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siguiente se encontraron con el primer obstáculo: al vivir en San Juan de La Costa la conectividad no era la mejor, por lo que se vieron obligadas a congelar la carrera ya que les era imposible asistir a las clases virtuales. Pudieron volver sólo hasta ahora que regresó la presencialidad.
"Yo críe a mis dos hijos sola. Mi etapa de educación la salté y me dediqué a ser mamá, porque me había hecho una promesa: a mis hijos los iba a sacar adelante y si me quedaba tiempo iba a hacer algo para mí", comentó.
Y es que Inés, que además tiene un hijo de 27 años quien ya se tituló de Mecánica, debió trabajar para sacar adelante a los dos. Se desempeñó en distintas empresas constructoras, en las que pasó por todas las áreas, desde lo administrativo hasta en las faenas usando la pala. Fue así que cuando su hija egresó de cuarto medio, tiempo después logró convencerla para que ingresara a estudiar Construcción junto a ella.
"Mi hija me dijo por qué no estudiábamos juntas Construcción Civil. Yo primero le dije, ¿pero cómo, si saqué tercero y cuarto con exámenes libres? Entonces me dio miedo porque es matemática pura, pero luego me convencí que debía ser capaz. Hasta el momento voy bien, con mucho entusiasmo", manifestó.
Trabajo
Esta madre estudiante cuenta que cuando comenzó esta aventura tuvo miedo, pero luego vio que había otros compañeros que también eran mayores, lo que la motivó a seguir esforzándose pese a una edad inusual para empezar una carrera.
Ahora trabaja algunas horas del día en un negocio de comida en La Costa, lo que le deja para poder vivir, mientras encuentra un puesto más estable, ojalá en Construcción, que es lo que conoce bien.
"Con mi hija trabajábamos juntas en el área de la Construcción hasta que terminaron las faenas, por lo que ahora las dos estamos cesantes y en busca de trabajo. Sé que vamos a encontrar algo más y por lo mismo le ponemos más empeño al estudio, porque hoy día hay que tener un título. Nos ayudamos, nos apoyamos, hacemos los trabajos juntas. Hoy más que mamá e hija, somos también amigas y compañeras de curso", declaró.
Recursos
Para ambas el estudiar no sólo ha sido un esfuerzo intelectual, sino que también la parte económica ha sido bastante complicada, ya que al comienzo lo hacían gracias a la gratuidad, garantía que perdieron al haber estado trabajando, con lo que subieron su puntaje en el registro social de hogares.
"Ahora tendremos que hacer un montón de trámites para ver si nos pueden dar de nuevo la gratuidad. Pero nosotros tenemos como desafío que sea como sea terminar nuestra carrera. Si tenemos que endeudarnos, nos endeudaremos, pero el mismo título nos dará después para ayudar a pagar", expresó Inés.
Entre sirenas y biberón
Sin duda una labor arriesgada y abnegada es el ser voluntario de Bomberos, más aún cuando se es mujer y madre. Esa es la historia de Macarena Pérez, quien pertenece a la Sétima Compañía del sector de Ovejería en Osorno.
"Yo ingresé cuando tenía 12 años como cadete a la Primera Compañía. Ahora tengo 26 y tengo un niño de un año con 11 meses. Desde muy pequeña quise ser voluntaria, porque mi papá es bombero y somos una familia completamente bomberil", dijo la voluntaria.
Macarena es actualmente una de las tres voluntarias que son madres en el Cuerpo de Bomberos de Osorno y además es técnico en Enfermería y trabaja también como funcionaria de la Central de Bomberos. Todo ello lo debe compatibilizar con su rol de madre, aunque no es una tarea fácil y por eso valora mucho a sus compañeras, porque sabe lo complejo que es conjugar esta hermosa vocación con la crianza.
"Tengo la ayuda de mi mamá, pero también nos turnamos con el papá de mi hijo, que también es bombero. Benjamín va a la sala cuna y los turnos en la central me coinciden porque trabajo de día. Dentro de lo que me permite el trabajo y la maternidad, también acudo a emergencias; y si no puedo, trato de aportar con trabajos administrativos en el cuartel", expresó la joven.
Sin duda su arraigo es tan grande con la institución que su hijo, pese a su corta edad, ya siente atracción por los carros y uniformes. Incluso, según cuenta su madre, para poder quedarse dormido ve videos con carros de Bomberos.
"Es como que lo relaja mucho, hasta reconoce las sirenas de lejos. Cuando lo llevamos al cuartel, ahora que la pandemia está pasando, le encantan los carros, no le asusta el ruido de las sirenas, porque somos toda una familia de bomberos y está creciendo en este mundo", señaló Macarena.
La joven piensa que pronto podrá ir a la guardia nocturna, por lo que la vocación deberá complementarse muy bien con su rol de mamá y su pequeño tenga con quien quedarse.
"Obviamente si debo ir a una labor más arriesgada lo voy a hacer, tomando todas las medidas de resguardo, porque nosotros nos capacitamos como bomberos para poder apagar las emergencias. Hay niveles iniciales, operativos y también profesionales y yo tengo mi malla profesional cumplida, así que espero tener el conocimiento suficiente para poder acudir a las emergencias sin tomar riesgos, porque ahora tengo que pensar también en mi hijito Benjamín", reflexiona.
La prueba más dura
Una de las pruebas más grandes y dolorosas para una madre es ver a un hijo gravemente enfermo, experiencia que le tocó asumir a Adrea Rauque, tras la leucemia de su hijo José Miguel, quien afortunadamente está saliendo
"Nos ayudamos, nos apoyamos, hacemos los trabajos juntas y hoy más que mamá e hija, somos también amigas y compañeras de curso"
Inés Cárdenas, Mamá estudiante