(viene de la página anterior)
para la participación. Se estima que bajo esta definición existen más de mil millones de personas que viven con algún tipo de discapacidad. Esta cifra representa un 15% de la población total mundial, de ellos más de 25 millones de niños entre 0 y 14 años se encuentran en esta situación, siendo 13 millones los que presentan características graves.
Bajo ese lineamiento, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) apuntan al desarrollo de políticas públicas que permitan la inclusión social, laboral, educacional y afectiva de quienes presentan condiciones de discapacidad. Realidad que a nivel mundial, nacional y local se ha implementado con mucha mayor lentitud de lo requerido, quedando aún tareas pendientes tanto por parte de los Estados como de la misma sociedad.
Uno de los aspectos fundamentales es la educación, que en Chile ha logrado importantes avances bajo la denominación "educación especial", una modalidad que desarrolla acciones de manera transversal en los distintos niveles educativos, tanto en los establecimientos de educación regular como los de educación especial, proporcionando una serie de servicios, recursos humanos, técnicos, conocimientos especializados y ayudas para asegurar la formación y aprendizaje de niños, jóvenes y adultos con necesidades educativas especiales.
Aprendiendo a vivir
Nirko Atencio (26 años) es alumno desde los 2 meses del Centro Educacional Los Notros, donde ha logrado desarrollar sus habilidades y crear un grupo de amigos con quienes disfruta de distintas actividades sociales, entre ellas el baile, que es uno de sus pasiones. El joven tiene la condición de síndrome de Down, lo que ha sido un motor para su familia y el regalón de sus tres hermanos y padres.
"Nirko es uno más de nosotros, no hay diferencia con sus hermanos, es una persona maravillosa, feliz, un joven independiente que disfruta del baile, de compartir con la gente, de aprender cosas nuevas. Es muy sociable y mucho de eso se lo debemos a la formación y cariño que ha recibido en la Escuela Los Notros. Para nosotros fue muy positivo llegar a ella cuando el Nirko era un bebé, como parte de la etapa de Estimulación Temprana y después a los 2 años pasó a formar parte del sistema escolar del recinto. Ahora, 26 años después, la escuela se ha transformado en parte de la familia. Es muy difícil para las personas no discriminar a estos niños, pero en la escuela y nosotros como familia también le hemos enseñado a ser autovalente y fuerte frente a la adversidad", señaló José Luis Atencio, padre del joven Nirko.
El establecimiento fue el primero en su tipo en abrir sus puertas a la inclusión en Osorno, en 1984, siendo actualmente uno de los 29 centros educacionales que a nivel nacional conforman Fundación Educa, proyecto educativo de la Fundación Coanil. Siempre emplazados en la misma casona de calle Los Carrera, han recibido a cientos de niños y jóvenes en sus distintos niveles, partiendo por la Estimulación Temprana para luego sumarse a la educación pre- básica, básica, laboral y retos múltiples.
La capacidad de matrícula es de 110 niños, cuya única condición de ingreso es tener una discapacidad intelectual o múltiple, recibiendo una atención integral sin que signifique ningún costo para la familia, ya que todos los recursos provienen de la Fundación Coanil, fundada en 1974 con el objetivo de mejorar la situación social y económica de las personas en situación de discapacidad intelectual, especialmente en los sectores de extrema pobreza del país.
"A los alumnos los tratan como personas totalmente normales, adecuando los contenidos escolares a sus destrezas y habilidades individuales. También los apoyan en temas laborales y con actividades fuera del recinto. Eso es una gran ventaja, porque les permite estar en la realidad como todos nosotros. Los temores muchas veces los tenemos los padres con nuestros hijos y también es un proceso dejarlos crecer y soltar sus alas", manifestó el padre de Nirko.
Agregó que "somos una familia de clase media y si bien hemos criado y educado a nuestros cuatro hijos, la ayuda que presta la Fundación Coanil es vital. No es necesario tener hijos diferentes para ayudar a estas fundaciones (Teletón, Coaniquem, Coanil, etcétera) y es muy egoísta de las personas, que por desconocimiento, cuestionan sus campañas y buscan que desaparezcan. Sin la ayuda de ellas no sería posible para miles de niños con capacidades distintas", enfatizó José Luis Atencio.
Actualmente la escuela cuenta con 78 alumnos de distintas edades, 12 profesores (10 educadores diferenciales, uno de educación física y uno de música), sicóloga, asistente social, kinesiólogo, fonoaudiólogo, además del equipo administrativo y manipuladores de alimentos. En total, más de 30 personas conforman los equipos de apoyo y educación de los alumnos y sus familias.
En 2019 ingresó Rebeca Raddatz (5 años), quien tiene discapacidad múltiple a consecuencia de una enfermedad a los neurotransmisores que le provoca diversos problemas sicomotores.
"Cuando mi hija llegó a la escuela prácticamente no tenía movimiento, porque su enfermedad le afecta el nivel central y no tenía fuerza física para sostener su cuerpo y tampoco había logrado desarrollar el lenguaje. Nosotros lo pasamos muy mal, porque costó mucho saber el diagnóstico de Rebeca. Recién en 2020 llegaron los resultados del examen genético desde Estados Unidos, donde fueron enviados. Con eso pudieron medicarla y tratar con certeza su enfermedad. En la Escuela hemos recibido un apoyo que como familia no habríamos podido acceder de forma privada y en la salud pública se demoran años", indicó Olga Mancilla, mamá de Rebeca.
La madre de cuatro hijas explicó que a pesar de la discapacidad múltiple severa de Rebeca, siempre logró comunicarse y comprender las cosas, lo que con el ingreso a la escuela especial Los Notros se transformó en una realidad, ya que a sus 5 años logró decir sus primeras 10 palabras, permanecer sentada en una silla especial y tener amigos.
"Hace 6 meses mi hija me dijo por primera vez mamá, pude escuchar su voz y llegar a su mundo. La emoción que eso significó es indescriptible, algo que para la gran mayoría de las personas es tan normal antes del año, para nosotros como familia fue un regalo, el más grande que pudimos tener. A ella le encanta ir a la escuela, de hecho otra palabra que aprendió es vamos y cada día espera las mañanas para decir vamos sonriendo. La escuela