Correo
La guerra contra otro
"En los tiempos donde nadie escucha a nadie, prefiero estar al lado del camino", decía hace casi dos décadas un músico argentino. Inmersos como estamos -todavía- en estos tiempos de sordera, la idea de hacerse al lado ya no parece ser opción. Esta es una época donde se impone tomar partido y no hablamos sólo de política partidaria, sino de defender valores culturales a ultranza. Tal como en la guerra, cualquier amago de consenso es sospechoso y potencial acto de traición.
¿Qué ha pasado? Bueno, algunos le han llamado a esto guerra cultural. Un conflicto que viene de antiguo y que, cada tanto, reaparece para azuzar pasiones en términos de polarización y descarte. En Chile, esa lógica se ha extendido y, por cierto, en la política y en especial en la última campaña presidencial. No es la primera vez que el país ha caído en un espiral de polarización, pero sí la primera vez que en mucho tiempo este se expresa con tal nivel de furia, sobre todo a través de las redes sociales.
Si bien la idea de guerra cultural es más anglosajona que latina, la hemos adoptado infelizmente y con bastante alcance: esa lógica del amigo-enemigo para disponer y desechar las ideas del otro. El acto no admite medias tintas: cualquier asunto, por nimio que sea, se ha vuelto casi una elección de vida o muerte. A un lado, mis creencias y mi estilo de vida; al otro, sólo destrucción. Si bien nos reímos y palidecemos de la caricatura del gringo que defiende su derecho a portar armas para matar osos, la misma caricatura se ha instalado en la discusión pública. Es una lógica binaria, donde no hay acuerdos, ni consensos, ni medias tintas, ni grises.
Entender la lógica sobre la explotación de las diferencias y agravios dramáticamente polarizados, es el primer paso para desactivar estas verdaderas amenazas a la convivencia social. Demonizar al otro es un camino sin retorno. Y es en estos momentos cuando debemos apelar a lo democrático y ciudadano: un proyecto país común como el único lugar para vivir en comunidad, y no en una guerra, donde no hay espacio para el otro.
Andrea Gartenlaub, académica e investigadora Facultad de Comunicaciones y Artes U. de Las Américas
Democracia
La democracia es una forma de gobierno; un sistema de designación de gobernantes y de determinación de estructuras de poder cuyo carácter esencial es el voto de la mayoría. La democracia es una de las respuestas al problema de quiénes y durante cuanto tiempo deben gobernar.
Según Karl Popper, la democracia no respondería a la pregunta ¿quién debe gobernar?, sino que a otras muy diferentes: ¿en qué forma podemos organizar las instituciones políticas a fin de evitar que gobernantes malos e incapaces puedan ocasionar demasiado daño?; ¿cómo debe estar constituido el Estado para que sea posible deshacerse de los malos gobernantes sin violencia y sin derramamiento de sangre?.
La democracia conlleva riesgos intrínsecos tales como la manipulación de la opinión con ofrecimientos, promesas y consignas que seduzcan a los electores; la dictación de leyes sin sujeción a normas morales o al derecho natural -el hecho de que la mayoría quiera algo es razón suficiente para considerarlo bueno-; que la mayoría impida la libertad de las minorías y que se transforme en tiránica; que personas o grupos la corrompan y desvirtúen desde dentro y que usen las armas de la democracia para destruir la democracia.
Un peligro que acecha a nuestra democracia es el texto de nueva Constitución que está siendo redactado por la Convención Constitucional (que será sometido a plebiscito para que la ciudadanía lo apruebe o lo rechace), el que podría ser atentatorio contra los principios de una sociedad libre, refundacional e irrespetuoso de los valores patrios y de las tradiciones de la nación chilena que hemos construido entre todos.
Adolfo Paúl Latorre
Hablar mejor inglés
Malas noticias para Chile. La nación registró la peor caída de su historia en el dominio del inglés según el último ranking EPI - English Proficiency Index, alcanzando la posición 47, es decir, 10 lugares más abajo que el año pasado.
A nivel regional, la Metropolitana, de Valparaíso y Biobío fueron las zonas que lideraron la clasificación. Mientras que Arica y Parinacota, Tarapacá y Aysén, fueron los lugares con peor dominio. Las ciudades de Santiago, Viña del Mar y Concepción fueron las que se impusieron en el tope de la lista, mientras que las que lo hicieron peor fueron La Serena, Antofagasta y Copiapó.
Está comprobado que el inglés genera una apertura cultural en las sociedades en que se habla. Los pueblos que tienen un mejor manejo del idioma tienden a ser más justos, tolerantes y globales.
El manejo de un segundo idioma, y sobre todo el inglés que se empina como la lengua universal por excelencia, mejora del orden de 30% los sueldos del hablante. Esta cifra puede elevarse hasta 50%, dependiendo del rubro y cargo.
Pablo Parera