Con alegría en muchos sectores fue recibido el anuncio del Ministerio de Salud sobre la flexibilización del uso de mascarillas en los espacios abiertos, dando un paso más en la desescalada nacional frente a la emergencia sanitaria. Esto, basado en rebaja de contagios, alza de la vacunación y un avance de las comunas en el antiguo Plan Paso a Paso.

La decisión sobre los cubrebocas tiene algunos detalles que es preciso recalcar. No se trata de abandonar su uso, sino de aplicar criterio y utilizarlos solamente en lugares donde la distancia física sea menor a un metro. Caminando por un parque, no hay problema en sacarla; pero en un evento masivo, aunque sea al aire libre; o en las aglomeraciones en las veredas céntricas, sí se requiere de ella. Sentido común.

La verdad es que nunca se fiscalizó el uso de estos implementos en las calles -quizás en 2020- pero sí se aprendió control social y la comunidad adquirió nuevos hábitos de autocuidado básico que ahora deberá modificar y no será sencillo. Menos si el criterio de "espacio abierto" no se define de manera más explícita y clara, para que los mensajes no se hagan confusos, como ocurrió en muchas etapas de la pandemia cuando se traspasó la responsabilidad del control a las personas, como al finalizar la trazabilidad, por ejemplo.

Es un desafío que se deberá enfrentar en conjunto y que, si se aplica bien de parte de la comunidad, podría traer un beneficio colateral positivo: la disminución de desechos de este tipo en las calles, los cuales -por la inconsciencia de las personas- han causado daños irreversibles al medioambiente en dos años, por la presencia de plásticos en ellos. Están hechos con capas de polímeros que no se reciclan con facilidad.

Se calcula que si la mitad de los habitantes de Chile usaba una mascarilla por día, en un mes había 243 millones de ellas arrojadas a la basura o vía pública.

Entonces, frente a la medida ministerial el consejo es pensar: menos mascarillas; menos basura; pero muchísima más precaución. La crisis sanitaria no ha terminado, aunque relajemos las medidas.

En agosto del año 2021, escribimos una columna alertando sobre el complejo momento que estaban experimentando los productores, ante un déficit profundo de lluvias, ausencia de stock en productos e insumos, falta de colaboradores agrícolas, y un precio pagado a productor que no se alineaba con la situación internacional.

Hoy, los productores seguimos poniendo todo de nuestra parte para que el campo nunca se detenga, pero vemos como una guerra internacional ha elevado los costos de los insumos agrícolas por sobre los altos valores ya alcanzados por los efectos de la pandemia, y actualmente ya no se habla de una hipotética crisis alimentaria mundial, sino de cuándo empezarán a escasear los alimentos en ciertas partes del mundo.

Ante la enorme responsabilidad, los agricultores asociados estamos impulsando una agenda para que se garantice la seguridad alimentaria nacional; y ya el senador Iván Flores, quien luego de una reunión sostenida con Fedeleche, ha llamado a constituir con urgencia un "Comité de Crisis Alimentaria".

Por lo tanto, más que nunca será fundamental que toda la Cadena Agroalimentaria Nacional esté unida, y que cada eslabón ponga su máximo esfuerzo. Necesitamos que la industria pague un precio realista a los productores, ya que a nivel internacional se paga más que en Chile. Pedimos que los proveedores de insumos no se aprovechen de la delicada situación y mantengan precios accesibles para poder seguir produciendo. Requerimos que las entidades técnicas y universidades continúen generando los conocimientos necesarios para seguir aumentando nuestra productividad y sustentabilidad agropecuaria. Y llamamos a las autoridades a tener el valor para jugársela, con el fin de crear un ecosistema de leyes e incentivos que permitan a Chile sostener su propia producción de alimentos, ante la amenaza de una crisis alimentaria global.

Este desafío es de todos, porque estamos hablando de mantener lo más básico para un país: el alimento en las mesas de nuestras familias. Seguiremos desde los gremios lecheros alertando, gestionando y reuniéndonos con quien haga falta, para que este tema se aborde con la altura de miras necesaria, porque la seguridad alimentaria de Chile no puede esperar más.

Ricardo Hott , director de Aproleche Osorno