esa guerra, ya que como se mencionó, era el primer paso para el triunfo definitivo de las armas chilenas.
Esta acción significó establecer una sólida "cabeza de playa" que permitió el desembarco masivo de tropas, caballería y pertrechos, lo que derivó en el exitoso inicio de la Campaña de Tarapacá.
Luego Barrientos participó en la Batalla de Arica que culminó con la toma de Morro, propinando un casi definitivo golpe anímico al ejército enemigo.
Estas acciones le significaron recibir la Medalla de Honor con tres barras de oro de parte del Presidente de la República, Domingo Santa María.
Tras la hazaña chilena del Morro de Arica, pidió el retiro temporal de la Armada y comenzó a desempeñarse con éxito en el campo civil.
Posteriormente, bajo el mandato de José Manuel Balmaceda se reincorporó al servicio y ascendió a capitán de Corbeta, desempeñándose como segundo comandante del cazatorpedero Lynch.
Luego vino la dolorosa Guerra Civil de 1891, que enfrentó a las fuerzas presidenciales de Balmaceda contra las fuerzas congresistas. Chilenos contra chilenos. El capitán Barrientos se mantuvo fiel al Presidente y pagó caro su lealtad. Derrotado Balmaceda vinieron los desquites y venganzas. El héroe de Pisagua perdió sus bienes y empleo. Las odiosidades impidieron que Chile diera el merecido reconocimiento a Barrientos. Recién después de 26 años la Armada le concedió una magra pensión que le permitió subsistir el resto de sus días. "El pago de Chile". Amador Barrientos falleció a los 72 años el 23 de julio de 1921.
Aprobado por el Congreso un monumento con su busto en una plazuela de Osorno, hoy día se espera que el Concejo Municipal de esta ciudad haga justicia con este valiente marino chileno.
José Miguel Huerta Marín