Nuevo Gobierno para Chile
La ceremonia de investidura del Presidente Gabriel Boric generó múltiples reacciones a nivel nacional e internacional, donde se destacó la particularidad de ser el primer mandatario más joven de la historia de Chile, característica que también puede observarse en la conformación de su gabinete.
Las diferentes expectativas del nuevo gobierno se han basado en la conformación de una nueva fuerza política que llega al poder, o al menos una distinta a las tradicionales, no obstante, su llegada no ha estado exenta de comentarios y críticas relacionadas con aspectos formales relacionados al ámbito tradicional, donde los tatuajes y sinceridad en las expresiones parecen alejarse de lo correcto.
Estas características no son algo circunstancial, sino que han venido observándose en ámbitos como el laboral o educativo, donde es cada vez más común ver piercing, tatuajes y vestimenta de tendencia, además de formas distintas de interacción en ejecutivos comerciales, funcionarios públicos, trabajadores del retail, docentes y estudiantes de enseñanza media, superior y de postgrado.
Al parecer, estas expresiones forman parte de un proceso de cambio cultural que se ha ido legitimando a través de diferentes mecanismos de socialización. Este proceso ha dado origen a nuevas formas de sentido que han avanzado hacia el ámbito político, cuestionando la desconexión de las instituciones con la realidad social.
Por lo tanto, lo novedoso del nuevo gobierno parece estar asociado a la percepción de una mayor conexión con los tiempos actuales, además del ímpetu de ejecutar algo distinto fuera de los moldes tradicionales.
En este sentido, al situarnos en el escenario político actual, pareciera ser que más que ajustarse el nuevo gobierno a las categorías tradicionales que organizan la realidad social, tendremos que nosotros adaptarnos al surgimiento de nuevas categorías que legitiman la configuración de un nuevo orden.
Jorge Vergara, académico Sicología Universidad de Las Américas sede Concepción
De vuelta al colegioLuego de dos años de confinamiento producto de la pandemia que aún nos acompaña, una gran parte de los niños de nuestro país ha vuelto a las salas de clases. Apoderados y docentes valoran este regreso, pues es bien conocida la efectividad del proceso de aprender asociado a la presencialidad, al contacto con otros, a la interacción efectiva y afectiva; pero no es tan simple.
Con el paso de las semanas se han evidenciado problemas interpersonales entre estudiantes. Entre los pequeños se manifiesta en peleas, empujones y malas palabras. En los más grandes la violencia se grafica en redes sociales, donde la aceptación o el rechazo total son las únicas opciones. Un ejemplo brutal de ello es el caso de la mal llamada "manada" de escolares del Liceo José Victorino Lastarria, que tanto impactó a quienes somos padres o trabajamos con estudiantes.
La pandemia, la violencia manifiesta de la delincuencia habitual y de la proveniente de la guerra entre Rusia y Ucrania son ingredientes con que hoy desayunamos, almorzamos y cenamos. Aún con la televisión apagada, los más pequeños también absorben la realidad. ¿Qué hacer para protegerles cuando no están en casa?.
Aquí es donde cobra importancia el concepto de "convivencia escolar". Vale decir aquellas pautas de comportamiento que son aceptables (o no) dentro de una comunidad escolar en la cual como en la vida misma se convive con otras y otros, tan iguales como diferentes. Con los mismos miedos, seguridades, tensiones y esperanzas. Estamos en el momento justo para reescribir nuestra historia particular. No partimos de una "hoja en blanco" pero sí somos conscientes de que el mundo cambió, y con ello las personas debemos también cambiar, para mejor. Esto requiere una fuerte voluntad y conciencia -tanto personal como colectiva- inclusión racional y permanente de los valores democráticos del siglo XXI como son la igualdad, la libertad, la justicia y la solidaridad que, si bien, pueden sonar abstractos, son posibles de concretar en acciones donde sean puestos como fundamentos de base. Si no logramos ahora hacer los ajustes que nos conduzcan hacia una mejor sociedad, armoniosa entre las personas, con los animales y con el medio ambiente, ¿qué futuro nos espera?
El 15 de marzo se aprobó en la Convención Constitucional, junto con el publicitado derecho al aborto, el derecho a una educación sexual integral (ESI). Esto es clave, porque desde la primera infancia se educará y sensibilizará en torno a afectividad y sexualidad, valorando y aceptando lo diverso, lo distinto, lo nuevo. Esto permitirá generar una base, ya que la falta de herramientas en este tema genera dificultades de convivencia. La escuela entregará una parte, la cual debiese ser reforzada en el hogar, a través del decir y el actuar respetuoso de madres, padres y adultos significativos que desde el amor han de partir por aceptar a sus propios hijos, quienes también son parte de este mundo que cambió.
Andrea Durán, académica Trabajo Social UCEN
Seguridad: un desafío urgente
A pocos días de iniciado el nuevo Gobierno y un nuevo ciclo parlamentario, los desafíos en materia de seguridad son evidentes.
Primero está el crimen organizado y el narcotráfico, ante el cual es necesario dimensionar que las organizaciones delictivas han mutado y que estamos frente a un fenómeno global de escalamiento. Esto se suma al aumento de la violencia y el uso indiscriminado de las armas de fuego en diferentes zonas de nuestro país.
La modernización de la seguridad es urgente y en esa línea creemos que esta problemática se debe encauzar desde distintos frentes. Primero con la concreción del Ministerio de Seguridad Pública, enfocado exclusivamente en estos temas.
Otro frente es la seguridad privada. La profesionalización y especialización de un guardia de seguridad podría ser una herramienta que permitiría enfocarse en descomprimir tareas de Carabineros, para que puedan concentrarse en la prevención delictual y persecución de delincuentes.
Y como tercer punto en tabla es una Ley de Seguridad Privada, que establezca con claridad deberes, derechos y atribuciones del sector.
Los desafíos en esta materia no se pueden enfrentar sin mirar el fenómeno de forma holística. Por ello, tanto el nuevo gobierno, como el Congreso y actores privados deben aprovechar este nuevo ciclo para fortalecer el trabajo conjunto, pues la seguridad de los chilenos es tarea de todos.
Aldo Vidal