Sin una razón
La integración de áreas económicas es un tema complejo y la experiencia comparada así nos lo recuerda. Pero si se decidiera avanzar en esa dirección, existen varios desafíos que acometer.
Primero, es fundamental sincronizar los ciclos económicos de los potenciales socios. Esto es clave, toda vez que, por ejemplo, la política monetaria será solo una y no podrá atender circunstancias o desafíos particulares de un socio. Puede que una economía esté sobrecalentada (necesidad de aumentar la TPM), mientras que otra deprimida (necesidad de reducir la TPM), ¿por qué se optaría en ese contexto?. Segundo, y relacionado con el punto anterior, para sincronizar los ciclos económicos se requiere fijar metas de convergencia en ciertas variables económicas clave. Por ejemplo, fijar convergencia en términos de tasa de inflación, tasa de desempleo, crecimiento económico, déficit fiscal, déficit en cuenta corriente, entre otras.
Tercero, se requiere un sólido nivel de compromiso por parte de los socios para formar parte de una unión de este tipo, para evitar comportamientos oportunistas. Recuerde que bajo este arreglo se pierde autonomía en cuanto al manejo de las políticas monetarias y fiscales. La experiencia del euro muestra lo difícil que es lograr monedas únicas y los diversos conflictos que emergen cuando las economías no se encuentran en la misma fase del ciclo económico.
Rodrigo Montero, Universidad Autónoma de Chile
Reducción de jornada laboral
El trabajo como hecho social constituye un elemento esencial para vivir dignamente. De allí que se puede afirmar que un individuo debe trabajar para vivir y no vivir para trabajar, por lo tanto, el trabajo y el tiempo que se dedica a esta actividad impacta directamente en diversas aristas de la existencia humana.
Conforme a lo establecido taxativamente por la legislación chilena vigente, la jornada ordinaria es de 45 horas semanales, en contraste con las buenas prácticas mundiales que se posicionan en 40 horas semanales; esta última cantidad no es casual, sino que parte de la lógica de promover un equilibrio con las 24 horas que tiene el día, donde deberíamos contar como mínimo con 8 horas para el descanso, 8 para trabajar y 8 para la recreación. Además, existen recomendaciones sobre la reducción del trabajo y un convenio, que datan del año 1962 y 1935 respectivamente, ambos emanados de la Organización Internacional del Trabajo OIT (convenio no ratificado por Chile) que dan cuenta de los estándares internacionales en la materia y que apuntan a las 40 horas semanales esgrimidas anteriormente.
Es decir, a nivel mundial existe una marcada tendencia a reducir la jornada laboral para mantener altos estándares de productividad, compatibilizar la vida personal con el trabajo, generar condiciones que agreguen valor, producir satisfacción del trabajador, mejorar el clima organizacional y generar una buena experiencia subjetiva del empleado dentro de la organización.
¿Cómo es el panorama respecto a la realidad chilena?. Todos los acontecimientos sociales que se han manifestado en Chile durante los últimos años han puesto de manifiesto una abrupta y forzosa transformación digital que ha favorecido el entorno laboral y se puede conjugar con la reducción de la jornada ordinaria para apalancar la organización y lograr resultados favorables para todo el sistema.
Distintos hechos se han puesto de manifiesto, como el excesivo tiempo que se ocupa en espacios de trabajo, y ratifican la necesidad de reducir la jornada ordinaria, por todo lo que involucra para que el empleado desempeñe sus funciones.
En los últimos años se han centrado esfuerzos en reducir la jornada ordinaria de trabajo. De hecho, recientemente desde la Comisión del Trabajo del Senado se ha aprobado un proyecto congruente con estándares internacionales de 40 horas para la jornada diaria e incluso se reconoce la posibilidad de contar con jornadas de 4 días de trabajo y 3 días de descanso.
Este cambio necesario no será una excepción de la adaptación que han tenido que generar las empresas para circunscribirse en el entorno dinámico y evolutivo actual, siempre y cuando se gestione de manera eficaz, esto es considerando el rediseño y ajuste de procesos. Por ello, es conveniente incorporar periodos de marcha blanca, implementar el nuevo horario de forma escalonada, difundir la planeación estratégica de cada unidad, establecer metas claras, sinceras y posibles, con el propósito de promover el cumplimiento de metas como eje central de la relación laboral sobre el tradicional cumplimiento de horario de trabajo como requisito que va cada vez más en desuso para generar relaciones de trabajo efectivas.Jorge Suárez Campos, U. Autónoma de Chile
Los peores mandan
"Querido Sancho: compruebo con pesar cómo los palacios son ocupados por gañanes y las chozas por sabios. Nunca fui defensor de reyes, pero peores son aquellos que engañan al pueblo con trucos y mentiras, prometiendo lo que saben que nunca les darán. País este, amado Sancho, que destrona reyes y corona piratas, pensando que el oro del rey será repartido entre el pueblo llano, sin saber que los piratas sólo reparten entre piratas" (texto apócrifo atribuido a don Quijote).
Adolfo Paúl Latorre
Formación de geriatras
El porcentaje de personas de 60 años y más que vive en Chile ha ido aumentando progresivamente en las últimas décadas, alcanzando al 18% el 2022 y se espera que en 2050 esta cifra supere al 32% de la población. La Geriatría es la disciplina que se encarga de la atención integral de los adultos mayores y que requiere de especialistas con gran vocación y con una sensibilidad especial necesaria para entender cada una de las necesidades que tiene el adulto mayor.
En nuestro país, la formación de especialistas médicos es relativamente reciente y consiste en una formación inicial en Medicina Interna seguida por la de las áreas propias de la especialidad. También se ha incorporado al currículo de pregrado de la carrera de medicina la especialidad de geriatría, siendo parte de asignaturas estratégicas en la formación de los estudiantes. En Chile existe un número muy reducido de unidades hospitalarias y ambulatorias dedicadas a la atención de pacientes adultos mayores, lo que dificulta el aumento en el número de cupos para la formación de especialistas en geriatría. Sólo siete universidades tienen programas de formación de subespecialidad luego de la especialidad de Medicina Interna o directos de 4 años, por lo que es urgente avanzar en conjunto con los ministerios de Salud y Educación, los Gobiernos Regionales y los municipios, para proveer de las condiciones necesarias para aumentar de manera significativa la capacidad formadora en esta disciplina.
Catalina Cárdenas y Carlos Pérez, Universidad San Sebastián