Demora en el BancoEstado
No siempre es culpa del sistema: el jueves pasado llegué a sucursal del BancoEstado de calle Lynch, antes de las 9 horas y había sólo 8 personas adelante. Entré recién a las 10 horas, 60 minutos para 8 personas, en 4 módulos, es decir, 15 minutos por persona. Me parece una demora excesiva. Pero para cobrar bonos, son tal como la banca privada. Molestos saludos,
Eduardo Romero G.
Debemos votar rechazo
Numerosas personas opinan que como la Convención Constitucional aún no ha entregado su propuesta de nueva Constitución desconocemos su contenido y, por lo tanto, no es razonable que nos pronunciemos anticipadamente en el sentido de que debemos votar Rechazo en el plebiscito ratificatorio.
Si en la mitad del segundo tiempo un equipo de fútbol va perdiendo 15 a 1, no hay que ser adivino para saber cómo terminará el partido.
Dado el rumbo que viene tomando la Convención y sus disparatadas normas que buscan destruir la esencia de un régimen democrático y a la nación chilena, tales como la que declara a Chile "Estado plurinacional" -con lo que se está promoviendo el separatismo, la división, la destrucción de la unidad nacional y un debilitamiento profundo del Estado que tenemos- solo existe una opción prudente en el referido plebiscito: "Rechazo".
El debilitamiento del Estado constituye un grave atentado contra la paz porque, como la historia nos enseña, las zonas donde estallan los conflictos armados son, a menudo, aquellas donde las unidades políticas comienzan a descomponerse y a debilitarse, lo que despierta los apetitos de unidades políticas rivales. La guerra ya no nace de la potencia de los Estados, sino de su fragilidad.
Adolfo Paúl Latorre, abogado
Ucrania y lo músicos del Titanic
Revisando las redes sociales, me topo con variados comentarios de personas que dicen que no hay que considerar tanto lo que pasa en Ucrania porque acá tenemos sendas problemáticas mucho más importantes: el cambio de gobierno, la asamblea constituyente, la seguridad, la migración. Sin duda, todos temas que requieren atención pronta. Eso, si lo vemos en el contexto de hasta dónde nuestros ojos alcanzan a mirar, pero si usáramos unos lentes de mayor alcance, quizás podríamos advertir que no hay nada más urgente que atender lo que pase en Ucrania.
De partida, es un error creer que el conflicto está lejos y que por ello no nos afectará. Los efectos se verán en el corto plazo y en lo inmediato ya se están viendo en cuestiones económicas. Qué más inmediato que el valor récord del petróleo que termina afectando hasta lo más cotidiano de nuestras vidas. De haber una guerra de mayor magnitud, el escenario cambiaría drásticamente. Nunca antes la humanidad ha vivido un conflicto nuclear de gran escala o u una guerra cibernética que puede hacer colapsar no solo los sistema de información, sino hasta el agua que sale por la llaves de las casas. Todo está irreversiblemente controlado por sistemas de computación compleja.
En este escenario, me parece que las personas que hacen el tipo de comentarios mencionados, no se dan cuenta el momento que vivimos. En pocas palabras, asistimos al ocaso de la cultura occidental y de las estructuras que la fundaron. Pese a ser un proceso que se venía desarrollando, toda guerra termina por acelerar los procesos de cambio que la diplomacia y le economía se esfuerzan por sostener. Pero ya lejos del momento de la diplomacia estamos, sin duda, en el atardecer del mundo que hemos conocido y, en ese contexto, mientras trabajamos y tratamos de llevar una vida normal dentro de la guerra, la pandemia, la política interna y la crisis del medioambiente, en parte somos como los músicos del Titanic. Tratamos de sostener una falsa normalidad, mientras el barco naufraga. Pero, no. No es normal esta guerra, no es normal el cambio del clima, ni la falta de agua, ni las grandes migraciones de personas a nivel mundial. No lo es. Urge para mantener en pie algunos de los cimientos del mundo conocido el que seamos capaces de levantar nuevas prioridades en nuestra forma de habitar el planeta. No pasará hoy ni mañana, pero hay que comenzar a pensarlo ya, y eso si que me parece un asunto de real urgencia. Quizás es tiempo de mirar nuevamente siglos atrás para retomar seriamente aquello que fue la preocupación de los griegos cuando inventaron la democracia: un mundo de verdad, justicia y belleza en perfectas e iguales proporciones.
Pedro Salinas Quintana, académico Facultad de Ciencias de la Salud UCEN
La importancia de dormir bien
Es un hecho que dormir bien no sólo nos permite sentirnos más descansados, sino que además favorece el buen funcionamiento del sistema inmune, disminuye el riesgo de desarrollar patologías cardiovasculares, ayuda al control de enfermedades metabólicas como la diabetes y mejora el rendimiento académico y laboral.
Actualmente nos encontramos en un escenario complejo. Se estima que el 60% de los adultos en Chile tiene mala calidad de sueño, con consecuencias a nivel físico y mental. Es decir, dormir mal es un problema de salud a gran escala.
Durante la pandemia hemos visto que se ha afectado profundamente la calidad del sueño. Incluso, durante algunos meses la palabra "insomnio" fue una de las más buscadas a nivel mundial en internet.
Esta es una realidad preocupante. La pandemia ha producido, aumentado y descompensado los problemas para dormir que ya existían. Por otro lado, se han visto algunas secuelas como el "Coronasomnia", término acuñado para síntomas de insomnio que se han reportado en pacientes recuperados de covid y que no tenían trastornos de sueño previo a la infección.
Hoy, 18 de marzo, día en que se conmemora el Día Mundial del Sueño, el llamado es cuidar nuestras horas de descanso e incorporar hábitos saludables de sueño, como evitar el uso de pantallas antes de dormir, hacer actividad física en la mañana, evitar la automedicación, comer alimentos livianos en la noche, junto con evitar el tabaco, alcohol o cafeína, sobre todo en las últimas horas del día.
Tener una buena higiene del sueño nos permite sentirnos bien, mejorar nuestro rendimiento y tener una mejor calidad de vida.
Evelyn Benavides, neuróloga Programa Medicina del Sueño Clínica Universidad de los Andes