Durante gran parte del año pasado, Los Lagos llegó a tener varias residencias sanitarias, recintos que fueron habilitados por el Ministerio de Salud ya sea en hoteles o inmuebles similares por el aumento de casos de covid y que hacía urgente el aislamiento de quienes contraían el virus.

Las residencias fueron parte de la estrategia para abordar los contagios y ofrecer a las personas que lo requirieran condiciones adecuadas para realizar cuarentenas o aislamientos, seguras y efectivas, acorde a la normativa vigente. Para ellos se acudió a recintos de distintas comunas, con el fin de evitar traslados o lejanía de los hogares de los pacientes o casos sospechosos, quienes de forma gratuita podían cumplir con las condiciones de calidad y seguridad, tanto para la persona que debía cumplir la medida de cuarentena o aislamiento, como para el personal que estaba a cargo de su cuidado.

Mediante esta estrategia se buscó aislar de manera oportuna y eficaz a quienes fueran detectados como casos confirmados, probables o sospechosos, así como a contactos estrechos para covid, para así disminuir los contagios.

Hace unos meses, desde el Ministerio de Salud se determinó cambiar el sistema de trazabilidad, incidiendo directamente en las residencias debido al tipo de pacientes que reciben. Anteriormente, estos recintos albergaban a personas consideradas contactos estrechos, quienes habían estado cerca de un paciente positivo y tenían la posibilidad de realizar su cuarentena preventiva en estos lugares, con el fin de determinar si finalmente eran casos positivos.

No obstante, tras el cambio realizado al protocolo se eliminó la categoría de contacto estrecho, siendo cambiado por el de alerta covid.

El cuidado y aislamiento domiciliario de la persona que tuvo contacto con un paciente queda bajo su propia responsabilidad en gran parte de los casos.

Se estima que la ola de contagios se mantendrá al menos un par de semanas más, por lo que es más importante que nunca que la responsabilidad individual responda al bien colectivo y que se redoblen las medidas de autocuidado y prevención de la enfermedad, tales como el uso de mascarilla, el lavado de manos y sobre todo el autoaislamiento en caso de sospechar que hay posibilidades de contagio.

Esta semana comenzaron clases en la mayoría de los establecimientos educacionales de la provincia y el país (algunos colegios ya iniciaron). Apoderados, padres y madres y hasta los mismos estudiantes, estamos enfrentados a una situación impredecible, angustiante y, por sobre todo, difícil de digerir.

Queremos que los y las jóvenes regresen a una cierta normalidad, compartiendo con sus compañeros y compañeras, aprendiendo y experimentando lo que corresponde en la etapa que están (Básica, Media o Universitaria), pero también nos atraviesa una preocupación por el potencial riesgo de contagio y las graves consecuencias que podría conllevar.

Quienes no vivimos con personas de la tercera edad o con individuos con condiciones que pueden generar mayores y más serias repercusiones de contagiarse tenemos menos preocupaciones, sin embargo, las tenemos igual.

El cambio de mando a nivel nacional, regional y local, adicionalmente produce un nivel de angustia (aunque esperanza también), y nos tiene con los nervios de punta. La esperanza del cambio se complementa con un necesario temor por un bajo rendimiento, por un regreso a las prácticas de siempre, o por un fracaso rotundo.

La Convención Constituyente nos mantiene con ciertas expectativas... Frágiles, pero con los mismos temores que las cambios de autoridades.

La situación global, como la que estamos viendo en Ucrania, pareciera estar tan lejos, pero nos afecta hasta en lo más local y personal, como precios del combustible y de bienes comestibles, fondos de retiro, mercado laboral, acceso a la información.

Esperemos tener el temple para resistir los embates y maniobrar con altura de miras; de percibir cuándo los temperamentos estén elevados y conciencia para evitar empeorar las situaciones en que nos encontremos. Ojalá hayamos podido descansar durante estas vacaciones, para poder ser los modelos positivos para nuestros hijos y nuestras hijas que, sin duda, nos harán recuerdo de estos tiempos, cuando seamos viejos y olvidadizos.

James Park, académico Ceder