No a las armas
Prohibir por ley a civiles la tenencia responsable de armas parece un infantilismo que sólo es posible en países verdaderamente desarrollados, es decir, en países donde hay un Estado/Gobierno que brinda la seguridad del caso a sus ciudadanos, cumpliendo con su mandato constitucional. Donde sus ciudadanos han demostrado respeto y cumplimiento de las leyes. Donde hay instituciones independientes y sólidas que ejercen su función plenamente. Donde hay responsabilidad en el actuar del pueblo y sus dirigentes y, por cierto, más allá de fantasías e iluminaciones y supuestas buenas intenciones. Y entre otras más, donde la democracia, verdaderamente madura, cumple todos sus roles ante la sociedad y el mundo.
Como en nuestro país desde hace tiempo no ha habido garantía confiable ni menos demostrada, y ni siquiera intenciones claras de brindarla, posiblemente ese proyecto en los hechos será un fracaso, pues muchos no están dispuestos a exponerse, ni a los suyos, a manos del vandalismo o terrorismo sin control. No hay evidencias que avalen lo contrario.
José Manuel Caerols Silva
Sobre la rabia
Desde hace ya un tiempo, la rabia ha venido permeando todas las capas de la sociedad. Lo vemos en los improperios escuchados en las calles, en la falta de tolerancia, en las redes sociales, en los discursos públicos e incluso en los convencionales. Y es muy complejo abordar los desafíos de un país cuando sus integrantes sienten esa emoción.
Martha Nussbaum, en un fantástico libro sobre el tema, nos dice que lo que es esencial en la rabia es el deseo futuro de sufrimiento al agente que la causa, un deseo de que tal agente esté mal, generando así un sentido de retribución. Aristóteles va en la misma dirección, añadiendo la idea de que la causa de la rabia es un menosprecio imaginado realizado por personas que no tienen razones legítimas de menospreciarnos.
Esa vulneración del valor propio, que es posiblemente lo que está detrás de la noción de dignidad, ha traído un efecto problemático: exteriorizar la rabia buscando el sufrimiento del otro por el solo hecho de causarlo. Pero al hacerlo, no se elimina el mal que dicho agente ya cometió. En consecuencia, el mal termina multiplicándose. De ahí que filósofas como Agnes Callard concluyan que la rabia no es justa, ya que no se traduce en un esfuerzo por resolver un problema. Lo crucial, entonces, es comenzar por ese reconocimiento, para reparar y, finalmente, perdonar.
El país requiere pasar de la rabia a la reparación y al perdón. Guido Larson, director Instituto de Humanidades U. del Desarrollo
Industria farmacéutica
La industria farmacéutica latinoamericana enfrenta enormes desafíos de futuro. Estos no solo se vinculan con una pandemia aún en desarrollo, sino con cómo podemos fortalecer las competencias del sector, a fin de estar mejor preparados para las emergencias que con seguridad se avecinan en las próximas décadas.
En ese contexto, una de las más relevantes es la capacidad de las industrias locales de alcanzar mayor autonomía en la producción de insumos, medicamentos y materias primas. Se trata, qué duda cabe, de una cuestión fundamental para abordar los actuales y futuros retos sanitarios con una disponibilidad y acceso a productos y servicios de calidad garantizada.
Esta fue una de las conclusiones de la denominada "Declaración de ALIFAR, documento elaborado en la asamblea anual de esta asociación que reúne a más de 400 empresas farmacéuticas de Latinoamérica , y que se dieron cita recientemente en la ciudad de Guaruya, Brasil
El documento vuelve a relevar el rol estratégico de este sector, la necesidad de que los estados de la región diseñen políticas públicas que promuevan avances importantes en beneficio de los ciudadanos. Entre ellos, favorecer la producción local, que garantiza acceso oportuno a medicamentos y regulaciones adecuadas a las realidades locales.
Todos temas que deben estar -y así lo esperamos- en la primera línea del debate de nuestras políticas sanitarias en los próximos años.
Elmer Torres, vicepresidente ejecutivo de la Asociación Industrial de Laboratorios Farmacéuticos (Asilfa)
Tiempo para descanso mental
La foto cliché de las vacaciones de invierno de niños y adolescentes los muestra en una fila, con palomitas en la mano, esperando por el estreno de la gran película de turno. Lo que la foto no exhibe, sin embargo, es todo el estrés que rodea a esa aventura: largas esperas, excesivo gasto de dinero, aglomeraciones en espacios cerrados, la lucha por estacionamientos, ruidos y otras peripecias.
Tras dos años de pandemia, tiempo en el cual las escuelas permanecieron total o parcialmente cerradas, el retorno a clases ha sido un desafío enorme para los estudiantes, padres, madres y familias en general. Demás está decir lo chocante de las imágenes de peleas a las afueras de establecimientos, los conflictos entre alumnos y profesores o las discusiones entre apoderados en grupos de WhatsApp.
Como sociedad, necesitamos que ese descanso, que el Gobierno ha decidido extender a más de un mes, sea efectivamente un período de descanso mental para todos. Tal vez sea momento de planificar las vacaciones sin grandes presupuestos y apelar a la sencillez de un día familiar de picnic, tardes jugando en la plaza o largas caminatas con las mascotas. Quizás el sitio turístico de turno, atestado de visitantes, no sea por esta vez la mejor opción…
Culturalmente, tenemos un dilema entre descanso y diversión. Pero el descanso no tiene que ver con este último concepto, sino con la oportunidad de reponer cuerpo y mente, recargar energías y volver a nuestras actividades con un nuevo impulso. El estrés en el retorno a las clases presenciales significó un inédito desgaste.
Seguramente, usted vio a su hijo más irritado que de costumbre, cansado por las jornadas presenciales. Ante esto, una tarea relevante en el "descanso invernal" será la de recuperar el ciclo vigilia-sueño, volver a dormir las horas correspondientes a cada edad y normalizar el tránsito a hábitos que durante el confinamiento vacío se perdieron. Una recomendación es que esto no sea dispuesto como una exigencia.
Es tiempo, por ejemplo, de regular el uso de las pantallas y de propiciar la actividad física, todas tareas importantes para ir disminuyendo los niveles de ansiedad u otros síntomas relacionados.
Del mismo modo, puede ser la oportunidad de abrir espacios de diálogo y unidad en las familias, para reflexionar sobre cómo nos relacionamos con nuestro entorno. Planifiquen juntos unas vacaciones diferentes, evitando factores de estrés.
Javiera Caro