Internet para la teleducación
En estos dos años, la pandemia del coronavirus ha obligado a cambiar nuestra forma de vivir, nos forzó a encerrarnos en nuestras casas y experimentar un nuevo modo de relacionarnos en lo social y en la educación: la modalidad virtual.
Después de este tiempo, el Gobierno y las instituciones educacionales están tratando de volver a las clases presenciales y aún está el temor por estas actividades, por lo que se ha implementado la modalidad híbrida, que permite la realización de actividades presenciales con un componente virtual, especialmente para aquellos estudiantes que, sin tener la posibilidad de asistir presencialmente a las aulas, puedan conectarse desde su residencia o lugar de trabajo.
Como sociedad hemos experimentado la importancia de Internet en nuestros quehaceres diarios. Se ha logrado que los estudiantes incorporen el uso de tecnologías de la información al proceso de enseñanza (aulas virtuales, plataformas de reuniones), y en la actividad cotidiana, se ha logrado simplificar procesos que implicaban grandes desplazamientos en distancia.
El uso intensivo de Internet tiene ventajas y desventajas, pero dado que estamos retornando a una nueva realidad, su uso a gran escala lleva consigo responder a inquietudes en el área educacional.
¿De qué forma podremos ocupar estas nuevas herramientas de aprendizaje?. Lo que está claro es que no podemos utilizarlas con las formas clásicas de enseñanza. Necesitamos emplear de modo eficiente esta nueva manera de comunicarnos con metodologías capaces de responder a las necesidades actuales, en que se requieren profesionales y técnicos preparados no solo en habilidades propias de su actividad, sino que también en herramientas ofimáticas y sistemas de información.
El problema aparece si se produce un apagón digital. En estos momentos dependemos de Internet a tal punto que, si existe una caída del sistema, dificulta no solo el proceso educativo, sino que trastoca toda actividad.
Por ende, si bien Internet ha resultado ser una necesidad en nuestras vidas, necesitamos contar con alternativas que nos permitan continuar con el proceso de enseñanza y aprendizaje. Necesitamos enseñar a los estudiantes el perfecto equilibrio entre la utilización de Internet y el modo de comunicación análogo, para hacer frente a un apagón digital y de esa forma no estar dependientes 100% de este servicio. Internet nos ha abierto un mundo donde prácticamente no existen fronteras, pero debemos utilizarla con cautela.
Alejandro Álvarez, académico Facultad de Ingeniería y Negocios UDLA
Propiedad intelectual
En nuestro país y en el mundo, los mecanismos para el resguardo de la propiedad intelectual han sido clave para que miles de creadores hayan podido desarrollar y explotar sus ideas. Sin ella, todos aquellos proyectos creativos no tendrían el resguardo suficiente para buscar ser parte del patrimonio cultural de cada país.
Por este motivo, valoramos enormemente que la discusión sobre la relevancia de la propiedad intelectual y los derechos de autor estén en la agenda mediática, así como en el debate de la Convención Constitucional.
Para nuestra industria, profundizar el resguardo de la propiedad intelectual es un elemento clave para seguir creciendo e impulsando la economía creativa, sector que hoy representa el 6% del PIB mundial, según datos de Naciones Unidas.
El llamado que hacemos es avanzar hacia una mayor institucionalidad en la materia, que entregue herramientas que permitan potenciar los bienes creativos, valorizarlos y proyectarlos a futuro, equilibrando el interés de los innovadores y el interés público.
Lo anterior, además, está en línea con lo que ha señalado la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) de Naciones Unidas, de la cual Chile es parte, y que señala que el sistema de propiedad intelectual procura fomentar un entorno propicio para que prosperen la creatividad y la innovación, entendiendo que las ideas o creaciones son parte de los activos inmateriales que impulsan la rentabilidad de una empresa o una institución.
Alejandra Ferrari, directora ejecutiva de la Asociación Chilena de Publicidad (Achap)Reciclaje: demos el ejemplo
El pasado domingo 15 de mayo, Chile agotó nuevamente su "línea de crédito" ambiental, entrando en un sobregiro ecológico que se ha repetido en los últimos años. Este 2022 alcanzamos el sobregiro dos días antes que en 2021 y nos posicionamos por tercer año consecutivo como el primer país de Latinoamérica en sobregirarse ambientalmente.
¿Qué significa esto para nosotros? Que hemos ocupado todos los recursos que teníamos disponibles para el año completo. Es decir, lo que la Tierra puede regenerar durante un año. Lo peor de eso, es que lideramos esta triste medición. Catalogar esta situación de "preocupante" es lo mínimo y es una mala noticia justamente en esta fecha donde conmemoramos el Día Internacional del Reciclaje.
Es muy posible que esta situación se haya agravado por la crisis sanitaria, puesto que en confinamiento aumentaron radicalmente los delivery y el uso de materiales desechables por el bien de disipar los contagios de covid-19. Sin embargo, ya pasados los momentos más críticos de la pandemia, seguimos actuando como si no hubiéramos aumentado las toneladas de basura y residuos que dejamos en el planeta. Es momento de que el reciclaje tome un papel más importante, pero no sólo para quienes habitamos el planeta, sino que también para las empresas.
Debemos hacernos cargo de toda la cadena que viven nuestros productos de forma segura, transformando nuestros residuos en materiales con nuevos usos.
En Chile, con la Ley de Reciclaje y Responsabilidad Extendida del Productor (REP), es ineludible que las compañías no se hagan cargo de los productos que venden. Sin embargo, ha resultado ser un proceso de lenta adaptación en el mundo privado, y así lo hemos visto desde los años '70.
Actualmente, y según el Ministerio del Medio Ambiente, sólo alrededor del 10% de los residuos que llegan a los hogares se reciclan.
Tomemos el reciclaje en serio y adoptémoslo como un propósito país. Como empresas debemos incentivar a nuestros consumidores a ser cada vez más conscientes de lo vital e importante que es reciclar y reutilizar. Aumentemos las posibilidades de la ciudadanía de hacerse responsables del cambio que debemos ejecutar por un mundo más justo, más bello, y por sobre todo, más limpio.
Elisa Grube