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vivirán en el inmueble, entre otros.

Si los interesados pasan todos estos filtros deberán firmar contratos que muchas veces están asociados a cláusulas abusivas como derecho a ingresar al inmueble para una revisión integral de su estado cada tres meses, alza en arriendo acorde a la variación del IPC trimestral, opción de pedir la entrega de la propiedad por razones justificadas por el propietario, pago de arriendo en UF, entre otros.

Una realidad que muchas familias han enfrentado durante los meses de búsqueda para poder arrendar una propiedad acorde con su realidad económica, para lo cual recurren a las redes sociales donde en los distintos portales y plataformas se ofrecen arriendos en distintos sectores de la comuna de casas y departamentos -de distintos tamaños y características- con precios que han tenido alzas de hasta $250 mil desde el 2020 a la fecha.

Esto se vivencia gracias a los relatos de cinco personas con distintas historias de vida pero con un factor común, son arrendatarios, los que han sido testigos en primera persona de lo engorroso y complejo del proceso en la comuna de Osorno.

El sueño de la casa

Rosita Vaez (31 años) vive con su hija Aby de 10 años y su marido Luis (35 años) en una pequeña vivienda en la Villa Quilacahuin en Rahue Alto, la cual es la única opción que actualmente pueden costear gracias a los ingresos que recibe Luis como gasfíter y los trabajos en casa que realiza Rosita.

"Hemos intentado desde hace unos tres años poder mudarnos a un lugar mejor, pero resulta inviable. Antes, cuando tenía trabajo con contrato en un supermercado, me decían que mi renta no era suficiente y que los ingresos de mi esposo como independiente no cuentan. Ahora no sólo no cumplimos con todas esas exigencias que llegan a ser humillantes cuando te las dicen, porque es evidente que muchas de ellas las ponen sólo para segmentar a los arrendadores. Tampoco tenemos recursos suficientes porque los arriendos están muy caros y se nos iría todo el sueldo en sólo pagar", reconoció la mujer.

Relató que durante su búsqueda se encontró con requisitos como no tener hijos o mascotas y el compromiso de no cambiar esa condición durante el tiempo que dure el contrato de arriendo. "Tengo mi hija y no descarto tener en algún momento más hijos, también tenemos mascotas, entonces me parece un abuso que los propietarios quieran mandar la vida de otros solo por arrendar una casa. Si cuando uno tiene una casa es para formar un hogar a su manera y con decisiones de vida… entonces cómo un tercero se va a interponer en ese proceso. Eso pasa porque también la dificultad de poder acceder a la casa propia es demorosa y complicada. Llevo 10 años luchando por tener una casa y no ha sido posible", comentó Rosita.

Tercera edad

Aurora Ponce (78 años) hasta hace 10 años atrás tenía su casa propia, la que compartía con su pareja Héctor, quien falleció víctima de un cáncer hace 8 años. Desde entonces comenzó su drama habitacional ya que no estaban casados y los hijos legales optaron por vender la propiedad.

"Con Héctor fuimos pareja más de 25 años, pero él nunca se divorció, sólo estaba separado de hecho con la madre de sus tres hijos. Cuando enfermó lo cuidé y me dediqué en cuerpo y alma, pero el cáncer fue más fuerte. En su minuto los hijos me agradecieron y como vendieron la casa donde vivíamos dijeron me ayudarían a pagar un arriendo para vivir tranquila. Pero resulta que en la pandemia todo subió y los compromisos se olvidaron. Ya no iban a pagar más dinero y con lo que hasta ese momento consideraban me resultó imposible encontrar algo", reconoció apenada.

