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adelante al lograr someterse a un trasplante de células madre hace algunos meses atrás.
"Yo tengo tres hijos y una nieta. Mi hija mayor, Francisca tiene 26 años, Florencia tiene 16 y estudia en el Carmela Carvajal, además José Miguel, que tiene 13, y en este momento está inmunosuprimido. Lo están inmunizando y no va al colegio hasta después de vacaciones de invierno", relató.
La historia de lucha y esfuerzo de Andrea la tiene actualmente estudiando la carrera de Técnico en Enfermería en AIEP, luego de conocer la lucha de muchas madres en los hospitales en que debió permanecer acompañando a su hijo menor.
"El mundo de la oncología se me abrió cuando a Josesito le diagnosticaron la leucemia y siempre quise estudiar Gastronomía, siguiendo mi rubro porque soy manipuladora de alimentos. Pero el año antepasado comencé a ver el área de oncología, ya que estuve siete meses en Valdivia y prácticamente un año y medio en el Hospital Calvo Mackenna. Por las hospitalizaciones de mi hijo comencé a conocer ese mundo y me llamó la atención la entrega y dedicación que tiene todo el personal, desde los doctores, enfermeras, tens, los auxiliares. Viendo eso me dije, ¿por qué no?", expresó Andrea.
Esta madre de 44 años cuenta que tomó el desafío con temor en un principio, pero la enfermedad de su hijo le hizo tener una mirada diferente, cuando se dio cuenta que también había postergado la parte académica, más cuando la vida les dio un duro golpe a su familia. Así que luego de la batalla tomó la determinación de estudiar y ayudar desde su experiencia de vida.
"No sé si voy a ser la mejor estudiante, pero mi percepción de la vida es que todo deja un aprendizaje y esto me pasó a mí para aprender a ser más humana, a ser mejor mamá, esposa, trabajadora y pretendo esforzarme al máximo en el estudio, porque no es fácil tener un hogar, trabajar desde las 8 de la mañana hasta las 5 y media y entrar a las 6 y media al instituto, para luego llegar a las 11 a la casa a seguir haciendo cosas", relató.
Asegura que gracias a Dios tiene un compañero de vida, que es su esposo, que la apoya y ayuda mucho, manifestó.
Mamá oncológica
Sin duda la fuerte experiencia de haberse convertido en una "mamá oncológica", no fue fácil y Andrea saca la voz para representar a muchas de las madres que pasan por ese duro trance.
"Somos muchas las que pasamos la misma angustia, el mismo dolor y la misma esperanza, pero también hay mamitas que han luchado tanto, pero igual se han quedado con los brazos vacíos. Esto es un aprendizaje y yo hablo en nombre de muchas madres, porque todas lo somos y tratamos de hacer lo mejor, porque nosotras daríamos la vida por nuestros hijos, pero a veces se nos colocan situaciones como la que nos ha pasado a nosotros y hay que tirar para arriba y estar siempre bien, ser el sostén de la casa, porque todo el mundo se puede caer, menos una", reconoce.
A su juicio, deben ser fuertes y seguir de pie, porque el hijo te necesita y hay que estar ahí para apoyarlo y sacarlo adelante. "En Osorno somos muchas mamitas oncológicas y llevamos una lucha muy aguerrida", sostuvo Andrea Rauque.
Pese a los avances tras el trasplante de su hijo, esta madre continúa apoyando campañas de la Fundación DKMS, para que muchos otros niños puedan lograr recuperarse de enfermedades irreversibles gracias a encontrar su gemelo genético en algún lugar del mundo.
"Somos muchas las que pasamos la misma angustia, el mismo dolor y la misma esperanza"
Andrea Rauque, Mamá oncológica