La semana pasada se recordó el Día Mundial de la Obesidad, oportunidad en que se puso énfasis en el peligro que esta enfermedad reviste especialmente para los niños. El sobrepeso y la obesidad, como se recordará, afectan a más de la mitad de los habitantes de Chile.

El Mapa Nutricional de 2020 que elaboró la Junta Nacional de Auxilio Escolar y Becas (Junaeb) reveló que uno de cada cuatro escolares chilenos presenta obesidad, y de ellos, el 7,5% padece obesidad severa. Si a eso se suma que el 28,7% tiene sobrepeso, los niños y adolescentes que están sobre su peso normal son más de la mitad (54,1%).

A juicio de las autoridades, las cifras son alarmantes, admitiendo la necesidad de un plan de intervención, porque como país no se han podido revertir los altos índices. La obesidad y el sobrepeso se han transformado en un problema de salud en Chile, que se acentúa cada año como resultado, en parte, de los hábitos de vida sedentarios, que incluyen poca actividad física y dietas alimenticias sobrecargadas en calorías. Tal vez está ligado a la conducta y al crecimiento que vivió el país a partir de la década de los 90, la que abrió una nueva forma de vida a las familias, un estilo en que el sedentarismo y el consumo de la llamada comida chatarra han sido detonantes de estas peligrosas cifras.

Chile ocupa el primer lugar en América Latina en obesidad infantil y el sexto en el mundo. En consecuencia, cada vez aparecen a más temprana edad enfermedades que antes eran propiamente de la población adulta, como la diabetes, la hipertensión y los problemas cardíacos. La obesidad infantil puede ocasionar disminución de la autoestima, apnea del sueño, aumento de lesiones articulares, problemas cardíacos y respiratorios, además de problemas al hígado.

El ataque a la obesidad y el sobrepeso -la otra pandemia de estos tiempos- debe realizarse de manera multidisciplinaria para que cumpla con su objetivo y ayude a los chilenos a comer en forma saludable para tener mejor calidad de vida. Es una tarea de primera prioridad en el país.

Durante los 4 años que participé de la Comisión de Salud Senado -la que presidí en dos periodos-, y en los 8 años que he ejercido como senador por la Región de Los Lagos, logramos avanzar en un conjunto de materias que dan cuenta de un claro interés por mejorar el estado de la atención sanitaria nacional.

Por cierto, me hubiera gustado avanzar mucho más, no sólo en la resolución de materias específicas sino también en aquellas cuestiones de fondo que dificultan la existencia de un modelo de salud más eficiente y, sobre todo, más humano.

En efecto, por distintas razones nuestros sistemas de salud, el privado y el público, fueron dejando de lado la dimensión humana. Uno porque ve en los servicios sanitarios un negocio; el otro porque debe soportar una siempre creciente presión por mejores y mayores atenciones, pero siempre con recursos limitados.

En ese contexto, nos alegra haber avanzado en cuestiones tan fundamentales como el derecho preferente de los adultos mayores y personas con discapacidad a la atención en salud, en garantizar el respeto y el acompañamiento a las madres que sufren una pérdida gestacional o perinatal, en regular el derecho a la compañía de los pacientes pediátricos hospitalizados.

Pero, aunque el sistema ha mejorado, todavía existen brechas difíciles de reducir. El excesivo costo de los medicamentos, la falta de centros de especialidad en regiones, la discriminación que hacen las instituciones privadas de salud, son solo algunas de las expresiones con las que nos encontramos cotidianamente.

Resulta necesario, entonces, concebir la salud como un derecho social, y reformular, desde sus bases, el sistema de salud en Chile, poniendo fin a la distinción entre la salud pública y la particular, y estableciendo un plan universal garantizado.

Como la gran mayoría de los chilenos, espero que en este nuevo periodo legislativo y presidencial, y con el impulso de la Convención Constitucional, sí sea posible construir un nuevo modelo de salud universal garantizada como derecho social. Deberá ser ésta una de las tareas prioritarias para los gobernantes y representantes que asumen este 11 de marzo.

Rabindranath Quinteros, senador Región Los Lagos