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lo guardaran en el de su vivienda. "Ahí pude ver cómo se hacía. Como yo era dueña de casa, tenía más tiempo", explicó Vargas.

A partir de allí tomó la inspiración para hacer sus propios productos, venderlos puerta a puerta o en las micros. Como consideró que era necesario darles un sello personal, hizo un curso que le ayudó a perfeccionarse y aprender nuevas técnicas.

Así apuntó a mejorar agregando otros colores, rellenos, para ofrecer una variedad más amplia, lo que le permitió ver los resultados positivos de su perseverancia. Al juntar algo de dinero, decidió comprar un vehículo para poder llegar a otros puntos de la ciudad.

"Estuve aproximadamente 10 años vendiendo sólo en la población y por recomendaciones de mis clientes, que son antiguos, casi desde que empecé. Me atreví a salir y ofrecer por fuera, y hasta el día de hoy me llegan nuevos clientes. La telefonía móvil ha facilitado eso, porque ahora yo lo ofrezco por WhatsApp", explicó.

Actualmente está disponible únicamente por su WhatsApp +56994093562, por donde gestiona las entregas. Detalló que la Navidad es la segunda mejor época del año, después de Pascua de Resurrección. En estas fechas, acostumbra a innovar, incluyendo regalos en los pedidos de los usuarios, por ejemplo, galletas o letreros con mensajes acorde a la época, como "Jesús te ama".

Los productos van desde los $2.200 hasta los $6.300, según el tamaño, cantidades, rellenos (nueces, maní, almendras, pasas al ron), complejidades o técnicas. "Antes de ofrecerlos, ya me están llamando por teléfono para agendar, porque yo hace muchos años hago chocolates que se cuelgan en el árbol. Eso ya es un clásico, entonces acercándose la fecha, empiezan a llamar", detalló.

Ya con varios años dedicándose a este rubro, aconsejó que "a la gente que está empezando un negocio, que sigan no más, porque aunque cueste un poquito, uno después saca sus frutos. Si es lo que uno quiere, se puede hacer. Con perseverancia se puede lograr. A mi clientela les agradezco por todos los años que han considerado mi trabajo y por seguir comprando y adquiriendo mis productos", recalcó.

Tradición familiar

Desde hace unos 5 años, Isabel Schneider, de 65 años de edad, comenzó a replicar la tradición familiar de hacer galletas en Navidad, siguiendo los pasos de su abuela materna, su mamá y hermana mayor. Si bien era una forma de compartir exclusivamente con sus seres queridos, este año, junto con su hija Paulina Osorio decidieron encantar con sus exquisitas preparaciones a los vecinos de la Villa Bellavista.

"Vendemos acá en el barrio en una feria de las pulgas, y la verdad que nos ha ido súper bien. También la base es mi hija, de 23 años, que tiene síndrome de down. Ella tiene su emprendimiento que se llama 'Lovely Hands', obviamente yo la apoyo, la ayudo e incentivo", explicó.

Este cambio surgió debido a que Schneider se acogió a jubilación este año, por lo que requería una manera de ayudarse económicamente para hacer frente a las bajas pensiones. De igual modo, para llevar un mensaje de inclusión mediante el trabajo en equipo que realiza con Paulina.

"Es para promover en ella el hecho de ocupar el tiempo libre, que tenga un ocio productivo. A ella le encanta cuando recibe su platita. Entonces, también la idea es hacer que se motive a hacer algo que le compense económicamente. La inserción de las personas con síndrome de down en una ciudad como Osorno es mínima. ¿Qué mejor que hacer que ella ocupe su tiempo en esto y estimularla a que gane algo de dinero?", señaló.

Así partieron a ofrecerlas entre sus vecinos, a través del Whatsapp de las feria de las pulgas de la villa, y con pedidos acotados. En el caso de Isabel, realiza galletas de miel, cocorones, gorritos de fraile, alfajores de maicena, así como otras más elaboradas. Mientras que Paulina prepara galletas de avena, de pasa y canela, por costos que van desde el $8.000 el medio kilo.

"Ahora en este tiempo, previo a Navidad, hemos estado haciendo muchas recetas. Incluso hice un pedido especial para un jardín infantil, en el que preparé 50 bolsitas. Durante el año hacemos solamente a pedido de los clientes, cuando alguien pregunta. Paulina también hace galletones de avena para colación, de acuerdo con la demanda de nuestro sector, que son clientes fieles", explicó.

Aunque su objetivo es mantener una venta pequeña, discreta entre un pequeño grupo, destaca la buena acogida que han tenido en este tiempo. "Podría ser en un futuro un emprendimiento familiar, es posible, pero tengo que ver los pro y contras. No lo tengo como

"Aunque cueste un poquito, uno después saca sus frutos. Si es lo que uno quiere, se puede hacer."

Ruth Vargas, Emprendedora