Hace algunos días, junto a los productores de fruta de nuestra región, nos reunimos con Fedefruta y la Seremi de Agricultura, para trabajar en soluciones para un sector que, a pesar de entregar empleos y constituir una actividad agrícola emergente en la zona, silenciosamente ha sido víctima de una triada de factores que le ahogan y ponen en peligro: los altos precios de los insumos, los problemas en las cadenas logísticas de distribución, el alto precio del dólar y la inflación.
Estamos convencidos que la producción de arándanos, cerezas y otras especies frutales, tienen mercado y posibilidades de crecer. Sin embargo, sus productores viven momentos de incertidumbre, ante la posibilidad de que en la próxima temporada se repitan los problemas que hoy les mantienen endeudados y complicados. Y también están ocupados de países competidores, como México y Perú.
Por ello, hemos planteado la necesidad de que se establezcan urgentemente créditos con aval del Estado, que permitan a los productores de frutas salir efectivamente de esta coyuntura; y que el Gobierno disponga de medidas para no poner en riesgo la seguridad alimentaria, ante un escenario económico local e internacional adverso.
¿Pero por qué el precio del dólar y la inflación ahogan a los productores de alimentos y a cada chileno? Principalmente por la incertidumbre política. Varios economistas concuerdan que el tipo de cambio está $200 por sobre el nivel estimativo normal, producto del permanente estado de fricción al que hemos quedado expuestos desde el estallido de violencia de octubre de 2019 y que esperemos termine con el plebiscito de septiembre.
Si bien un alto precio del dólar, convertido a pesos, podría ser positivo para los exportadores, la incertidumbre termina castigando a toda la economía, haciendo que aumente el costo de productos importados (de los que dependemos en gran medida) así como insumos clave como el combustible y la energía. Con ello, el transporte y la logística también cuestan más, debido a que nuestra infraestructura caminera y portuaria no está a la altura de las necesidades, lo que afecta irremediablemente al precio final de los alimentos. Y con ello, al bolsillo de todos los chilenos.
Este país, que por mucho tiempo hizo las cosas bien, se despreocupó de los temas importantes. Todavía estamos a tiempo de remediarlo.
Christian Arntz MacEvoy, director ejecutivo de la