Correo
Optimismo y pesimismo
¿Cómo aprecia la situación que estamos viviendo una persona optimista, una pesimista y otra realista?
El realista ve las cosas tal como son: el extraordinario avance de las posiciones de izquierda radical, que atentan contra los principios de una sociedad libre y que llevan el germen del totalitarismo y la posibilidad real que una coalición en la que el Partido Comunista es una pieza clave conquiste la Presidencia de la República; la ausencia del Estado de Derecho y el terrorismo desatado e impune en La Araucanía; la lenidad de las autoridades de gobierno que no se atreven a usar la violencia física legítima del Estado para cumplir con su obligación esencial que es la conservación del orden público y la promoción del bien común, dejándole el campo libre a vándalos, guerrilleros y terroristas; la vulneración por parte de los congresistas de la Constitución que juraron o prometieron guardar; la actuación desorbitada de la Convención Constitucional y su empeño por derribar la institucionalidad vigente y refundar a Chile; un proceso revolucionario marxista que amenaza con destruir a Chile y una insurrección revolucionaria latente; jueces que fallan contra leyes expresas y vigentes; la caída de la inversión y del crecimiento; la elevada deuda pública, etc. En fin, el realista piensa que estamos ante una situación de incertidumbre tal, que cualquier cosa podría pasar: desde que primarán la cordura y la sensatez y superaremos exitosamente esta crisis hasta una catástrofe política, económica, social e institucional monumental.
El pesimista solo ve tres opciones: a) una revolución tipo bolchevique y la instauración del comunismo puro y duro con todo lo que ello significa, que podría serlo con o sin una cruenta guerra civil de por medio -si las Fuerzas Armadas tomaren partido y se dividieran-; b) una situación como la de Venezuela y c) en el mejor de los casos, una situación como la de Argentina.
El optimista piensa que no debemos desanimarnos, pues siempre queda la posibilidad de un milagro.
Adolfo Paúl Latorre
Crisis y el martillo de oro
Según la falacia del martillo de oro, cuando la única herramienta de la que disponemos es un martillo, todo comienza a parecerse rápidamente a un clavo. Esta falacia tiene una extensión: hay veces que disponemos de una tecnología tan novedosa o potente que no podemos imaginarnos de un escenario en el cual pudiésemos prescindir de ella.
Con el control de la crisis sanitaria por el covid-19 ha sucedido algo análogo: la urgencia propia de un proceso epidemiológico forzó a la autoridad a recurrir a herramientas muy poderosas, entre ellas, la suspensión de parte de los derechos individuales consagrados en la Constitución. De diferentes formas el gobierno buscó maximizar la eficiencia de estos nuevos poderes de los que disponía, mandatando cuarentenas, restricciones a la movilidad nacional e internacional y suspendiendo actividades que, en su conjunto, constituyen el tejido de la experiencia vital.
Como este conjunto de medidas de control social ha pivotado en la restricción de derechos constitucionales, al gobierno le es difícil imaginar cómo puede controlar la crisis sanitaria sin una suspensión análoga de las libertades individuales; por lo que ha llegado a argüir que basta el Código Sanitario para poder seguir con un set de medidas no tan distinto al que ya nos tiene habituado.
Es necesario explorar qué medidas sí se pueden tomar en un estado de normalidad constitucional. En los hechos, se debe cambiar el foco de modular la demanda por cuidados de salud a asegurar una correcta provisión de servicios hospitalarios. Dicho de otra forma, estaremos viendo el tránsito de un escenario dominado por la demanda a uno dominado por la oferta de la entrega de cuidados de la salud.
Germán Vera Concha, académico Departamento de Epidemiología y Estudios en Salud, U. de los Andes
Error de conceptos
Según la Real Academia de la Lengua Española -RAE- la "libertad" se entiende como la facultad y el derecho de las personas para elegir de manera responsable su propia forma de actuar dentro de una sociedad. Si esto lo llevamos a materia sanitaria, deberíamos recalcar la parte "de manera responsable" pues, en los últimos días hemos visto algunas alzas de casos de covid-19 que podrían llevar a pensar que los ciudadanos están actuando con "libertinaje".
Ojalá la ciudadanía se tome en serio la responsabilidad que conlleva tener mayores libertades. Hoy más que nunca hay que diferenciar la ansiada libertad de un libertinaje que sigue costando la vida de las personas.
Josefa Hernández, funcionaria de Salud