Comentó que sin tener consideración por su condición de adulta mayor le exigían colillas de pensión, un aval que tuviera ingresos suficientes, no tener mascotas, entre otros requisitos que no podía cumplir: "lo único que tengo es a Toby, mi gato, que no lo voy a dejar solo. Cuando pedían aval no tengo, porque mis hijastros no están dispuestos a eso. Es muy duro porque no puedo arrendar y tampoco he salido en los subsidios de casa propia. Ahora vivo con mi hermana menor y su familia en San Pablo, pero me siento ajena y una intrusa, no me tratan mal pero siempre tuve mi casa hasta que la crisis dijo otra cosa. La crueldad hacia la tercera edad incluso llega desde los más cercanos como me pasó a mí", relató Ponce.

De Cuba a Osorno

Henry Rodriguez (41 años) llegó a Osorno en 2017 desde su Cuba natal con el sueño de poder acceder a mejores condiciones económicas y laborales para él, su esposa e hijos que en ese entonces estaban aún en la isla. Recuerda que cuando llegó contaba con muy poco dinero, pero muchas ganas de trabajar, cruzándose en su camino personas muy buenas pero también viviendo experiencias muy amargas, sobre todo en lo laboral.

"Cuando llegué a Osorno fueron tiempos muy difíciles hasta que logré estabilizarme laboralmente ingresando a trabajar en Frigorífico del Sur, local de Rahue Bajo cuando se abrió en 2018. Entonces enviaba mucho de mi salario a Cuba para ayudar a mi familia y también ahorraba porque mi principal objetivo era traer a mi mujer y dos de mis tres hijos", expuso Rodríguez.

Finalmente su esposa Anabel (37 años) y sus hijos Víctor Enrique (12 años) y Natalia de la Caridad (6 años) arribaron a la comuna a inicios de 2019. Después de mucho buscar, arrendaron una cabaña en el sector de Rahue Bajo.

"Estaba todo bien, pero comenzó la pandemia y las condiciones de arriendo cambiaron, entonces estuve cerca de un año buscando dónde arrendar. Me encontré con la primera traba que es mi condición de extranjero y sin siquiera preguntar si estoy legal -porque sí estamos legales- me decían que no. Después fue por los niños… no sé qué le pasa a la gente con los niños, que no quieren arrendar a quienes tenemos la fortuna de ser padres. Después el tema económico, si hasta fueron a mi trabajo a preguntar por mis condiciones salariales. Después de eso logré cambiarme pero no fue lo mejor y nuevamente buscando hasta llegar a donde estamos ahora, que la verdad es un buen lugar con un propietario que es consciente", detalló el trabajador.

Madre soltera

Daisy Arriagada (31 años) es jefa del hogar que comparte con sus dos hijos, José (13 años) y Antonella (10 Años). Desde enero vive en una casa en el sector de Francke, la que arrendó después de más de un año de búsqueda, tras dejar la casa que arrendaba en el sector de Mirasur porque le subieron arbitrariamente el arriendo en más de $50 mil.

"En medio de la crisis de la pandemia quedé sin trabajo con contrato, lo que se sumó a todas las desventajas que aparentemente tengo como arrendataria. En ese momento, coincide con que el dueño de la casa decide subir el valor del arriendo en más de 50 mil pesos, entonces cómo puedo mantener una casa que de un mes para otro me suben el arriendo si debemos pensar que a eso se suman los gastos básicos, alimentos, movilización, entre otros. Esto no significa que no tuviera mis ahorros y comencé a buscar dónde arrendar y me encontré con la sorpresa que ser madre soltera es un desafío que para estos efectos se transforma en una desventaja", relató la madre que desde hace un año trabaja en servicios de Uber.

Relató que desde los 24 años que arrienda y a pesar de haber intentado muchas veces tener casa propia, no ha sido posible: "no me resulta para la viviendas sociales y tampoco me dan un crédito hipotecario, algo que no entiendo porque

"No me resulta para la viviendas sociales y tampoco me dan un crédito hipotecario"

Daisy Arriagada, arrendataria

"Entonces enviaba mucho de mi salario a Cuba para ayudar a mi familia y también ahorraba porque mi principal objetivo era traer a mi mujer y dos de mis tres hijos"

Henry Rodriguez, arrendatario