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La emprendedoras arma proyectos como lámparas, muebles o espejos a partir de trozos de madera, fierros viejos o cualquier otro elemento que sirva para integrar funcionalmente el producto.

Durante la pandemia debió reinventarse y descubrió que muchos de los objetos que había compuesto con distintos elementos de desecho empezaron a ser cotizados por sus amistades y vecinos, y con ello se atrevió a dar el paso de crear para la venta.

"Lo que más hago es fotografía, pero como ha estado muy malo en los últimos años, se dio la oportunidad de administrar un restaurante. Vino la pandemia y ahí estaba yo, estresada, pensando qué iba a ser. Empecé a jugar con mis herramientas y dije 'hay que hacer algo creativo'. Me puse a vender mermeladas y guatitas y cuando la gente las venía a buscar, miraban mis cosas y decían ¿cuánto vale esa mesa?, no estaba en venta obviamente, pero se me ocurrió empezar a ponerles precio", relató.

Una mesa de madera que vendió, hecha con patas de fierro, probablemente de una salamandra, que en la cubierta tenía un postigo de ventanas de laurel, le encendió la luz de establecer el emprendimiento con el que hace revivir los materiales y, junto con ello, los recuerdos de muchos que llegan a su casa con alguna pieza supuestamente inservible y que al final logra transformar.

"Estoy tratando siempre de destacar lo antiguo, no tapando, sino que resalto que eso tuvo otro uso, pero que ahora se reutiliza con una función nueva", comentó.

La creatividad, el concepto y utilidad de sus piezas le valieron rápidamente adjudicarse un proyecto del Servicio de Cooperación Técnica (Sercotec), con el cual armó un pequeño taller, profesionalizó y formalizó su trabajo.

"Ahora muchos me dicen 'te ganaste el Sercotec, te llevo estos palitos'. Harta gente me está ayudando y eso ha sido una sorpresa, me ofrecen las cosas más increíbles, como palos de puente que los iban a botar (…) pienso ¿cómo no le vamos a dar una revalidación?, ¿cómo no poder crear otra cosa? y ahí partió la idea de mi emprendimiento Re Crear", sostuvo.

Pamela señala también que uno de los aspectos más fascinantes de este trabajo, es el rescate de elementos que son tradición de familia, como desarmes de construcciones antiguas, donde más de alguien llega para que le creen un objeto a partir de un pedazo de esa historia.

"Sé que alguien llegará a esa casa y dirá, por ejemplo, qué linda esta mesa, y le van responder 'sí, esa mesa se hizo con las vigas de un galpón que mi abuelito hizo en el año 1950'. Aquí se crea toda una historia y una emoción asociada a ese objeto", señaló.

Ropa consciente

Sin duda la pandemia transformó algunos hábitos e hizo repensar su aporte a muchos emprendedores, tal como el caso de Fabiola Oyarzún, diseñadora de vestuario, quien por varios años ha confeccionado ropa corporativa, pero en 2020 empezaron momentos difíciles y con ello la necesidad de resurgir y darle vida a un sueño de hacer ropa con materiales reciclados.

"Esto salió de la pandemia, tuvimos harto tiempo para estar en la casa y de ahí nació Fatré, que era mi sueño de chica. Nosotros seguimos haciendo la ropa corporativa, pero ahora estoy dividida. En Evasé partimos con la ropa corporativa, todo igual y era muy aburrido hacer lo mismo todo el tiempo. Llegué a un punto en la pandemia y empecé a especializarme más en la parte de diseño y de ahí salió la oportunidad de sacar la marca Fatré, que es algo más entretenido, como para crear la colección, pero no sabía cómo en ese minuto", dijo.

Fabiola cuenta que estas ganas venían desde hace tiempo, sin tener claro cómo partir, pero pronto se puso a investigar y llegó a trabajar en una línea de ropa con materia prima totalmente reciclada, que se obtiene a partir de desarmar jeans y se confecciona una prenda nueva.

Además, tiene una segunda línea de ropa de lino, con aplicaciones de telas recicladas.

"Me encanta estar desarmando y pensar qué hago con esto y con lo de acá, empezar a ensamblar. Eso me tiene muy motivada ahora", recalcó.

En el caso de estos diseños, la materia prima se obtiene a partir de donaciones de ropa en desuso, pero también esta misma creadora muchas veces ha debido comprarla y por eso está abierta a que las personas que decidan desechar los jeans puedan ir a dejarlos.

Este emprendimiento abre la posibilidad de afianzar el trabajo de las cinco personas que trabajan en su firma Evasé, ya que colaboran con la nueva marca, la cual busca potenciar el respeto por la naturaleza, generar consciencia en el daño que por años se ha causado al planeta y lograr una transformación de los hábitos de consumo.

"A la gente le ha encantado esta ropa, a veces recibo mensajes diciéndome que son lindas y nosotros las hacemos con tanto amor y cariño, que la gente se da cuenta de eso. Además, generamos un impacto positivo al medio ambiente. Vemos que las personas que tienden a usar cosas recicladas vienen y preguntan si le podemos hacer algo con material reciclado", explicó.

Esta emprendedora comentó que el mundo de posibilidades que da trabajar con ropa hecha de materiales reciclados es muy amplio, por lo que ahora, por ejemplo, ya está incursionando en un trabajo de intervenir pantalones o poleras, dándoles algunos toques para que tengan una segunda vida.

La proyección de Fabiola es comercializar las confecciones recicladas en tiendas, aunque ya se encuentran entregando en una boutique del sector oriente de Osorno, además de la exhibición por medio de redes sociales.

"Quiero llegar a vender no tan solo por Instagram o Facebook, sino entrar al mercado de las boutiques e incorporar otros materiales además de la mezclilla, por ejemplo", señaló la emprendedora.

En una nueva etapa

Patricia Breit lleva años de trayectoria en emprendimientos que le han valido más de un reconocimiento por el impacto que generan en el medio ambiente. Y tras ese largo camino, dio un paso más adelante a través de la innovación en biomateriales.

Esta osornina, diseñadora, relató que luego de un trabajo más de oficina, se decidió a emprender en un emprendimiento de ropa corporativa bajo la marca Evoka, donde implementó una línea de diseño que incluyó el concepto de Upcycling, es decir, tomaba ropa en desuso o desechos textiles y los aplicaba en las prendas, por ejemplo, de educadoras de párvulos.

"Siempre vi como que había abundancia en cuanto a textiles y ropa, por eso pensaba que para qué hacer todo de nuevo si se puede reutilizar", reveló.

De ahí nació, en 2018, otra marca llamada Lugonia, donde incursionó en la ropa de niños con las que se podía jugar, dibujar en ellas para desarrollar su creatividad y fue eso lo que le dio el impulso para trabajar con incubadoras de negocios. Ello generó las condiciones para una mayor profesionalización de su emprendimiento e incluso obtuvieron diversos premios.