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Cretton, rey del ráting de los viernes: "Mis entrevistas son más psicológicas"

ENTREVISTA. El conductor de "Podemos Hablar" habla de las claves del programa de conversación y también se refiere al video que publicó en Instagram contando su vida con depresión. "No sé si pueda tener coletazos", afirma.
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Amelia Carvallo

En mayo comenzó una nueva temporada de "Podemos Hablar" por Chilevisión, programa de conversación que asumió el periodista y conductor Jean Philipe Cretton en reemplazo de su colega Julián Elfenbein. Desde entonces, la apuesta lidera en sintonía con un promedio de 12,1 puntos.

Entre los invitados han estado Karla Rubilar, Tamara Acosta, Marcelo Comparini y Jorge Valdivia. "Muchas veces se da una especie de catarsis, de asamblea donde se conversa y se escucha, se llegan a consensos, se dan consejos, eso me gusta mucho", dijo Cretton.

-¿A qué responde esa catarsis?

-Estamos viviendo cambios sociales súper exigentes en cuanto a lo emocional. Todos estamos con una carga bien potente y todo está un poco más oscuro. Conversar dejando de lado los perjuicios y la polarización, compartir experiencias, mirarse a los ojos, genera una conversación que es la que yo quería imprimir desde el comienzo.

"Creo que la conversación es el inicio de las sociedades. Si nos vamos a los tiempos más antiguos, cuando se juntaban alrededor del fuego en las noches salvajes de la prehistoria, con animales al acecho. Compartir algo es muy humano, pase lo que pase, el ser humano tendrá que juntarse y conversar. Eso es lo que me gusta de los programas de conversación, volver como a lo más primitivo. Mientras eso pase, tenemos esperanza, porque o si no la cuestión es tirarse piedras de un lado para el otro nomás, y con eso no se avanza mucho", afirmó el conductor.

-¿Cuándo las personas bajan sus defensas?

-Una vez lo puse con una analogía del western: es el momento en el que están en la mesa y todos ponen sus pistolas arriba de ella, algo así como "vamos a conversar con las armas arriba de la mesa, no vamos a disparar en ningún momento". A mis entrevistas siempre las he definido más como psicológicas que periodísticas, yo no tengo mucho el rollo de ir detrás de la verdad, detectar qué pasó tal día o si se produjo una corrupción. Eso me da lata, no me gusta. Sí me gusta preguntar: ¿y qué sentiste cuando pasó eso? ¿Por qué te planteaste desde ese lugar? ¿Por qué te arrepentiste después? Es la cuestión más mental.

-Igual hay gente que se protege más en las cifras que en mostrar sus sentimientos.

-Hoy hay un festival de ocultar los sentimientos. Se avanza mucho en lo social, efectivamente, pero a nivel individual tenemos un cagazo del que no nos hacemos cargo y eso se puede extrapolar desde nuestros niños, que estuvieron dos años encerrados, tuvieron pocas posibilidades de compartir habilidades sociales, hasta los más grandes que creemos que nos ponemos la capa de Súperman y avanzamos con todo, pero en realidad estamos todos con alguna tranca que ha surgido de todo este proceso que estamos viviendo ahora.

Sin enjuiciar

El animador además opta por escuchar y no enjuiciar, y puso de ejemplo a la actriz Catalina Pulido, a quien tuvo en el set: "Primero hay que escuchar y preguntar. Por ejemplo, por qué tú, Cata Pulido, defiendes esto, por qué dijiste esto en la radio. Hoy día lo que se estila es decir, por un lado, 'la Pulido es una mierda', y por el otro, 'es maravillosa'; pero nadie se escucha, entonces mi postura es decir escuchémonos, podemos hablar".

-¿Cómo te has sentido en el canal?

-Súper bien, los números lo dicen todo, estoy haciendo mi sexto año en el canal, en diciembre se termina el contrato y hay que ver si sigo o no, pero mi sensación ha sido de un canal que me ha permitido ser.

Sobre proyectos futuros, Cretton dijo sentir que la televisión abierta apuesta más por formatos ya probados, en desmedro de trabajos más experimentales, pero avizora algunas luces en Internet: "Tengo un destello de ilusión con el mundo digital, me gustaría poder experimentar contenidos nuevos, así que tengo dos programas pensados en ese estilo".

-Hace poco en Instagram hablaste de tu larga experiencia con la depresión. ¿Cómo fue eso?

-Me costó, porque todavía vivimos en un mundo de muchos prejuicios frente a eso. Uno no sabe si por decir esas cuestiones puedes tener algún coletazo laboral, uno se mueve en industrias que son las de la felicidad y el éxito, finalmente. Todo lo que se vende, tanto en televisión como publicitariamente, es todo bonito o si no es el drama puro.

-¿Cómo ves la salud mental?

-Los índices son alarmantes y vienen desde antes del estallido social. Si esto fuera quizás otra enfermedad, que daña otros órganos, seguramente habría una alerta mayor, pero como es la mente, de alguna manera se hace invisible.

Harry Potter celebra 25 años desde su primera publicación

LITERATURA. La hija del dueño de Bloomsbury, de ocho años, hizo que no rechazaran nuevamente el manuscrito.
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Hace 25 años nadie había oído hablar de ningún huérfano llamado Harry Potter, ni de una escuela de magia Hogwarts, ni tampoco de un andén 9 y 3/4 escondido en la estación londinense de King's Cross. Nadie excepto la novelista J.K. Rowling y sus editores de la casa Bloomsbury, que el 26 de junio de 1997 publicaron el primer libro de la saga: "Harry Potter y la piedra filosofal".

En este cuarto de siglo, el universo mágico de "el niño que sobrevivió" a Voldemort ha echado raíces en el imaginario de varias generaciones que desearon recibir, algún día, la carta de admisión a Hogwarts y poder cursar asignaturas como pociones, defensa contra las artes oscuras o encantamientos, con una varita hecha de pluma de fénix como la del protagonista.

Hace 25 años, Alice Newton tenía ocho años y fue una de las primeras lectoras que evadió el mundo ordinario, el de los "muggles" según la saga, para sumergirse en la historia de un huérfano con una extraña cicatriz en la frente, con forma de trueno, que tiene que vivir con sus tíos crueles y dormir en una bodega bajo las escaleras.

Al empezar a leer, Alice quedó fascinada con los primeros capítulos que le dejó su padre, Nigel Newton, fundador de la editorial Bloomsbury, y su opinión fue determinante para que el manuscrito no terminara en un enésimo rechazo de publicación, señaló la agencia de noticias Efe.

Antes de Alice, una docena de editoriales había dado calabazas a J.K. Rowling, seudónimo de Joanne Rowling, y al manuscrito que había empezado a escribir en una pieza arrendada en el sur de Londres, mientras era madre soltera y sobrevivía gracias a las ayudas sociales, sin saber que acabaría atesorando más de mil millones de dólares.

Lejos de la creencia popular de que fue la librería gótica "Lello" de Oporto, Portugal, la cuna de las aventuras de Harry y sus amigos, Ron y Hermione, la misma novelista ha revelado que, en realidad, fue en un departamento londinense cerca de la estación de Clapham Junction, en el número 94 de St John's Road, donde puso "la pluma sobre el papel por primera vez" y colocó "los primeros ladrillos de Hogwarts".

A pesar de las largas filas de fans cada día en la librería portuguesa, allí Rowling no escribió ni una palabra de las 77.689 que tiene la primera novela. "¡Nunca supe de su existencia! ¡Es bonita y ojalá la hubiese visitado, pero no tiene nada que ver con Hogwarts!", confesó en Twitter.