Preocupante disminución de nuevos profesores
Desde hace un tiempo, se ha presentado una situación que está mostrando consecuencias que espero se puedan revertir y es la notable y sostenida disminución de nuevos profesores, que se suma a la deserción de un número importante antes de los primeros 5 años de ejercicio.
El Centro de Investigación Avanzada en Educación (CIAE) de la Universidad de Chile ha constatado que la matrícula de las carreras de pedagogía, entre el año 2018 y 2021, ha caído un 35%. El Ministerio de Educación, por otra parte, establece que, desde el año 2009 al 2018, la caída es de un 45%. El abandono de la carrera docente también es un hecho preocupante ya que estudios dicen que llega hasta un 40% de los egresados en un plazo de cinco años, es decir, 4 de cada 10 profesores/as egresados desiste del ejercicio docente antes de llegar a los 5 años de ejercicio.
Lo anterior, en la práctica, se traduce en la falta de profesores en términos generales, lo que se agudiza en ciertas asignaturas en las que prácticamente no hay disponibilidad de cubrir un reemplazo con un colega del área.
La multiplicidad de causas y consecuencias de esta situación es extensa como para tratarlo con ligereza, pero queda claro que son signos de una sociedad en crisis que no quiere o no puede reconocer su condición, ni su responsabilidad. Sin embargo, es necesario proponer acciones concretas que mejoren las condiciones que los maestros deben sobrellevar como por ejemplo el número de estudiantes por curso, redistribución de los tiempos de trabajo administrativo, disminución de tareas redundantes, dar más tiempo para la reflexión y diseño de material didáctico; y quizás lo más importante es recuperar el respeto hacia el rol docente.
No es posible que a los estudiantes -que deberían estudiar- les dé exactamente lo mismo no entregar sus trabajos o no responder nada en las evaluaciones porque saben que no pueden repetir y que de no tener un resultado mínimo, tienen una y otra oportunidad. Todo esto significa que los profesores deben preparar doble material sólo para dar nuevas oportunidades a quienes en muchas ocasiones se aprovechan de las que ofrece el sistema.
A lo anterior hay que sumar que, con regularidad, las familias traspasan ciertas responsabilidades a las instituciones educativas que sobrepasan el sentido común como los tan bullados temas de violencia, la prevención de consumo de alcohol y drogas, las relaciones de pareja o la identidad de género. Parece ser que un número importante de adultos se ha perdido en el desempeño de su rol parental y lamentablemente, muchas situaciones que se originan en la permisividad del hogar se suman a la carga laboral de profesores que deben intervenir en la formación de niños y adolescentes para corregir o enmendar aquello que el entorno cercano ha descuidado.
Y es que los docentes, además de conquistar el interés y convertir a alumnos en aprendices, en muchas ocasiones, son depositarios de situaciones que trascienden ampliamente sus deberes. Por ello, cuando algunos ironizan con las extensas vacaciones que los colegas tienen, habitualmente contesto que es uno de los pocos trabajos que requiere una dedicación 24/7, no sólo para preparar material o revisar pruebas y trabajos, sino también para asumir responsabilidades humanas intransferibles.
Volviendo al punto de partida, el lado positivo para los maestros y maestras que perduren será que no sólo seguirá siendo el mejor oficio del mundo, sino que también el más caro y cotizado.
No es posible que a los estudiantes -que deberían estudiar- les dé exactamente lo mismo no entregar sus trabajos o no responder nada en las evaluaciones porque saben que no pueden repetir y que de no tener un resultado mínimo, tienen una y otra oportunidad