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vinimos hace un año", explicó Alan.

En la capital se dedicó por años al rubro gastronómico, por lo que este cambio de vida fue por esa vía.

"Se nos ocurrió la idea de 'democratizar' y para eso nos trajimos los food truck. Pero quisimos hacer algo distinto y lo equipamos con una cocina de un restaurante y nos vinimos con este proyecto a Purranque", explicó.

La razón de elegir un lugar tan diferente y distante de la capital fue, en primer lugar, por la cercanía de su mujer con la zona, ya que ella y sus padres son purranquinos; y precisamente ellos fueron los primeros que decidieron regresar.

"Mis suegros, después de 30 años de vivir en Santiago, se vinieron para acá y nosotros por buscar una mejor calidad de vida, con más tranquilidad, decidimos venirnos con ellos también. Sentimos que habían más posibilidades, con más cosas que podíamos desarrollar y nuestra idea era hacer un aporte a la comunidad", manifestó.

Una vez llegados y con la idea de instalar este local de comida, fueron al municipio de Purranque, donde justo se había implementado una ordenanza donde se destinaban una cierta cantidad de puestos para ello. Fue así como pusieron a funcionar los food trucks, los que fueron instalados en los terrenos del ex Bodegón que sufrió un incendio hace algún tiempo.

Alternativa

"Al principio nos costó. Esto ha sido de menos a más, nosotros trajimos una propuesta nueva, con comida diferente, quisimos democratizar la comida, no vender la típica salchipapa, ya que tenemos camarones al ajillo por ejemplo, nuestros sándwich son a la plancha, tenemos pizzas que son distintas a las que uno conoce generalmente. Vinimos a cocinar, más que a sacar comida rápida", comentó.

Ha pasado casi un año desde su arribo a la zona, pero no toda la experiencia ha sido de dulce, ya que por el hecho de ser Chile un país muy centralizado, cuesta dar la misma celeridad que hay en la capital al funcionamiento del negocio. Según dijo, acá todo funciona en forma más calmada y no es tan fácil encontrar rápidamente los insumos que requiere.

"Yo trabajaba para otros negocios antes y tenía un cargo gerencial, tenía varios locales a cargo y acá uno tiene que hacer todo, desde cocinar y comprar todo", detalló.

Además el frío y la lluvia han sido duros de enfrentar con un local de estas características, pero todo se compensa con la tranquilidad y el tiempo que en Santiago no se daba, ya que ahora pueden disfrutar más con sus tres hijos.

"Como independiente se trabaja más que para una empresa, entre 12 a 13 horas diarias, pero ahora tengo la ventaja de ir a dejar a mi hija al colegio y a buscarla. Vivo más tranquilo, camino a Crucero, duermo tranquilo, no escucho balazos, no sé de portonazos, de tacos. Uno anda mucho más tranquilo y relajado", remarcó.

Del desierto a la lluvia

Cristian Pérez (35) llegó junto a su pareja, Sofía Aranda (31), desde Copiapó hasta Puyehue en agosto del 2019. Si bien no fue una decisión tan meditada, sí estuvo guiada por la intuición y por una compra previa -en 2015- de una hectárea de terreno en Mantilhue, la que nunca conocieron hasta llegar a la zona.

"Compramos a ciegas y recién la vinimos a conocer el 2016. Nos pusimos a juntar algo de plata y nos vinimos el 2019, sin casa, sin nada, pero con la idea de trabajar", relató.

Cristian es profesor de Educación Física y tenía un trabajo relacionado con la minería, mientras que Sofía es laboratorista dental. Pese a que postularon a trabajos en sus áreas, nunca se dieron en Puyehue, por lo que emprendieron para continuar con su residencia en el sur.

Pero también estaba una idea vinculada al área gastronómica, ya que cuando llegaron a Entre Lagos, pasaron a comer y se dieron cuenta que no había variedad de comidas.

"Como nos dimos cuenta que no iba a haber mucho trabajo para nosotros, porque no conocíamos a nadie, dijimos que podríamos poner un negocio y surgió la idea de un café al paso. No vinimos con tantas ideas realmente, pero sí con muchas ganas", expresó.

Así empezaron a darse cuenta que la gente de la zona comía mucho pan y como Sofía tiene dotes para la cocina, pensaron en hacer algo claramente con masa.

"Tratamos de conectar un tema tradicional, entonces buscamos el pan amasado, pero tratando de llevarlo a algo más gourmet y el primer pan que se le ocurrió a Sofía fue el de orégano", detalló.

Como aún no eran conocidos en el lugar, no les fue también y llegó la pandemia, por lo que empezaron a trabajar en nuevas recetas. Ahí surgió el pan de pimentón, con lo que empezaron a darse a conocer más y así crecieron.

"La pandemia nos jugó a favor, muchos locales cerraron, en cambio como éramos al paso no lo hicimos. Además en el pueblo todo abría entre las 10 y las 10.30, nosotros nos pusimos un horario de 7.30 de la mañana para estar atendiendo", comentó.

Si bien al principio costó, la perseverancia los hizo captar una gran cantidad de clientela que llegaba a trabajar desde Osorno y también de los campos, por lo que lograron consolidar su proyecto.

"Nosotros partíamos en un carro de 2x3 y ahora estamos

"No escucho balazos, no sé de portonazos, de tacos. Uno anda mucho más tranquilo y relajado"

Alan Araneda, Santiaguino en Purranque