Violencia en los colegios
Si en la sociedad se valida la agresión física o verbal, tarde o temprano aquello se permea a niños y jóvenes. Una de las causas más poderosas del aumento de la violencia escolar parece estar en los dos años de encierro forzados por la pandemia.
En varias regiones -incluso en Osorno- se han producido inusuales episodios de violencia escolar, algunos de gravedad como el de una estudiante del sur del país que recibió una fuerte golpiza por haber alertado que una de sus compañeras portaba un arma blanca. Y prueba de la penetración de los teléfonos celulares entre los jóvenes y la pasmosa algarabía que exhiben cuando uno de los suyos se ve envuelto en una pelea, los videos de la agresiones se han viralizado, en una muestra evidente de los niveles de indiferencia que hay frente al dolor humano.
¿Responsables? Pues muchos. Ya se ha señalado que uno de los grandes impulsores de este fenómeno fueron los dos años de encierro a los que se tuvieron que someter las familias para librar de la diseminación del covid. Aquello significó una convivencia prolongada que en el caso de hogares con un tejido relacional frágil, derivó en el aislamiento o en la acumulación de tensión que en algún momento se iba a liberar, más en aquellas viviendas con espacios comunes reducidos, con padres azotados por la crisis económica, padres constantemente ausentes o padres derechamente violentos.
Pero no es el único factor. Entre ellos se debe agregar el eventual rol que tuvo la propia sociedad chilena con el estallido social, que si bien sirvió para exponer las brechas sociales y económicas que se forjaron por años y que se canalizó luego con el proceso constituyente en curso, dejó la puerta abierta para que algunos sintieran que la violencia podría se un método aceptable de relación entre las personas.
Los niños y jóvenes siguen el ejemplo de los adultos. Durante meses vieron que en las calles la violencia se ejercía sin frontera alguna, al tiempo que parte de quienes debían guiar a la población, esto es, la clase política, avaló con su falta de condena explícita y oportuna el ejercicio de la violencia.
Poco se previó el escenario en el que los alumnos volvían a clases. Ahora es rol del Ministerio de Educación, colegios y apoderados trazar acciones urgentes para descomprimir el ambiente y demostrar que el respeto y la tolerancia son valores intransables.